En su reunión más reciente y para nuestra decepción, Obama y Medvedev sólo acordaron reducciones menores de sus respectivos arsenales nucleares, porque Estados Unidos no está dispuesto a cancelar sus planes de instalación de bases de misiles y radares en Polonia y la República Checa, lo cual Rusia ve como una amenaza a su seguridad. Esencialmente, hemos vuelto al punto de partida, la cumbre de Reagan-Gorbachev en 1986, cuando fracasaron trágicamente las negociaciones a favor de la abolición total de armas nucleares, porque Reagan se negó a abandonar los planes de Estados Unidos – la Iniciativa de Defensa Estratégica más conocida como “Guerra de las Galaxias” – para dominar el espacio.
Del mismo modo, en cada oportunidad Clinton rechazó la propuesta de Putin de reducir los arsenales nucleares a 1.000 ojivas.

Después de la ratificación de Rusia del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START) II y el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares del 2000, Putin convocó a nuevas conversaciones para reducir de 3.500 a 1.500 o incluso a 1.000 los misiles de largo alcance, elevando así la apuesta contra los propios niveles planeados de 2.500 ojivas nucleares. Putin acompañó su propuesta de avanzada con la severa advertencia de que se retirarían de la mesa todos los ofrecimientos de Rusia, si Estados Unidos continuaba con el sistema estratégico Defensa Nacional de Misiles (NMD), en violación del Tratado sobre Misiles Anti-balísticos (ABM). Increíblemente, los diplomáticos “temas de conversación” de Estados Unidos, que Rusia filtró al Bulletin of Atomic Scientists [Boletín de Científicos Atómicos], revelaron que Clinton instaba a Rusia a no temer el NMD, en tanto mantuviera las 2.500 armas en alerta de lanzamiento sobre aviso, prontas a dispararse. Al tiempo que rechazaba la oferta de Putin de reducir a 1.000 las ojivas nucleares, ¡Estados Unidos le aseguraba a Rusia que con 2.500 ojivas nucleares podría superar el escudo NMD y descargar un «contraataque aniquilante”! Si en cambio la administración Clinton hubiera adoptado el plan de Putin, Estados Unidos y Rusia habrían podido convocar a todos los estados poseedores de armas nucleares — incluso los que cuentan con arsenales de cientos o menos — para negociar un tratado que prohibiera la bomba. Bush se retiró unilateralmente del Tratado de Limitación de Misiles Balísticos y continuó con los planes de Estados Unidos «para dominar y controlar el uso militar del espacio, a fin de proteger los intereses y las inversiones de Estados Unidos», tal como se expone en la declaración de misión del documento Visión para el 2020 del Comando Espacial de Estados Unidos y el Informe de la Comisión Rumsfeld del 2000.
Si Obama hubiera estado dispuesto a renunciar al ilusorio escudo de misiles de Estados Unidos (que no ofrece protección ninguna contra la llegada de misiles, ya que los mismos podrían dispararse conjuntamente con una cortina de señuelos indistinguibles, volviendo inútiles las defensas anti-misiles), Rusia bien pudo haber acordado mayores reducciones de sus mutuos arsenales nucleares, que en conjunto suman hoy aproximadamente 25.000 ojivas y sólo alrededor de 1.000 más en poder de los otras siete potencias nucleares, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. Si Estados Unidos y Rusia acordaran reducir sus arsenales de bombas nucleares a 1.000 o menos, tendrían la autoridad moral necesaria para convocar a la mesa de negociaciones a todos los estados poseedores de armas nucleares, a fin de eliminarlas.
Las numerosas respuestas de expertos y comentaristas de Estados Unidos, sumamente críticas y desdeñosas contra la meta de abolición nuclear de Obama, demuestran a las claras que, para llegar a un mundo sin armas nucleares, Obama deberá superar la resistencia tanto de resabios oxidados de la Guerra Fría que perviven en el Pentágono como de los laboratorios de armas. También deberá enfrentar a los impulsores de armas espaciales y escudos de misiles: millones de dólares que gastan del modo más inconsciente los contratistas del Pentágono, hoy por hoy antiguos miembros del Congreso y sus asesores. Este corrupto sistema de “puerta giratoria”, donde los mismos individuos pasan una y otra vez de altos cargos gubernamentales a la presidencia de grandes industrias y viceversa, ejerce presión sobre el Congreso y financia las campañas de re-elección de los miembros en quienes se confía para mantener el complejo militar-industrial-académico y del Congreso, en detrimento del desarme nuclear y la paz mundial.

*Alice Slater es Directora de Nuclear Age Peace Foundation (Fundación por la paz en la era nuclear) y fundadora de [Abolition 2000](http://www.abolition2000.org)*