Pobladores, organizaciones ambientalistas y comunidades indígenas del río Xingú, en la Amazonía brasileña, dieron inicio el 8 de abril a un Encuentro Nacional para delinear un plan energético que tenga en cuenta la visión de los pueblos. En el primer día del encuentro, concurrieron cerca de 700 personas provenientes de todos los Estados, con una amplia participación de jóvenes nucleados en el Movimiento Afectados por Represas (MAB, por sus siglas en portugués).

El proyecto se propone como alternativa superadora a la matriz energética actual, dependiente en un 90% de grandes proyectos hidroeléctricos de fuerte impacto socio-ambiental. El Encuentro finaliza el 12 de abril con una gran manifestación pacífica en contra de la construcción de la represa de Belo Monte que, cuando entre en funcionamiento, será la tercera mayor del mundo.

La capacidad instalada planeada para la misma será de 11 mil MW, por lo que será la segunda mayor hidroeléctrica brasileña (después de la gigantesca Itaipú de 14 mil MW), y la tercera del mundo detrás de Tres Gargantas (China), representando el 11% de la potencia instalada de Brasil. La represa tiene un costo estimado de 3 mil millones de dólares, y la línea de transmisión otros 2,5 mil millones.

El proyecto es criticado por organizaciones ambientalistas, pues supone la inundación de 500 kilómetros cuadrados de terrenos agrícolas y bosques, impactando directamente el área indígena Paquiçamba de la etnia Juruna. Para ser viable, la represa principal necesitaría de otras represas aguas arriba para garantizar un año de flujo circulante de agua, lo que significaría la inundación de más bosques. Por otra parte, se cree que el proyecto requerirá excavaciones equivalentes a la obra del canal de Panamá y que provocará decenas de miles de desplazados.

Como se sabe, la energía hidráulica es renovable pero conlleva un fuerte impacto socio-ambiental irreversible pues, para producir electricidad a gran escala, se necesita construir gigantescas represas que generan grandes embalses, inundando definitivamente vastas regiones y desplazando a miles de familias y comunidades. Aparte, la alta concentración de agua estancada conlleva la proliferación de larvas de mosquitos que sirven como vectores para diversas enfermedades en regiones ya afectadas por fiebre amarilla, dengue y paludismo. En Brasil, las hidroeléctricas participan con el 90% en la producción de la electricidad, mientras que en los países europeos, como España por ejemplo, éstas no superan el 15%.