Paralelamente a la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños se formalizó la creación de la Celac Social, un espacio integrado por más de 300 organizaciones políticas, sociales y sindicales de América Latina y el Caribe, del que participó activamente el Foro de São Paulo y su Secretaria Ejecutiva, la brasileña Mónica Valente.

En entrevista colaborativa al Foro de Comunicación para la Integración de Nuestra América (FCINA), Valente se refirió entre otros temas a la importancia de la integración regional y la necesidad de preservar esta parte de planeta como zona de paz a pesar de la presiones de la OTAN; al valor de que un país insular caribeño como San Vicente y las Granadinas detente la presidencia pro témpore de la Celac; el rol geoestratégico de Brasil; la necesidad de visibilizar las luchas de pueblos masacrados como el caso de Perú y de Haití; y el preocupante avance de la ultraderecha.

En la entrevista participaron Jimena Montoya (Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico), Mariano Vázquez (Colectivo Sangrre), Felipe Bianchi (Centro de Estudos da Mídia Alternativa Barão de Itararé), Paula Giménez (NODAL) y Javier Tolcachier (Pressenza).

¿Qué mecanismos concretos, qué experiencias cercanas de otros procesos de integración entre pueblos y entre Estados podemos rescatar para nuestros proyectos políticos que están siendo amenazados?  

Tuvimos un primer período de gobiernos progresistas y populares en América Latina y el Caribe en el que buscamos construir órganos multilaterales, espacios de concertación, de construcción de unidad en la diversidad para fortalecer el Mercosur, la Unasur y luego la Celac. Con el cambio de la correlación de fuerzas en los gobiernos, por los golpes, amenazas, lawfare y, en algunos casos, por elecciones, tuvimos dificultades para que la integración tuviera continuidad. Es esencial que los movimientos populares, sociales, políticos, sindicales puedan incidir sobre esos procesos institucionales, llevar sus propuestas, dialogar con la presidencia pro témpore, con los grupos de trabajo para poner sobre la mesa nuestras reivindicaciones, nuestras visiones. La integración sólo ocurrirá si los pueblos son los protagonistas. Por eso fue muy importante para la Celac Social entregarle al flamante presidente pro témpore, Ralph Gonsalves (primer ministro de San Vicente y las Granadinas) nuestro documento de la Celac Social. Es una fortísima idea la de crear ese foro para incidir en la construcción de la Celac.

Estuviste en Buenos Aires en el lanzamiento de la Celac Social que ya cuenta con más de 300 organizaciones y se logró visibilizar la dramática situación de Perú y Haití, ¿observas a este espacio como una oportunidad para que estos países sean vistos y oídos?

Los órganos multilaterales tienen su institucionalidad y a nosotros nos corresponde poner sobre la mesa los problemas que los pueblos están viviendo y sugerir soluciones. Mira la masacre en Perú, casi 60 personas muertas en manifestaciones democráticas y una crisis que parece sin fin. Hay que tener una preocupación y una acción para ayudar al pueblo peruano a superar ese momento tan difícil que ellos viven, así como en Haití. Por ejemplo, también lo que pasa con la vicepresidenta Cristina Kirchner en Argentina, que sufre una persecución hedionda, y vivimos el mismo guión con el presidente Lula. Por eso, hay que incidir para que la Celac institucional pueda crear espacios de concertación y diálogo para superar esos problemas.

La pandemia contribuyó a acelerar un proceso de transformación profunda, de digitalización y aumento de la desigualdad ¿Qué tareas deben asumir las organizaciones, los gobiernos y bloques de integración en relación a este momento que estamos viviendo como humanidad?

La declaración final de la Celac tiene un capítulo sobre el mundo digital, la democratización del acceso a internet para los pueblos de manera pública. Se necesita una regulación porque las llamadas noticias falsas tienen mucha incidencia política en los pueblos. Son mentiras que son difundidas por medio de redes sociales, con mucha plata, con financiamiento que no sabemos de dónde viene. Por ejemplo, el ataque terrorista que vivimos el 8 de enero en Brasilia fue organizado por fakes news. Hay que pensar cómo esas nuevas tecnologías impactan a nuestros pueblos desde el punto de vista de la sociabilidad, de la construcción de instrumentos colectivos de participación e incidencia política porque el mundo digital es un mundo solitario y nosotros sabemos que la acción colectiva es la que es capaz de cambiar las cosas. La pandemia demostró que es esencial para la integración latinoamericana y caribeña que podamos concertar cadenas productivas regionales para que todos nuestros países se involucren en un proyecto de desarrollo con beneficios para nuestros pueblos.

