El principal tópico que se analizó fue la no violencia activa, en donde en pocos
minutos el foro se transformó en una asamblea libre donde participaron más
de 50 personas. Tomás Hirsch planteó los procesos injustos que ocurren
paralelamente a educación, como el sistema de transporte, los bajos sueldos,
el robo que se hace a las recaudaciones del cobre, las grandes empresas que
estafan a los consumidores como La Polar, entre otros.

Como respuesta, otro asistente hizo un llamado a seguir la desobediencia
civil, inspirándose en Ghandi, hacia los soportes del sistema. A promover
la organización desde la juntas de vecinos en cada sector de Santiago. Por
ejemplo: A no subirse al transantiago o a no comprar en las grandes tiendas, a
romper con el sistema de forma no violenta estando en el sistema.

Espontáneamente del público surgía la idea de la transformación individual
e interior como primer paso, para luego ir en búsqueda de la evolución y
revolución social.

Se destacaron también las innumerables actividades no violentas creativas y
de desobediencia civil que han surgido desde el descontento de los jóvenes por
el discriminador y neoliberal sistema educativo chileno. Como la besatón, las
intervenciones callejeras (bailes, actuaciones, canciones), videos en youtube,
la henkidama por la educación, actividades de apoyo a Chile de jóvenes
extranjeros (marchas), entre otros.

Lía Toro, miembro del Centro de Estudiantes de Teatro de la Universidad
Católica va más allá de un cambio en las estructuras de las leyes, ya que si
ocurre un cambio favorable y no estamos preparados para aprovecharlo, de
nada servirá. La estudiante plantea que el cambio de las leyes no mejorará
el sistema educacional, hay que avanzar en el desarrollo y evolución de la
conciencia nacional, comprendiendo el proceso – y no el final – para efectuar y
disfrutar los grandes cambios.

Otro de los asistentes, Mario Aguilar, dirigente humanista del Colegio de
Profesores señaló que el acto más violento que se ha manifestado en este
movimiento social fue lo que el presidente Piñera cree que es la educación, *“un
bien de consumo”* porque se confirma una triste realidad.

José Reyes, Presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Artes
(música y danza) de la Universidad de Chile, está organizándose junto a
compañeros de su casa de estudios para cambiar el nombre de las calles. A
cambiar los nombres que evoquen hacia la violencia o a personajes históricos
que no se lo merecen, como Jaime Guzmán o Diego Portales.

Los estudiantes han manifestado que *“el modelo neoliberal fracasó”*, ya no
da para más, y que en todo el mundo, independiente que el gobierno sea de
izquierda o de derecha, busca un cambio consciente hacia una sociedad más
humana y no violenta. ¡Los estudiantes chilenos no se rinden!