Que Irlanda haya querido equipararse al resto de Europa, que haya adoptado el Euro como moneda para sentirse en paridad y poder dejar de ser el hermano bobo del Reino Unido, fue un amor de verano.

Que Grecia se haya armado hasta los dientes, convirtiéndose en el cuarto comprador de armamentos del mundo lo ha hecho caer más simpático con los fabricantes de armamento, pero esos inescrupulosos no suelen devolver favores, muy al contrario, podrían llegar a utilizar a los revoltosos griegos como campo de muestra de las nuevas generaciones de armas disuasorias de todo espíritu crítico.

Que Portugal presidiera la Unión Europea en realidad fue una concesión para compensarles por los servicios prestados en África, donde abrieron todas sus excolonias a la rapiña trasnacional europea.

Que Italia haya combatido las izquierdas a capa y espada durante décadas, enarbolando las banderas de un neofascismo mafioso, gangrenando la justicia y convirtiendo la política en tierra de empresarios crápulas y viciosos ha generado una nueva diáspora de jóvenes italianos asqueados del sistema peninsular.

Que España se hubiese bajado del tren europeo para irse a poner las botas arriba de la mesa de George Bush hijo, fumando puros y justificando todas las violaciones de Derechos Humanos posibles, le ha hecho suponer que sus nuevos aliados no lo dejarían caer, sin embargo son los Bancos Europeos los que salen a “socorrerlo” y no los norteamericanos.

**Errare humanum est**

Todos estos errores de cálculo, son sólo una mínima parte de todos los malentendidos inconscientes o de absoluta mala fe que han cometido los gobiernos de estos cinco países. A los que habría que agregar los errores del resto de miembros de la Unión Europea.

Y cuando digo errores no me refiero a que hayan fallado en sus cálculos o que no hayan cumplido sus objetivos. Son errores porque todas las políticas implementadas atentan contra la especie humana, contra la ciudadanía y contra las libertades, la salud, la educación y las posibilidades de esparcimiento de todos.

**La canción del verano**

El mito es la canción de que los gobiernos gastan más de lo que tienen. Pero esa canción no habla de los especuladores, de las empresas que extienden sus tentáculos por todo el globo, de las ganancias de diez y doce dígitos de los bancos, de los avances de la ciencia que hacen del trabajo una tarea más eficaz y menos desgastante, pero sólo en beneficio de unas minorías que a falta de islas que comprar, empiezan a construir hoteles en el espacio, campos de golf en el desierto y hacen de la persecución, la vigilancia y la opresión un negocio.

Esa canción tampoco habla de a quiénes sirven esos gobiernos, postrados y con el culo en pompa de las oligarquías globalizadas que deciden por ellos y que pagan millonariamente los buenos servicios prestados, ya sea en las alcaldías, los gobiernos nacionales, los sindicatos, las fuerzas represivas o en la Bolsa.

Entonces en este cuadro de inoperancia y corrupción, parece que la debilidad de la clase política, el sopor del electorado y la mala suerte hereditaria exigen el sacrificio a los mismos de siempre para beneficio de las nuevas élites. Que también son las mismas de siempre, pero parecen nuevas, ya que son vendidas como “exitosos empresarios”, “sangre noble” y “los mejor calificados”, cuando se trata sencillamente de los señores feudales del Siglo XXI, con derecho de pernada incluido (parece ser que Strauss-Kahn al final quedará libre).

**Indignados al poder**

Lo curioso es que las poblaciones dan signos esperanzadores de hartazgo, fastidio e indignación. Claman una transformación profunda de este fundamentalismo monetarista que se escuda tras una fachada pseudodemocrática y los medios idiotizadores. Esa indignación se vivió en América del Sur a fines de los noventa y este siglo está viviendo un cambio de paradigma.

En algunas naciones latinoamericanas se está revirtiendo esta concepción mercantilista del mundo. Donde hablaban de gasto, se emplea la palabra inversión, porque se sale del cortoplacismo saqueador y se entra en un sistema de repartición equitativa. La capacidad de consumo se convierte en poder de consumo interno y no en viajes a Miami para comprar en el Free Shop.

El G20 y el FMI se encuentran en estos momentos atravesados por unos integrantes molestos. Personajes que ponen por delante el bien común y no el estar mejor, como definen con claridad los miembros del gobierno boliviano, que cuida el equilibrio con la Pacha Mama, Madre Tierra que es imprescindible para la continuación de nuestra especie.