Primera vez que una nación insular anglófona del Caribe va a presidir la CELAC, ¿qué importancia tiene este hecho?  

Es una gran felicidad que vamos a tener un presidente pro témpore del Caribe y de una nación insular, porque pone de relieve cosas que nos pasan desapercibidas como son los efectos del cambio climático en las naciones insulares, porque no solo es la Amazonia y la destrucción que ha hecho (Jair) Bolsonaro o la tragedia humanitaria de los yanomamis, que nos da mucha vergüenza. El otro tema es el idioma, como Foro de Sao Paulo hacemos un esfuerzo para hacer reuniones con interpretaciones, el lenguaje es una manera de intercambiar ideas, de socializarnos. Nuestra América, por nuestra historia y lucha, es una patria latinoamericana y caribeña. Miramos el ejemplo histórico de Haití que fue uno de los primeros países en acabar con la esclavitud y que impactó en otros países. Las luchas de los pueblos caribeños hacen parte de nuestra lucha.

¿Cuáles son las expectativas en relación a Brasil en la región en esta nueva etapa que se inicia?

Había una expectativa muy grande antes de la elección de Lula en los países y pueblos de la región para poder derrotar a Bolsonaro. Brasil tiene una importancia geoeconómica y geopolítica estratégica, y por su tamaño, con 213 millones de habitantes. Para cualquier idea de integración, Brasil debe estar involucrado y no de manera imperialista, sino en forma de cooperación, que fue siempre la política de Lula y el PT.

Con la llegada de Lula al poder se completa un cuadro interesante de gobiernos progresistas, ¿cómo garantizamos que esos éxitos que se dieron en las urnas se transformen en conquistas populares?    

La situación no es sencilla para nuestros gobiernos, seguimos con la crisis económica del capitalismo mundial desde 2008 que no se ha resuelto, seguido luego de la pandemia, que acentuó la desigualdad, y ahora con el conflicto Rusia-Ucrania, que tienen mucho impacto en la economía. La posibilidad de avance en la estrategia de integración regional con igualdad, democracia, justicia social lo lograremos si los pueblos están participando como protagonistas. También debemos considerar el crecimiento de la extrema derecha que busca legitimarse como un movimiento de masas. Mi convicción es que la lucha de resistencia de nuestros pueblos nos hace siempre seguir teniendo muchas esperanzas y los pueblos siempre vuelven.

Hoy podemos decir que el fascismo está a la puerta de nuestras casas y vemos a VOX articulando con movimientos de extrema derecha en la región, ¿cómo nos podemos oponer a este neofascismo naturalizado además en los medios?

Hay una tentativa de normalizar al fascismo como si fuera una opinión política más. Me da mucho miedo, pero algunos hechos muestran que los pueblos aprenden: antes del golpe de enero en Brasil había más gente que se identificaba con las ideas golpistas de Bolsonaro que tuvo 49% de los votos, ahora bajó para 30% su aprobación porque asustó a la sociedad. Por eso es importante el proceso judicial, saber quién financió, quién organizó, para que sea un aprendizaje de la sociedad brasileña y que nunca más ocurra. Fidel Castro menciona la batalla de las ideas y tenemos que volver a ocuparnos de ese tema: la cultura, los valores.

¿En qué condiciones como región tenemos que firmar un acuerdo con la Unión Europea para garantizar el bienestar de nuestros pueblos?

Lula fue muy claro en este punto: sí tenemos que hacer el acuerdo, pero hay que actualizarlo y debatir algunos puntos que para los latinoamericanos y caribeños son esenciales. Los europeos están desesperados. Pero no hay que negociar individualmente como lo está intentando Uruguay. Por ejemplo, no podemos aceptar un acuerdo que impida nuestra reindustrialización. Hay aspectos de integración muy sencillos que en la pandemia no se coordinaron. Cuba fue ejemplo de todo lo que se puede hacer: hizo cinco vacunas.

¿Qué opinión te merece el intento de los países de la OTAN de extender el conflicto bélico en Europa del Este a nuestra región y cuál debe ser el papel de la CELAC en defensa de la paz?

Es un riesgo muy grande si dejamos a la OTAN militarizar con su perspectiva de guerra a nuestra región, que es una región de paz por nuestra tradición. Por eso entre nuestros países construimos procesos de concertación. La CELAC tiene una gran importancia, en ese sentido, de tener en su concepción y estructura modos para blindar a la región de esta tentativa de traer un conflicto mundial. Nuestros tres presidentes (Lula, Alberto Fernández y Gustavo Petro) fueron claros al decir que no vamos a participar de esa guerra tercerizada por Estados Unidos.