La adopción el pasado marzo por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de su resolución 1973 perseguía poner coto a las atrocidades perpetradas por el régimen de Gadafi contra su propio pueblo. Significó la aplicación práctica del principio de la «responsabilidad de proteger», propiciado desde finales de los años noventa por la Asamblea General y por dos secretarios generales de la Organización, el actual Ban ki Moon y su predecesor, Kofi Annan.

“Existe una responsabilidad moral de detener los asesinatos de Gadafi a su propia gente, de protegerlos a cualquier precio”, dijo un consejero de Obama en la Casa Blanca y continuó: “Gracias a Dios las Naciones Unidas actuaron cuando debieron”.

Ante un panorama tal, no es de extrañar que el secretario general y su equipo se movilizaran para procurar evitar que las guerras y los conflictos de índole diversa continúen infligiendo a la humanidad sufrimientos indecibles. De ahí que en 2000, Annan proclamara que «si la intervención humanitaria es, en efecto, un inaceptable asalto a la soberanía, ¿cómo debemos responder a Ruanda, a Srebrenica, a las graves y sistemáticas violaciones de los derechos humanos que ofenden a nuestra común humanidad?»

Tanto uno como otro usaron las mismas palabras. Responsabilidad. Proteger. ¿Quién no quiere proteger al inocente, a los civiles tan a menudo atrapados en el medio, a las mujeres y a los niños que de otro modo perecerían? La responsabilidad de proteger.

El cinismo del Gobierno sirio es insultante. Su embajador en la ONU dice que «las autoridades han demostrado máxima contención» y que la violencia, agitada por «fuerzas extranjeras», está causada por «grupos extremistas que quieren derribar al Gobierno».

Las fechas de la desgracia resuenan a lo largo de la década. Somalia en 1993. Ruanda en 1994. Bosnia en 1995.

Da la impresión de que Europa y Estados Unidos recelan de una Siria sin la familia Asad.

En el verano de 2005, el secretario general de la ONU Kofi Annan, aprovechó el momento para desafiar al mundo a actuar y no simplemente hablar. En la Cumbre Mundial en Nueva York, trabajó hasta el cansancio para persuadir a los líderes a firmar un compromiso para proteger a los habitantes en peligro de atrocidades en masa.

No obstante, el fracaso de la reunión sobre Siria del Consejo de Seguridad no se debió a «Occidente» sino a «Oriente». En concreto, a China y Rusia, pero sobre todo a esta última, aliada estratégica de Siria.

Cuando se retiró el secretario general Annan confió considerar “Responsabilidad de proteger” su legado más importante. De aquí a cien años, ¿se lo considerará como un capítulo tan importante como el fin de la Guerra Fría en lo que respecta a la construcción de la paz en el mundo entero? Él había reescrito las reglas de la soberanía estatal vigentes durante siglos. «Los déspotas tienen el derecho a gobernar. Pero ya no tienen el derecho a matar a su propio pueblo».

La Resolución 1296 del Consejo de Seguridad estableció que «la deliberada selección de poblaciones civiles como objetivo y la comisión de violaciones sistemáticas y flagrantes del derecho internacional humanitario (…) pueden constituir una amenaza a la paz y la seguridad internacionales». Pues bien, en la reunión del Consejo del 29 de abril, el embajador ruso argumentó que «la actual situación en Siria, a pesar del aumento de la tensión, no representa una amenaza para la paz y seguridad internacionales. La verdadera amenaza para la seguridad regional podría producirse como consecuencia de una injerencia externa en Siria».

Al mismo tiempo, el Consejo de Seguridad de la ONU refirió el caso a la Corte Penal Internacional, cuyo fiscal, Luis Moreno Ocampo de Argentina, una figura de alto prestigio, abrió inmediatamente una investigación sobre las acciones de Kadafi por crímenes de guerra, enviando una señal tan seria en su propósito como en su preocupación.

Una actuación decidida de los Estados árabes obligaría a Rusia y China a reconsiderar su actual postura.

La Secretaria de Estado Hillary Clinton lo dijo de este modo inmediatamente después de que el Consejo de Seguridad de la ONU autorizara la acción el 17 de marzo: “Tenemos todas las razones para temer que, si no le ponemos freno, Kadafi cometerá atrocidades indescriptibles.”

Fuente: Veintitrés Internacional