Silo perdido en el enorme auditorio; silencioso y humilde, era la cabeza visible del gran movimiento humanista que celebraba un Encuentro Internacional en la ciudad de Quito, Ecuador. Invitado asistí complaciente a conocer su ideología, a contactar a los connotados humanistas miembros de los cinco continentes; a Tomás Hirsch, el vocero latinoamericano del humanismo, a Giorgo Schultze, italiano, a Rafael de la Rubia, de Toledo.

Al término del productivo congreso ofreció efectuar el próximo en La Paz Bolivia, en homenaje al proceso pacifista, el discurso político del nuevo gobierno y el proyecto de una nueva constitución con normativas respetables, transformadoras e inéditas.

Entonces conocí a Mario Rodríguez Cobos, mas conocido como SILO, natural de Mendoza, Argentina, se trataba de un filósofo, psicólogo, pensador, líder de un movimiento cultural, político, social y espiritual, extraordinario.
Inicialmente confundido como fanático de una secta religiosa, fue perseguido y calumniado como proselitista de una agrupación anarquista contestataria al régimen militar de Onganía.

Era un hombre sencillo de palabra pero enorme y profundo en la significación de su mensaje. Quedé sorprendido por la trascendencia de sus textos, por el respeto, la adhesión individual y corporativa y sobre todo, por la comunión y enorme felicidad de todos los suyos.

Seres de toda edad mayoritariamente jóvenes, de toda ideología y fe religiosa, de todo idioma, en proceso de construcción del Hombre Nuevo, el proclamado por Jesucristo, Giordano Bruno, Mahatma Gandhi, Luther King, Romand Rolland, Stefan Zweig, Bertrand Russell, Albert Schweitzer, Axel Munthe, Teresa de Calcuta, Luis Espinal, actualmente por Galeano, Frei Betto, Leonardo Boff, Miguel d´Escoto, Gregorio Iriarte, y por el hombre que alcanzó la sublimidad de la vida: SILO.

Toda mi existencia fue un perseguir concepciones políticas y éticas liberadoras del ser humano en el marco de los valores de libertad, democracia, paz, justicia, servicio, beneficencia, autonomía. Creí encontrarlas en el cristianismo, en el marxismo, en el socialismo, en las artes, en la estética, en la profundidad de la filosofía, en el culto a la naturaleza. Muchas veces quedé encantado, otras enormemente frustrado, hasta que en Quito encontré mi horizonte, en el neo-humanismo de Silo.

Sus pensamientos contenían la respuesta a todas mis inquietudes, rectificaban el dogmatismo aprendido, enriquecían la supraestructura del MAS del cual era senador.
A su vez, estudié que el pensamiento andino coincide con la doctrina humanista creada en base al Nóbel Prigogine y a todos los pensadores antes enunciados.
Más tarde lo visité en Punta de Vacas al pie del Aconcagua repetidas veces, y cada vez salí más rico de valores después de oír su palabra. Su muerte fue un acontecimiento de fe, alegría y compromiso.

Alguna vez fui interrogado por mi identificación como socialista humanista. He aquí la explicación; de cerebro y de corazón pertenezco al movimiento al socialismo mas siempre enriquecido de humanismo, ciudadano de izquierda abomino el sistema del mercado globalizado creador de violencia e injusticia, depredador de la espiritualidad, conculcador de la Naturaleza en el tiempo de la postmodernidad; ahora creo firmemente en los valores proclamados por Mario Rodríguez Cobos.

Que todos aprendan su mensaje y lo practiquen para llenarse de ¡Paz, Fuerza y Alegría!; ese el Jallalla, el saludo esplendoroso, el alma, el ajayu con que los humanistas se encuentran.

SILO, falleció recientemente dejando una enorme obra a construir, fue cremado y sus restos incinerados se depositan en los veinte parques del mundo, con aplausos y enorme alegría.

Fue sembrado en el nuestro, en el Parque de Estudio y Reflexión Montecillo, en Tikipaya. Honor a su existencia y a su palabra. La plenitud de su mensaje está en marcha.

Silo eterno hacia la luz.
Paz en el corazón. Luz en el entendimiento.

Gastón Cornejo Bascopé
Del Movimiento al Socialismo Humanista
Septiembre 2010