IDAHO celebra la conmemoración del 17 de mayo de 1990, cuando la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su catálogo de trastornos mentales.

Portugal celebra este día y ha sido el octavo país del mundo en legalizar el matrimonio homosexual uniéndose así a Bélgica, Canadá, Holanda, Noruega, Sudáfrica, España y Suecia. Y ello a pesar de que el Papa, en su visita al país ibérico la semana pasada, se refirió al matrimonio homosexual como “insidioso y peligroso” afirmando que la familia “se basa en el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer”.

El matrimonio homosexual está ganando aceptación por todo el mundo y está evolucionando en América Latina, EE.UU. y la Unión Europea. Así, quienes sufren violencia y discriminación albergan cada vez más esperanzas de que algún día conseguirán la igualdad legal respecto a sus vecinos heterosexuales.

La ministra de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Catherine Ashton, declaró a IDAHO que “La Unión Europea rechaza y condena cualquier manifestación de homofobia, ya que este fenómeno supone una flagrante violación de la dignidad humana. La discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género es incompatible con los principios básicos sobre los que se fundó la UE, y nuestro cometido es y seguirá siendo prevenir y erradicar la discriminación en base a los seis principios citados en los Artículos 10 y 19 del Tratado sobre el Funcionamiento de la UE, entre los que se incluye la orientación sexual”.
El presidente polaco del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, dijo en un video-mensaje que “La homofobia es una clara violación de la dignidad humana… y debemos condenarla rotundamente.” Añadió que la UE debe continuar oponiéndose a la homofobia dentro y fuera de la Unión Europea.

En contraste con todos los mensajes positivos de Europa, el panorama no es tan halagüeño para los gays y lesbianas en otras partes del mundo. En Malawi, los jóvenes Steven Monjeza y Tiwonge Chimbalanga han sido declarados culpables por el “crimen” de homosexualidad. Peter Tatchell, el activista de derechos humanos británico y fundador del grupo de presión Outrage!, ha dicho en una declaración que “han sido condenados según una ley discriminatoria que sólo se aplica a relaciones entre personas del mismo sexo. Es inconstitucional. El artículo 20 de la constitución de Malawi garantiza la igualdad y la no discriminación. La ley en Malawi no debe discriminar”.
Tatchell ha denunciado que el sistema legal de Malawi es un vestigio de la ley colonial británica: “Las leyes antigays de Malawi no fueron creadas por los malawianos, sino que fueron concebidas en Londres en el siglo diecinueve e impuestas a la población de Malawi por orden de los colonizadores británicos y su ejército de ocupación. Antes de que los británicos llegaran y conquistaran Malawi, no existían leyes contra la homosexualidad. Estas leyes son una imposición externa. No son leyes africanas”.

Antes del veredicto, Tiwonge y Steven han publicado un desafiante mensaje desde su celda en prisión en el que afirman su amor mutuo y agradecen a todos los que les han apoyado en Malawi y en todo el mundo.
En él, Tiwonge decía: «Amo a Steven. Si la gente del mundo no me da la oportunidad y la libertad para seguir viviendo con mi amante, entonces prefiero morir aquí en la prisión. La libertad sin él no tiene ni sentido ni significado».
«Hemos recorrido un largo camino y aunque a nuestras familias no les guste, jamás dejaré de amar a Tiwonge», dijo Steven.
Los dos jóvenes africanos han sido adoptados como prisioneros de conciencia por Amnistía Internacional. Amnistía ha declarado lo siguiente: “Amnistía Internacional declara prisioneros de conciencia a los dos hombres, encarcelados únicamente por mantener una relación consensual entre personas del mismo sexo, y ha pedido a las autoridades de Malawi la libertad inmediata e incondicional de ambos”.
Está previsto que se dicte sentencia el jueves 19 de mayo. Conforme a las leyes de la era colonial de Malawi podrían enfrentarse a una condena de hasta 14 años de prisión.

Traducción al español: Teresa Cañete