Aproveché el encuentro para tomar algunas impresiones de una indignada que acaba de cumplir los sesenta años y es una entusiasta de este movimiento.

“Lo que me ha tocado más de este movimiento de rebelión no-violenta es el nivel de coherencia y de madurez. Siempre creí que había que cambiar este mundo, ahora tengo la certeza de que podemos hacerlo. Otro mundo es posible, ¡sí, él ya está aquí!”.

¿Qué es lo que usted destaca de los indignados?

“Yo fui varias veces a Bastilla y lo que yo he visto de los Indignados es muy hermoso. Quizás no haya un gran número, pero hay una gran calidad. Me gusta mucho el ambiente y el bello espíritu de solidaridad de esta juventud y también la diversidad de edades y de orígenes.

Me han cautivado la gran apertura, la comunicación sin discriminación, una gran libertad para expresarse y un nivel de escucha y de respeto aunque los puntos de vista sean diferentes. Una actitud que no busca imponer una opinión, si no que intenta ir siempre hacia la convergencia, el consenso. Un espíritu y una actitud realmente democráticas”.

Los ojitos brillan mientras enumera aquellas cosas que la han enamorado de este nuevo proceso que le recuerda al mayo del 68. Y quizás los recuerdos de aquellos años le traigan esta reflexión:

“¿Cómo vamos a hacer para no repetir la historia, los espirales de violencia? Cómo decía Gandhi: Ojo por ojo y el mundo terminará ciego. ¿Cómo vamos a hacer para que este nuevo mundo nazca sin dolor?”.

Ella misma esboza una respuesta.

“Nosotros necesitamos de una nueva forma de lucha, la fuerza de la no-violencia. Yo deseo que la no-violencia gane terreno por todos lados, porque creo que es la fuerza que transformará al mundo.

Yo siento que los Indignados continúan el proceso revolucionario, la búsqueda de los grandes cambios para todos, la libertad para todos y eso me hace pensar en aquellos que nos precedieron en esta búsqueda y esta lucha es su continuidad, así como otros seguirán después de nosotros.

Yo quiero que continuemos construyendo la democracia real en nuestras cabezas y en nuestros corazones”.