Por no hablar del calor de más de 30 grados Celsius durante todo el día y la noche. El ritmo de Tokio es bien diferente del que hemos experimentado en las provincias que hemos visitado en los últimos días de las ceremonias de agosto, en memoria de las tragedias nucleares del final de la II Guerra Mundial. Hiroshima es una ciudad de tamaño medio, pero tranquila, y Nagasaki es una aldea en comparación con la capital japonesa. ¿Encontraríamos también alguna expresión de Paz en Tokio, al igual que en las provincias? Después de buscar un poco, por fin la encontramos.

Deambulando por allí mismo, en medio de la locura de Shinjuku, de repente apareció la entrada de un templo. Pasamos por debajo del portal (llamado “tori”), cuya función es precisamente separar el espacio profano del sagrado y… en un minuto, todo el barullo, la aglomeración y la polución visual desaparecieron; tras subir las escalinatas vimos a algunos visitantes que hacían sus oraciones y reverencias.

A la salida, vi un estanque de agua pura y cristalina con una especie de platillo de madera. Bebí y me mojé las manos para refrescarme ante el intenso calor. Ahí estaba el «Japón de la Paz», como en la canción de Gilberto Gil, en pleno centro de la megalópolis.

No solo en ese barrio encontramos tranquilidad, sino también en el Parque de Ueno, con sus templos y museos, e incluso en la agitada y comercial Ameyoko (una especie de calle de 25 de marzo japonesa) se halla un templo de 400 años de edad, perdido en medio de los gritos de los tendederos.

Además de en los templos y parques, también encontramos la paz en los recuerdos de las conversaciones que mantuvimos con las ONG pacifistas japonesas. Fueron contactos fructíferos, con Peace Boat, Greenz, Peace not War y otros con quienes pretendemos divulgar sus propuestas y actividades a través de Pressenza, así como organizar acciones conjuntas por medio de la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia.

**El editor de Pressenza, Alexandre Sammogini ha sido invitado por las prefecturas de Hiroshima y Nagasaki a la ceremonia en memoria de las víctimas de la bomba atómica. El 5 de agosto el periodista participó en un acto simbólico en el que se encendió una antorcha de la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia.**

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*(Traducción del portugués al español: Pilar Royo)*