***La muerte de un inmortal ( 1 )***

La de Silo era una muerte anunciada. Tenía sólo 72 años, pero le fallaban los riñones (le habí¬an propuesto un trasplante, que rechazó) y padecía de hipertensión. Pero se negó a toda clase de cuidados y tratamientos y no quiso ninguna de las soluciones que le propusieron para alargar su existencia. Decía que la vida había que vivirla con calidad o no.

Mario Rodríguez, El Negro, como le llamaban sus miles de seguidores en los cinco continentes, fue un escritor prolífico y discutido, que tan pronto provocó las iras del Comunismo Internacional como del capitalismo y el cristianismo más conservador. Sus propuestas, recogidas en libros, cuentos, artículos de prensa y cientos de conferencias en todo el mundo, forman un verdadero legado de humanidad que cada vez interesa más a las nuevas generaciones de ciudadanos.

*“Sus enseñanzas cambiaron mi vida”*, dice Graciela Rizzolo, empresaria vinculada al mundo de la moda en Sitges, Barcelona y Buenos Aires. *“Yo le estaré siempre agradecida” -añade- y creo que su muerte es una pérdida no sólo a nivel personal, sino para toda la humanidad».*

Graciela, lo mismo que María Luisa B., en Barcelona, estaba alejada desde hace años del movimiento humanista que inspiró y lideró Silo desde comienzo de los años ’70 del siglo pasado. Pero ambas reconocen que su obra es trascendente y duradera.

*“De hecho”* -enfatiza María Luisa-, *“su muerte me sorprendió muchísimo porque había llegado a convencerme de que El Negro era un inmortal. Él era uno de esos seres que vienen a la vida para ayudar a la humanidad con sus mensajes. Y alguna de sus enseñanzas han dejado huella en mí, como esa afirmación del libro “Humanizar la Tierra”: “No eres un bólido que cae, sino una brillante saeta que vuela hacia los cielos”*. Luego menciona otro de los textos clave en la producción literaria de Silo, “El paisaje interno”, que según ella, caló profundamente su ánimo: “Ama la realidad que construyes”.

Desde Santiago de Chile, Gloria Mujica, escribe que Silo fue su guía espiritual y su referente y que *“tuvo bondad y cariño, ayudándome con sus enseñanzas para integrar la separación física cuando mi hijo mayor viajó hacia la Luz”*. Alude así a la muerte, en un accidente doméstico, de su hijo Mauricio.

En España, en cambio, las ideas y las propuestas de Silo fueron perseguidas con saña y obstinación, hasta el extremo de que el Congreso de los Diputados propició una declaración (que más tarde cayó en el descrédito) donde se acusaba al Partido Humanista de ser una secta peligrosa. Uno de los instigadores del pronunciamiento parlamentario fue el periodista y escritor Pepe Rodríguez, quien en su juventud formó parte del entorno personal de Mario Rodríguez.

También el escritor argentino, residente en Sant Pere de Rivas, Lázaro Covadlo, que inicialmente firmaba como Eduardo, promovió las ideas de Silo en un libro, hoy considerado de culto, que tituló “Crónicas de le Nueva Era”, del cual más tarde abjuró.

Silo comenzó su andadura pública en una histórica jornada, el 4 de mayo de 1969, cuando ante unas 200 personas pronunció una arenga en Punta de Vacas, un agreste paisaje de la cordillera de los Andes. “La curación del sufrimiento”, considerada hoy la base ideológica del Movimiento Humanista, conmovió hasta sus cimientos todo el pensamiento político de izquierdas de la época. Las ideas sobre el dolor y el sufrimiento, la violencia, el deseo y el placer se divulgaron por todo el planeta (en Zambia hubo un Gobierno encabezado por un presidente inspirado en los principios del Humanismo de Silo) y están desarrolladas y ampliadas en una copiosa producción literaria, de la que hablaremos la próxima semana.

