**1.- Analicemos la derrota de la Concertación. ¿Cuando fue derrotada?**

Si Chile es hoy un país profundamente inhumano, y sabiendo lo dura que es esta palabra, la digo con responsabilidad, basado en la mala calidad de la salud, de la educación que es un negocio, de las pensiones miserables, del deterioro ambiental, del trato a los pueblos originarios, de la falta de espacios de participación… si Chile es así, es porque todos nosotros fracasamos. Asumir el fracaso en este sistema exitista es muy mal visto. Pues bien, los Humanistas comprendemos que es solo asumiendo que uno ha fracasado, que es posible reflexionar y reencontrar un camino con Sentido.

Mientras se crea que la derrota de la Concertación se produjo recién el pasado 17 de enero, o en la primera vuelta electoral, o mientras se culpe de esa derrota a quienes votamos nulo o se abstuvieron, no se estará mirando a las verdaderas causas de la derrota. La derrota de la Concertación comienza mucho antes, mucho antes. Comienza cuando se alejó de lo que fue su proyecto original: recuperar la democracia con un profundo cambio social. Recuperar la democracia generando un país participativo, más justo, más solidario. Fue para eso que la construimos durante la dictadura.

Ya en 1993, cuando se discutió el programa de Frei, se optó por consolidar el modelo económico, político y social heredados de la dictadura. Ahí nos retiramos los Humanistas. No deja de ser curioso que nadie se preguntó a fondo porqué nos fuimos. Un Ministro, conocidísimo socialista, nos dijo: *»no sean tontos, como van a salirse si se van a quedar sin nada, sin cargos»*.

De proyecto social se pasó a una verdadera Sociedad Anónima: con accionistas, con socios, directorios, cargos, negocios, pero sin proyecto. Por lo tanto su derrota comenzó hace mucho tiempo.

De ahí en adelante, es la crónica de una derrota anunciada.

La gente perdona errores, pero no la corrupción, ni que la olviden, ni mucho menos la arrogancia. Son tantos, tantos los casos que se fueron sumando, que me cuesta creer cuando escucho a algunos dirigentes de la Concertación preguntándose porqué perdieron.

Está la corruptela en cientos de casos y en los documentos de análisis le dedican una línea, media línea a este tema. No la quieren ni mencionar. Afortunadamente, por sanidad mental, uno va olvidando los interminables casos. Pero haciendo memoria así someramente, están los cortes de pasto en refinerías, los escándalos en Efe, del Registro Civil, de Chiledeportes, del Mop/Gate, los sobresueldos, y tantos más. Están Las peleas patéticas por cargos y cupos. Las privatizaciones, el olvido de los sindicatos, de los mapuches, de los estudiantes, de los familiares de víctimas a quienes por años ni siquiera recibieron en La Moneda. Está la práctica ya normal del instalarse en altos cargos en empresas privadas después de ser ministro o diputado. Todo orientado al interés particular. Terminaron inaugurando un hospital de Curepto que no existía. Es la aberración de la política. ¿Y pensaban de verdad que la gente no se iba a frustrar? Díganme, ¿de verdad creían que la gente no se daba cuenta? ¿Que a nadie le importaba? La soberbia y el desprecio por el sufrimiento de los demás están a la base de la derrota.

Fracasó la Concertación y fracasamos también los humanistas porque en su momento no pudimos o no supimos llevarla en una dirección coherente.

Nos salimos e intentamos construir una alternativa unitaria de izquierda. Sin embargo fracasamos nuevamente. Pensamos que era posible anteponer el interés conjunto. Pero no tuvimos la fuerza para levantar una alternativa como la que queríamos. El *Juntos Podemos* perdió su sentido cuando se convirtió en herramienta de negociación.

En definitiva, al progresismo le ha faltado un proyecto que trascienda los intereses particulares. Jugarse por una causa, como fue derrotar a la dictadura.

**2.- Revisemos rápidamente la situación actual:**

a) Así como la izquierda dejó de ser izquierda y el progresismo transó con el capital según la tesis social demócrata, la derecha ya no será tan derecha y la veremos tomando medidas sociales y populares como ya está pasando. En realidad es una suerte de quinto gobierno de la Concertación.

Estamos ante un futuro de partidos híbridos, de distintos sectores.

b) A medida que la crisis financiera mundial avance, como está sucediendo, el capital financiero especulador, la banca, buscará disciplinar a las sociedades y las castigará socialmente a través de medidas de empobrecimiento de los empleos. El Capital no está dispuesto a perder poder en esta crisis y hará pagar al trabajo los costos del esquema productivo derrochador, generador de endeudamiento, aniquilador del ecosistema, que ellos mismos impulsaron. Pagarán trabajadores y pensionados. Las poblaciones se levantarán en desborde social y las disciplinarán con la fuerza, la pobreza y los medios de comunicación.

**3.- ¿Qué queremos ahora? ¿Qué nos convoca?**

Agradezco mucho que me hayan invitado a exponer en este Seminario. La pregunta ahora es qué queremos.
¿Recuperar el poder? ¿Para eso nos debemos juntar? No gracias. Eso es justamente lo que no queremos, lo que ahuyenta a las nuevas generaciones.

Si nos vamos a unir que sea para luchar por un nuevo sistema económico y productivo que frene la ambición del gran capital, que cambie el esquema financiero especulativo, que revise el sistema de los fondos de pensiones para hacer crecer el país y no a los fondos financieros. Trabajemos juntos, pero para preparar un nuevo esquema económico productivo para enfrentar una crisis mundial cada vez más seria. Juntémonos para recuperar el cobre, cuyo robo supera todo lo imaginable. Si nos juntamos, que sea para cambiar el sistema de pensiones, para garantizar la salud digna a las familias, para reestructurar el sistema impositivo garantizando una mejor distribución. Que sea para modificar la perversa relación Capital/Trabajo. Que sea para fortalecer la negociación colectiva y los sindicatos. Que sea para descentralizar el país, para avanzar hacia una democracia real, participativa, plebiscitaria.

Juntémonos pero no simplemente para turnarnos en el poder, no para repartir un botín. No nos interesa juntarnos para elaborar un lindo decálogo para que la gente se entusiasme y nos vote.

Juntémonos a construir un proyecto que, más allá de coyunturales victorias o derrotas, le de sentido a nuestras vidas.

Muchas gracias.

*Tomás Hirsch, 17 de Mayo 2010*