El ofrecimiento de establecer un “paragüas atómico” para Medio Oriente por parte del presidente de Estados Unidos Barack Obama a su par egipcio, Hosni Mubarak, durante una cumbre reciente en Washington reavivó la polémica por los supuestos efectos disuasivos de esta política y la problemática de la proliferación nuclear en la región.

“Egipto no será parte de ningún paraguas nuclear estadounidense que busque proteger a los países del Golfo Pérsico o Arábigo”, declaró Mubarak el lunes 17 de agosto en el periódico egipcio Al-Ahram. “Medio Oriente no necesita ninguna potencia nuclear, sea Irán o Israel. Lo que necesitamos es paz, seguridad, estabilidad y desarrollo”, afirmó.

La acusación por parte de Estados Unidos, la Unión Europea e Israel de que Irán –país firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) de 1968- intenta desarrollar un programa nuclear con fines bélicos ha puesto en jaque la posición de los países árabes moderados que se oponen a una carrera armamentística en la región.

Una fuente diplomática egipcia dijo a la International Press Agency (IPS) que Washington “carece de toda legitimidad para demandarle a Irán, que no ha desarrollado ningún arma nuclear, que frene su programa nuclear, mientras trata con manos de seda a la única potencia nuclear demostrada en la región (Israel)”

Mubarak, que puso este argumento sobre la mesa durante su reunión con Obama, agregó: “Egipto siempre declaró que si Estados Unidos hubiera presionado a Israel para que desmantelara sus armas nucleares ahora estaría en una posición fuerte y legítima para frenar cualquier potencial aspiración nuclear iraní”.

Según datos del Instituto Internacional de Paz de Estocolmo (SIPRI), Israel, India y Pakistán son los tres países no firmantes del TNP con más ojivas desplegadas luego del bloque de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia).

El Tratado se basa en tres pilares: el compromiso de los Estados Nuclearmente Armados a no transferir armas, tecnología o conocimiento nuclear a otros países y el de Estados No Nuclearmente Armados a no tratar de desarrollarlas; la reducción progresiva de los arsenales nucleares existentes y “el derecho inalienable de todos los estados a desarrollar la energía nuclear para fines pacíficos”.

El TNP, sin embargo, enfrenta múltiples desafíos. Por un lado, no se han registrado procesos de desarme nuclear significativos por parte de ninguna de las potencias mundiales. Por el otro, que el uranio enriquecido pueda ser utilizado tanto para fines energéticos como para el desarrollo de cabezas nucleares, implica que la única barrera para su construcción es el compromiso político de los países con la no-proliferación.

El “paraguas nuclear”, por su parte, consiste en la promesa de Estados Unidos de tomar la represalia con armas nucleares si un país aliado fuera victima de ataque nuclear. Esta política, que se remonta a la época de la Guerra Fría, forma parte de las alianzas de seguridad entre Estados Unidos y estados sin capacidad atómica como Japón, Corea del Sur y buena parte de Europa, Turquía, Canadá y Australia.

Los partidarios de este mecanismo afirman que tiene una capacidad disuasiva, pues para algunos países constituyó una alternativa política a la adquisición de armas por sí mismos. A modo de ejemplo, Japón desistió de su programa nuclear en 1964, luego de la primera prueba atómica de China y que EEUU le proveyera de un “paragüas nuclear” propio como respuesta a esta sensación de amenaza.

Sin embargo, el acuerdo de provisión de combustible nuclear por parte de EEUU a la India de marzo de 2006 despertó fuerte críticas, pues se trata de un país que no sólo no firmo el TNP sino que mantiene una carrera armamentística con Pakistán, un vecino con el que ha mantenido tres guerras en 60 años. De hecho, Pakistán probó por primera vez un dispositivo nuclear en 1998 como respuesta a pruebas de la India.

La Conferencia de Revisión del TNP planeada para mayo de 2010 es percibida por los especialistas en la materia como crítica para su consolidación. El tema fue incluido en la agenda de la XXI Conferencia de las Naciones Unidas sobre Asuntos de Desarme que se llevó a cabo del 26 al 28 de agosto en Nigata, Japón. El país anfitrión es el único que sufrió bombardeos nucleares en la historia y es un de los principales opositores a este tipo de armamento.