— ¿Cuál es el valor de la investigación en relación a las energías alternativas?
— Las cuatro tecnologías que veo como las futuras proveedoras de energías son: energía eólica, paneles fotovoltaicos, biomasa y energía atómica. Ninguna de ellas libera grandes cantidades de carbono a la atmósfera y todas producen grandes cantidades de energía. Todas ellas demandan investigación, en especial la energía atómica, la biomasa y los paneles fotovoltaicos. La que menos investigación demanda es la eólica. Pero para la biomasa y para la energía nuclear necesitamos nuevas tecnologías.

— ¿Es necesario cambiar todas las tecnologías que usamos en la actualidad?
— Es necesario que todas cambien. También necesitamos una técnica para almacenar la energía que necesitamos, para el momento en que no sopla el viento o que el sol no brilla. Necesitamos también incrementar la fabricación de paneles fotovoltaicos. Cuando pensamos en la enorme cantidad de energía que necesitamos, vemos que se necesita fabricar células fotovoltaicas en todo el mundo. Y eso, además, puede generar muchos puestos de trabajo.

— Argentina tiene un desarrollo específico de producción de energía nuclear. ¿Qué opina de esta forma de generar energía?
— La energía nuclear tiene una ventaja: produce energía en cualquier momento. Cuando usted enciende el reactor, tiene energía. El problema que tiene la energía nuclear es que no hay combustible suficiente, por lo tanto necesitamos nuevos diseños de reactores que no usen isótopos simples de uranio. Necesitamos nuevos reactores que no usen uranio. Y eso requiere una tecnología totalmente nueva.

— ¿Y con respecto a la biomasa?
— Con respecto a la biomasa: necesitamos nuevas plantas y nuevos organismos biológicos que generen menos residuos. Que rindan mayor cantidad de aceites utilizables y que resulten más sencillos de procesar. Pero yo tomo en consideración todas estas fuentes de energía dentro de un esquema integrado.

— ¿En qué sentido?
— En el sentido de que ya sabemos que la tecnologías que tenemos funcionan bien. Ahora el desafío que tenemos es construir las redes de producción para poder utilizarla. En todo el mundo la producción de paneles fotovoltaicos está creciendo al 40% anual. En los lugares donde está instalada, se va incrementando año tras año.

— ¿Y qué sucede en Estados Unidos con la energía fotovoltaica?
— En el estado de California se están instalando muchos sistemas de producción de energía fotovoltaica y desde allí, se está extendiendo. En los Estados Unidos, lo determinante es el precio y las tecnologías que compiten entre sí. Los paneles fotovoltaicos se ven obligados a competir con el carbón. De modo que, si baja el precio de la energía solar, su producción se vuelve un emprendimiento competitivo. Hoy en día, ya están compitiendo.

— En la zona este de California se ven muchos rotores eólicos. ¿Es significativa la producción?
— En los Estados Unidos, se está produciendo energía solar en el oeste y en el centro se produce energía eólica. Pero son los estados del este los que compran esa energía. Hay buenos sistemas de transmisión, pero están algo obsoletos y no están diseñados para tomar energía de un lado del país y transportarla hasta el lado opuesto.

— Entonces, transportar la energía seguirá siendo muy importante.
— Así es. No es el factor principal, pero sí tiene mucha importancia. Lo mismo puede ocurrir en Argentina. Se podría pensar en instalar paneles fotovoltaicos en una zona como Buenos Aires, pero es probable que se obtenga un mayor rendimiento si se instalan en el noroeste. Y también se trata de responder a esta pregunta: ¿puedo almacenar esta energía? Gran cantidad de horas de sol no constituyen un problema si fuéramos capaces de almacenar la energía que se produce. Entonces, el problema más difícil de resolver.

— ¿Cuál es cuello de botella?
—Lo que resulta estimulante, a propósito de la energía solar, es que hoy ya sabemos cómo producirla. Ahora es necesario desarrollar la industria. Podría ser aquí mismo. Es menos costoso fabricar los paneles fotovoltaicos en el lugar en que se van a usar que importarlas. Porque es necesario que las células fotovoltaicas tengan un precio muy bajo, para poder competir con la energía eléctrica que se está produciendo en el lugar.

