En noviembre de 1989, el muro de Berlín volaba en pedazos y, al mismo tiempo, los miles de graffitis realizados desde 1961 por artistas comprometidos, venidos de los cuatro continentes del planeta, para cubrirlo con el objetivo de denunciar su presencia.
Exactamente veinte años después, en noviembre de 2009, se seguirá tratando de un muro, pero esta vez, no de un muro de la vergüenza, que algunos llamaban “la muralla”, si no de un muro de la Paz, portador de esperanza.

¿De qué se trata ? De la iniciativa de un grupo de jóvenes del Centro Cultural Siembra Arte, de la comuna de Peñalolén, en Santiago de Chile. El alcalde, Señor Claudio Orrego Larrain, adhirió a la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia y los jóvenes están en contacto con la asociación Mundo sin guerras que es la promotora. Gracias al entusiasmo y la persuasión, estos jóvenes obtuvieron que la municipalidad pusiera a su disposición un largo muro de una avenida de la ciudad que bordea viñas.

El proyecto consiste en cubrir este muro de 1.000 metros de largo, con obras pictóricas sobre un tema común: la paz, la no-violencia y el desarme nuclear. ¡Algo nunca antes visto!… En el mismo ámbito, el actual récord Guiness fue otorgado en 2007 a un muro de 700 metros realizado en España. Aunque esta no es ni remotamente la motivación principal de los protagonistas, ese récord será superado.

De manera muy rápida, las redes de grafiteros se activan, las primeras reuniones movilizan “jefes de tribus” y artistas autónomos, responsables de Mundo sin Guerras coordinan la logística, las energías se reúnen. Resultado: más de 500 personas inscritas, en su mayoría jóvenes, provenientes de todo Chile y también de Argentina, Brasil, Perú, Paraguay, Costa Rica, México, España, Francia y Canadá, para cubrir el muro durante los días 13, 14 y 15 de noviembre.

Además de los 500 artistas, unos cien voluntarios se movilizan alrededor del proyecto, bajo el auspicio de la municipalidad. Así, para cubrir 2.000 m2, harán falta aproximadamente 2.000 litros de pintura, ofrecidos por la sociedad Sherwin Williams… y por supuesto, el evento se llevará a cabo bajo la mirada de la población local.
El graffiti es un arte que molesta, provocador, rebelde, usualmente incorrecto a nivel político y que apunta a la sociedad enferma. Incomoda sobretodo porque está a la vista de todos, en la calle. No es sorprendente que algunos se opongan a considerarlo como un arte, prefiriendo calificarlo de vandalismo. Sin duda, estas personas son adeptas o funcionarios de la publicidad aséptica, que también se encuentra sobre nuestras paredes, antítesis del arte, con una única misión: transportarnos hacia los lugares de consumo.

La función del arte es al menos triple: primero, el artista saca fuera de sí sus propios contenidos y así se libera de ellos de manera catártica, provocando una identificación del observador que reconoce esos mismos contenidos en sí mismo; el artista puede entonces transferir sus propios contenidos manifestando fuera de sí nuevos mundos, creados integralmente, frutos de una madurez, de una especie de alquimia y provocando una adhesión del observador que percibe la comprensión del artista pues también es la suya; y finalmente, el artista, mediante sus producciones, puede permitir trascender hacia espacios nuevos, desconocidos, encontrando un eco en el observador en búsqueda de lo que también hay de muy profundo en sí mismo.

Si el graffiti incomoda, también es la prueba de que está vivo. En su obra Graffiti, regularmente reeditada desde 1960, Brassaï habla de Arte Marginal, primitivo, efímero, del que Picasso participaba. Guernica, fresco monumental de 3 metros y medio por casi 8 metros, se convirtió en la obra de referencia para denunciar la guerra. De esta manera, precursor de los grafiteros, el mismo Picasso también provocaba cuando, durante la segunda guerra mundial, a un embajador nazi que le preguntaba: “¿Fue usted quien hizo Guernica?”, el respondió: “¡No, fue usted!”.

Efectivamente, el arte tiene por función de remitir a sí mismo y a veces eso hace daño, como lo expresan ciertos grafiteros que califican sus pinturas de quemadura.

Los arqueólogos dudan en considerar como graffiti todas las pinturas prehistóricas de Lascaux. No obstante, se trata de murales, sin duda los primeros de la humanidad. Pero ¿Quién sabe cómo se habrá considerado a los autores hace 16.000 años? ¿Como vándalos, locos, magos, iluminados? ¿Contribuyeron ellos a permitirle al hombre de las cavernas dar un paso más en su evolución?
Nos maravillamos frente al Juicio final, fresco de 20 metros de alto por 10 metros de largo, pintado por Miguel Ángel hacia 1515, sobre el muro de la Capilla Sixtina en el Vaticano. No nos dicen que para la época el fresco hizo escándalo, debido a los 400 personajes que en él son representados, completamente desnudos.
Mientras que Miguel Ángel recibía sus pedidos del papado, el mejicano Diego Rivera, figura emblemática del muralismo a principios del siglo XX, no solamente ataca a la iglesia y al clero en sus obras, si no que también supo contar con pinturas muy coloridas, la historia del pueblo mejicano, colonizado durante mucho tiempo.

El graffiti está presente en los momentos fuertes de la historia. Encontramos sus huellas en el Valle de los Reyes, en Egipto; en Tikal en Guatemala, uno de los principales sitios arqueológicos mayas; en Turquía, con el alfabeto rúnico utilizado por los antiguos pueblos anglosajones; o en los Varègue, esos Vikingos de Dinamarca y de Suecia; en Constantinopla, en las catacumbas romanas, sobre las paredes de las cárceles de la torre de Crest, en Francia, donde, hacia 1850, los protestantes eran encerrados por razones religiosas o políticas; durante las revoluciones; bajo la ocupación (Reichstag cubierto de graffitis por las tropas rusas); durante la guerra de Argelia; en el mayo francés de 1968; más recientemente en el metro de Nueva York; sobre las paredes de Hiroshima, etc.

El graffiti no es solamente una rebelión, también puede ser un camino, una invitación a pensar, a ver de otra manera, un pasaje a otra realidad, una invitación a salir de los marcos establecidos. En todo caso, esta forma de expresión no deja a nadie indiferente. Así por ejemplo, recientemente, el pasado abril, en el Gran Palacio de París, la primera exposición internacional de graffiti recibió a más de 80.000 mil visitantes en un mes.

¡Felicitemos anticipadamente a estos 500 grafiteros que deberían darnos un gran respiro, pues hay que abrir nuevas ventanas en este mundo que se vuelve sofocante!…
¿Qué nos van a decir estos jóvenes a través de sus miradas y de sus sensibilidades, con frecuencia a flor de piel? ¿Hacia qué nos van a dirigir sus obras? ¿Qué quiere decir la paz para ellos? ¿A qué paz nos remitirá su pintura? ¿Cómo expresarán su rechazo de la violencia? ¿Nos incitará a adoptar definitivamente una actitud no violenta? ¿Cómo van a mostrar el monstruo nuclear? ¿Qué toma de conciencia van a despertar en nosotros?

Felicitemos esta audaz manifestación cultural que consiste en volver tangible un pensamiento y un sentimiento colectivo que parece decir: ¡Cuidado, el mundo debe cambiar; cuidado, nosotros debemos cambiar!

Traducción: Gabriela Valera Ramírez