La determinación del presidente Obama de dar a conocer los «memorándum de la tortura» fue un triunfo importante e inusual para la transparencia y demandó un valor considerable. Sin embargo, su decisión de no enjuiciar a los agentes de la CIA que perpetraron actos de tortura, alegando que sólo cumplían órdenes, atenta contra el derecho internacional y de EE. UU, traiciona los reclamos del presidente mismo hacia la responsabilidad y la renovación moral, y ofende la integridad humana, la moralidad y el sentido común.

Algunos creen que la decisión del presidente deja las puertas abiertas para el enjuiciamiento de los altos cargos de la administración de Bush quien estableció el plan de acción e intentó brindar una «cobertura» legal para la CIA. A pesar de que estos son los hechos ilícitos más importantes a procesar, parece poco probable dentro del contexto de la amnistía para aquellos que realmente estuvieron en la sala. Recordemos de qué estamos hablando. La tortura es el peor crimen imaginable después del asesinato. El asesinato destruye el futuro de la víctima por completo, pero la tortura inflige dolor y sufrimiento intolerables (de hecho, la tortura está diseñada con la intención de ser inaguantable) y deja una marca en el futuro de la víctima con el recuerdo del sufrimiento físico y psicológico que ha padecido. Es por eso que la tortura es un delito según el derecho internacional y de EE. UU. Como es insoportablemente, completamente y moralmente repugnante y deshumanizante para la víctima, también lo es para el torturador y para la sociedad que lo permite o que se calla ante el hecho.

Los defensores de la tortura sostienen que la misma ha salvado vidas (estadounidenses), pero no proporcionan ningún tipo de evidencia a favor de este reclamo. Hay muchas más probabilidades de que la tortura sea, en realidad, contraproducente como herramienta para recuperar información y que deje a los estadounidenses en una situación de menor seguridad.

Pero aún cuando hubiera «funcionado», **la tortura seguiría siendo un método equivocado.** La manera más clara de darse cuenta de este hecho es a través del punto de vista del principio moral más elevado de la humanidad, que es ampliamente reconocido tanto por las corrientes religiosas como humanistas: la Regla de Oro que dice “Trata a los demás como quisieras ser tratado». ¿A quién le gustaría que lo torturaran?

La decisión del presidente fue desacertada en muchos aspectos. Cuando Obama invocó lo que esencialmente es la defensa Nuremberg (que los agentes creyeron que lo que estaban haciendo era legal), abrió las puertas para torturas venideras al establecer el precedente de la inmunidad. Sin responsabilidad, no hay esperanzas de justicia y sin consecuencias por los actos criminales, la ley no tiene sentido. Y al sugerir que los agentes torturaron de buena fe, Obama respaldó sutilmente la noción de que la tortura se justificaba de alguna manera.

Finalmente, la odiosa idea de que la violencia funciona, de que todo está bien (cuando se hace de nuestro lado), debe ser derrotada. No se puede solucionar la violencia con más violencia y la violencia jamás nos brindará mayor seguridad. Tampoco es audaz ser violento. La no violencia exige mucha más fuerza y coraje, y nos desafía a enfrentar nuestra propia violencia interna al mismo tiempo que luchamos contra la violencia social que causa tantos pesares a la humanidad.

En febrero de 2008, los nuevos humanistas apoyaron a Barack Obama para presidente. En aquel momento, dijimos: *»Barack Obama… claramente rechaza la tortura, ha prometido cerrar Guantánamo y restituir el hábeas corpus.»*

Me gustaría poder decir que Obama ha mantenido sus promesas. En otros frentes, ha logrado dar pasos importantes: el llamamiento para la abolición de las armas nucleares, la propuesta para un presupuesto más justo y más humano, y un cambio total en el tono de la política y gestión pública exteriores.

Pero, a pesar de que se ha programado el cierre de Guantánamo, su administración continúa la política de Bush de mantener detenidos a los prisioneros, sin derecho al hábeas corpus en una prisión de Bagrám, Afganistán. El presidente Obama ha rechazado la tortura mediante palabras, ahora debe hacerlo mediante acciones.

Eso es lo correcto.