— ¿La tecnología usada para producir energía solar es muy compleja?
— La tecnología no es muy compleja. No es difícil construir e instalar un sistema para producirla. Por el momento, la parte más difícil es conseguir un proveedor de paneles solares a buen precio. Una solución podría ser que, por ejemplo, Argentina estimule la instalación de una fábrica de células fotovoltaicas y comprometerse a comprar la producción durante un tiempo estipulado. Y otra posibilidad sería que Argentina coloque la producción de esa fábrica.

— ¿Cuál es la materia prima más apropiada para construir una célula fotovoltaica?
— La más abundante son las siliconas. Esencialmente el óxido de silicio, que se obtiene a partir de la arena. La arena se somete a un proceso de extracción del oxígeno, y se obtiene el silicio. Si bien la arena es un material muy barato, es necesario realizar un largo proceso de purificación, y ésa es la parte costosa. Hay también otro material más barato que es el Telurio de cadmio.

— ¿Es escaso el Teluri— Es algo escaso, sí. Pero en realidad nadie intentó, realmente, obtenerlo y trabajar con este compuesto. Hasta que apareció una compañía estadounidense, no había mercado de Telurio. No se aplicaba. Ahora que tenemos una manera de utilizarlo, vamos a estudiar cómo son las reservas de este elemento.

— Me gustaría saber cómo imagina el mundo energético en alrededor de 30 años.
— En ese tiempo no habrá petróleo suficiente. De modo que imagino que las células fotovoltaicas y la energía eólica se van a establecer a una gran velocidad. También imagino que las personas encontrarán tecnologías para almacenar la energía solar y eólica en alguna forma. Si las instalaciones de energías eólica y solar crecieran a una tasa como la actual, toda la energía que utilizaríamos alrededor del año 2033 en todo el mundo sería producida de ese modo.

— ¿Cree que el diseño y la utilización de autos eléctricos continuará desarrollándose?
— Si pudiéramos almacenar la energía en alguna forma de combustible, podríamos continuar usando los autos. Por supuesto que tendríamos que desarrollar una industria, pero eso se puede hacer. ¡Hace doscientos años que buscamos baterías de mejor calidad! Pero hasta el momento, no lo hemos logrado.

— Entonces ¿todavía no nos acercamos a tener una manera de almacenar energía?
— Hoy sólo tenemos soluciones para “salir del paso”, pero necesitamos encontrar soluciones mejores. La mejor posibilidad son las células fotovoltaicas con alguna forma de almacenamiento. Es una forma muy eficiente de transformar la energía del sol en electricidad. Y la electricidad es una fuente de energía muy útil, tiene múltiples aplicaciones.

— ¿Hay socios económicos para establecer esta tecnología?
— Las grandes empresas que existen serían buenos socios. De modo que el país podría convocarlas.

—Pero, ¿hay ámbitos de reflexión donde se establecen prioridades para movilizar a los sectores políticos?
— Siempre se necesita el apoyo del Estado. Es lo que sucede en Alemania y Japón. Porque desde el punto de vista de la disponibilidad de energía solar, estos países no resultan apropiados. Pero los gobernantes comprendieron la conveniencia de transformarse en un país que desarrolle el mercado de energía solar.

— ¿Y qué sucede en el resto del mundo? ¿Hay predisposición a considerar seriamente
esta tecnología?
— Sí, la hay. Algunos de estos actores lo admiten, y otros no. La mayoría de los actores comprenden que ésta es una oportunidad, pero un gran número de ellos no hace nada al respecto. Por ejemplo: hace diez años la energía solar no tenía ninguna importancia en China. Tres años después, el gobierno decidió adoptar la tecnología para producir energía solar. Y en la actualidad, China es el país que más células fotovoltaicas fabrica en todo el mundo.

— Quizás hubiera una nueva lógica si se produjera una crisis energética de orden global.
— Una crisis despertaría a los funcionarios. Hace tres años, los precios de los combustibles se elevaron al doble, y todos se interesaron por las energías alternativas. Los Estados Unidos podrían moverse a mucha velocidad, si así lo quisieran. Pero actualmente, la mayor parte del tiempo, están dormidos. La energía es la moneda que se usará en el futuro. Dentro de 30 años ese valor se expresará en kilovatios por hora. Más que de dólares, o de yen se hablará en términos de energía. La verdadera envergadura de esta nueva industria es muy difícil de imaginar. Esta industria podría establecerse en cualquier lugar del mundo. Y Argentina debería estar interesada en esto.