El documental tiene como principal característica el ser un fenomenal resumen de lo sucedido durante esos 93 días de concientización global, que comenzaron en la ciudad de Wellington, Nueva Zelanda el 2 de octubre de 2009 y finalizaron en Mendoza, Argentina, el 2 de enero de 2010.

El coordinador del equipo de realización documental fue Alvaro Orús, que junto a decenas de voluntarios registró las actividades realizadas por el equipo base durante su recorrido por África, Asia, Oceanía, América, Antártida y Europa en distintos medios de transporte (tren, barco, autos, motos, bicicletas, entre otros).

El documental comienza con la llegada del equipo base a su último destino: Punta de Vacas, en la Cordillera de los Andes. Luego, a través de sucesivas entrevistas y clips, se presentan los distintos eventos culturales, entrevistas con mandatarios mundiales y coberturas periodísticas realizadas durante esos cuatro meses.

Las imágenes permiten ver las características distintivas de las culturas, etnias y paisajes que acogieron a la Marcha Mundial. No hay danza, instrumento tradicional o ícono arquitectónico que escape al ojo de Orús, quién además incluyó los spots publicitarios de concientización sobre la paz y la no-violencia que convocaban a adherir a la Marcha.

Entre los momentos más impactantes del film, se destacan los 12000 estudiantes filipinos haciendo un símbolo de la paz viviente, el encuentro entre niños palestinos e israelíes en un colegio especializado en su integración pacífica o el recorrido del equipo base por la zona desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur.

También se presenta un segmento dedicado al Tren por la Paz y la No-Violencia que unió Buenos Aires con Mendoza luego de 20 años sin servicio, otro al rol de la “llama de Hiroshima”, que acompañó al equipo base durante todo el recorrido y la presentación de la Marcha Mundial en la reunión de los premios Nobel de la Paz en Berlín.

El principal narrador es Rafael de la Rubia, coordinador de la Marcha Mundial. Es él quién explica el armado del histórico evento y sus principales objetivos. Luego, va cediendo la voz a los distintos miembros del equipo base y los portavoces designados para cada continente, que comparten sensaciones y reflexiones sobre lo logrado.

Son ellos quiénes soportan el peso emocional de lo realizado, y quiénes hacen hincapié en la idea de que los resultados de lo sembrado no serán inmediatos, sino en el largo plazo. “No lo veremos en el próximo año –asegura Tony Robinson, miembro del equipo base. Pero si lo veremos en algunos años hacia adelante”.