Los ataques contra inmigrantes es algo que ha venido creciendo recientemente en la Unión Europea pero lo que llama la atención en esta caso es que los gitanos o romaníes son ciudadanos originarios de Rumania o Bulgaria, miembros de este bloque.

El presidente Sarkozy aduce que los que no tengan un nivel económico o de empleo mínimos, aunque sean de la Unión Europea (en particular de los últimos 2 países que han ingresado a esa alianza), deban escoger entre una subvención ‘optativa’ o ser removidos a los Balcanes. Italia aplaude esa iniciativa que quisiera extender a otros sectores inmigrantes.

Villepin, rival de Sarkozy en la derecha gala, sostiene que estas son medidas para captar votos que desacreditan a su corriente. El papa Benedicto XVII ha deslizado sutiles críticas al respecto. Sectores católicos de la coalición gobernante no descartan una posible escisión del oficialismo, mientras que el nivel de aceptación de Sarkozy dentro de la población católica practicante (la mitad de Francia) ha bajado de más del 60% a menos del 50%.

El gobierno retruca que para combatir a la delincuencia hay que erradicar a muchos nómadas gitanos. Diversos curas replican que al crimen se le confronta reduciendo a la pobreza y no a los pobres.

Los ataques contra los gitanos son expresión de una política que ha golpeado a millones de inmigrantes latinos y del Tercer Mundo en la ‘Fortaleza Europea’.

También son una alarma dentro de una Europa que desde 1945 ha buscado romper con el pasado nazi. Durante la II Guerra Mundial Hitler ordenó el holocausto con masacres y cámaras de gas contra 6 millones de judíos y entre medio millón a un millón y medio de gitanos.

En la Europa medieval mientras los judíos fueron un pueblo asentado en los negocios urbanos, los gitanos fueron uno nómada especializado en actividades recreativas. Tras la II Guerra Mundial los primeros impulsaron la creación del estado de Israel al tiempo que han logrado un consenso internacional en contra de cualquier persecución en contra suyo.

En cambio, los gitanos carecen de un Estado o de una representación internacional fuerte que los defienda. En Europa es normal ver diarios que en sus carátulas tengan titulares anti-gitanos.

Diez de los doce millones de gitanos que se cree que hay en el mundo viven en Europa (la mayor parte en la UE), sobre todo en las dos penínsulas extremas del sur (En Iberia, donde habría hasta 1,5 millón de ellos, y en los Balcanes) aunque muchos arguyen que hay entre 2 a 5 millones de ellos en Turquía.

El acusar a los gitanos de ser sinónimo de ‘ladrones’ (tal como en otras latitudes se hace con respecto a los negros) es una demagogia que permite atraer cierta popularidad pero que daña la cohesión social de todo país y permite que en toda sociedad crezca el cáncer del racismo a costa de los derechos humanos y la democracia.

(*) *»Es una política vergonzosa. Es una estrategia electoral. Esto no contribuirá en nada a la seguridad de los franceses». «Su objetivo es meter presión entre la derecha y la izquierda y yo protesto porque la derecha francesa no es así»*, agrega Dominique de Villepin.