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***La muerte de un inmortal ( 2 )***

**Silo y su Ultima Cena**

**En Berlín, reunido con varios premios Nobel de La Paz, el desaparecido pensador y escritor humanista alertó contra la pobreza, el hambre, la violencia y las armas nucleares.**

Martes 28 de septiembre. Todavía no estamos en huelga pero cuando lean esto, ya habrá pasado y estaremos en otra. La huelga es un derecho constitucional y los derechos se ejercen o no, según sea la ocasión. Por eso no entenderé nunca por qué había que convocar a esta paralización de actividades que no va a cambiar nada (eso ya lo estaremos viendo) y que lo va a empeorar todo. Yo creo que se habría demostrado mucho más – inteligencia y valor, por ejemplo- si las grandes centrales sindicales hubiesen dicho que no se convocaba a ninguna protesta, porque había que poner el hombro a la recuperación y porque todo acto que debilite al Gobierno hace más fuerte a la derecha… Y ya ustedes saben: con la derecha, ni a misa.

¿Y qué tiene que ver todo esto con la desaparición, reciente, de Mario Rodríguez Cobos, Silo, en su casa de Mendoza, en Argentina?

Primero, que éste era el tipo de cosas que Silo decía y que tanto molestaba a los políticos profesionales. «Reconozco el triunfo provisorio del antihumanismo», proclamó en 1999 en Punta de Vacas, plena cordillera de los Andes, cerca de la frontera de Argentina con Chile. Su rechazo a la idea de la política militante lo llevó a negarse toda representación y nunca figuró como candidato de nada, pese a que llegó a aglutinar a más de un millón de seguidores o simpatizantes en casi 100 países de los cinco continentes.

En segundo lugar, que por esto de escribir con tanta anticipación, uno se arriesga y escribe cosas que la realidad desmiente luego. En mi Corral… de la semana pasada yo comentaba que ninguno de los grandes periódicos europeos había dado la noticia de la muerte de este pensador, que si hubiera nacido en el Tíbet, los Himalayas, la India o el África profunda habría sido aclamado como un gurú. Me han escrito algunos lectores para decir que no he sido muy riguroso al hacer esta afirmación porque tanto El País como La Vanguardia le habían dedicado sendos obituarios en sus ediciones del martes 22 y miércoles 23 de septiembre, casi una semana después de ocurrida su muerte. Pero ya me dirán ustedes si un obituario es una información. Por esos mismos días todos los espacios de prensa, radio y televisión estaban copados, desde la portada, a informar de la muerte de José Antonio Labordeta (que se lo merecía, claro) lo que no fue obstáculo para que, varios días más tarde aún siguieran apareciendo notas necrológicas dedicadas al cantautor y político maño.

Pues Silo se merecía eso y más, porque su obra -sus palabras, su pensamiento-, seguirá creciendo como una semilla puesta en terreno fértil. Sus seguidores, más bien sus herederos, harán de este mundo un lugar más humano y más sano.

Silo predicaba la no violencia, la espiritualidad. Y cuando en noviembre del año pasado (2009) se reunió en Berlín con algunos de los más influyentes premios Nóbel de la Paz, alertó contra el hambre en el mundo, llamó a combatir la pobreza y abogó por la abolición de las armas nucleares. Y en enero de este año lideró en Punta de Vacas la llegada de una marcha mundial por la paz, contra la violencia y por el desarme.

Alguno critica que sus actos y afirmaciones se hunden en la obra y la figura de Jesucristo. De hecho Silo tuvo también una Ultima Cena con sus más allegados, la noche anterior a su muerte. Y dejó un mensaje que su viuda irá divulgando con el paso de los días. Pero, como dijo un cura tercermundista: «¡Cuánto mejor sería el mundo si imitáramos a Jesús y nos dejáramos guiar por su ejemplo!». La semana que viene espero poder comentarles algunos de los mensajes que he recibido tras comentar la muerte de este inmortal.

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***La muerte de un inmortal ( 3 )***

**El peligro de escribir sobre Silo**

**Para ser objetivo, independiente y veraz se necesita no tener más patrón que tu conciencia; carecer de todo tipo de carnet y no estar sometido a ninguna otra disciplina que no sea la verdad…**

Nunca antes en mi vida de periodista he tenido que defenderme tanto como después de haber dedicado un par de artículos a la muerte de Mario Rodríguez Cobos, Silo, fundador del Partido Humanista.

Para alguno de mis lectores parezco «demasiado entusiasmado», difundiendo las ideas de Silo y para otros soy un «mensajero a sueldo», que pretende divulgar «sin ningún pudor» las ideas de un «iluminado como Silo que hasta se permitió establecer las bases de un nuevo catecismo y los ritos ceremoniales de la despedida de los muertos».

Cuando veo estos mensajes no puedo quitarme de la cabeza la idea de que alguna razón, profunda (por no decir oscura) han de tener quienes así escriben. Comprendo que no entiendan el tipo de periodismo que yo ejerzo, acostumbrados como están a esos gacetilleros que vemos y leemos todos los días. Ayer, sin ir más lejos (y hoy está en todos los sitios de la redes sociales, incluido YouTube), el inefable Jordi González (Tele5) se cabreaba y perdía los nervios con las cotorras que integran el equipo de «La Noria».

Nunca he sido militante del Partido Humanista (cosa que no me enorgullece) como tampoco he militado entre socialistas, comunistas, democristianos o conservadores. Y lo he hecho (no militar) consciente de que mi condición de periodista profesional me obligaba a ello. Para ser objetivo, independiente y veraz se necesita no tener más patrón que tu conciencia, carecer de todo tipo de carnet y no estar sometido a ninguna otra disciplina que no sea la verdad, aunque esta verdad no pase de ser la tuya propia, a veces distorsionada por consideraciones subjetivas.

En mi ya dilatada carrera como «Comunicador Social» he entrevistado a criminales de guerra, traficantes de armas, proxenetas y hasta dictadores: Stroessner del Paraguay; García Meza de Bolivia; Massera, de Argentina; Pinochet, de Chile; Aznar, de España (nos metió en una guerra injustificada y exterminadora) y asistí a una de las últimas proclamas como candidato a la reelección de la presidencia en Perú del sátrapa Fujimori. También estuve al lado de grandes personalidades, como el Papa Juan Pablo Segundo a quien, en México, le ofrecí mi brazo derecho para ayudarle a salir de una situación comprometida en el Seminario Palafoxiano de Puebla. Nadie me acusó, antes de haber sido partidario de tiranos o de haber sido portavoz de las ideas del Pontífice romano.

Escribir acerca de Silo me ha reconciliado con el periodismo sin compromisos y con mi hija Giselle y su madre (mi ex esposa) Gloria, a quienes no comprendí ni acompañé cuando ellas optaron por hacer caso a aquel magnífico pensador y escritor que llamó a «Humanizar la Tierra».

Silo ya no está pero sus palabras siguen fluyendo en el cariño y el respeto que le manifiestan sus herederos y no digo ningún exabrupto cuando afirmo que su mensaje es de futuro. Lean este breve texto de uno de sus libros: «El paisaje interno» y pregúntense si un iluminado pudo haber generado más verdad y sentimientos: *»Veamos qué relación estableces con tu paisaje externo. Tal vez consideres a los objetos, las personas, los valores, los afectos, como cosas expuestas ante ti para que elijas y devores de acuerdo a tus especiales apetencias. Esa visión centrípeta del mundo, probablemente marque tu contradicción desde el pensamiento hasta los músculos (… ) Desde el pensamiento hasta los músculos, todo está educado para contraer, no para soltar. Y, de este modo, aún cuando procedes con generosidad, el cálculo motiva tu desprendimiento. Todo entra, nada sale. Entonces, todo se intoxica, desde tus pensamientos a tus músculos. E intoxicas a cuantos te rodean. ¿Cómo podrías luego, reprochar su «ingratitud» para contigo?»* {Humanizar la Tierra. Ed. Plaza y Janés, págs., 99 y 100. Mayo de 1989}.

*Las tres notas que componen este artículo fueron escritas para El Eco de Sitges*