**¿Podrías explicar un poco mejor esta última idea?**

JLL. Soy muy crítico con aquellos intelectuales y funcionarios políticos que dicen que el problema de nuestras sociedades es educativo, que la solución está en la educación. Esto es una gran falacia. El problema nunca fue ni es educativo y siempre fue y es socio-político. No es la falta de educación la que produce pobreza, sino, al revés, es la pobreza la que produce falta de educación. A esta inversión falaz la denominamos *“educacionismo”*. Y esto vale para todas las regiones y sociedades del mundo.

**Esto hace que tengamos que repensar el papel de la educación y los educadores y educadoras en la realidad actual, ¿no es cierto?**

JLL. Sí, sin duda. Pero para eso los educadores y educadoras progresistas tenemos que *“darnos cuenta”* de un conjunto de cuestiones muy importantes. La primera, reflexionar sobre el origen histórico de la escuela y comprender que la matriz del sistema educativo es autoritaria.

**¿Cómo es eso?**

JLL. Es sabido –aunque no por todo el mundo- que las instituciones escolares nacieron en el marco de los intereses de las clases dominantes, por lo que su impronta socio-cultural fue reproductora-disciplinadora. Por eso, la matriz histórico-cultural de la escuela es autoritaria. Y aún hoy, pero con mucha menos eficacia reproductora-disciplinadora que antaño la escuela sigue siendo fiel a los intereses de dichos sectores. Y esto es así porque, y acá me viene a la mente Paulo Freire cuando decía que no es la educación la que conforma la sociedad de cierta manera, sino la sociedad la que, conformándose de cierta manera, constituye la educación de acuerdo con los valores que la orientan. También recuerdo la tesis de Marx en la Ideología Alemana, de la que seguramente se ha nutrido Freire, en donde dice que las clases que tienen el poder material en las sociedades disponen, a la vez, de todas las condiciones y elementos para imponerse ideológica y espiritualmente en ella.

**¿Podrías señalar de qué manera se evidencia esta matriz autoritaria de la que habla?**

JLL. ¡Con mucho gusto! A pesar de las declaraciones y retórica de los programas y proyectos de reforma, los modernos planes de estudio, los currículums supuestamente innovadores y los esfuerzos de cambio de los docentes progresistas, las prácticas pedagógicas aún llevan el sello autoritario originario de esta institución. Más allá de que el poder reproductor de las instituciones escolares y académicas ha perdido mucho de su potencia originaria, la lógica autoritaria y reproductora-disciplinadora impregna aún a las instituciones y las prácticas pedagógicas de sus docentes. Y esto es posible comprobarlo con sólo entrar en una escuela o, simplemente, hacer un ejercicio de memoria de nuestro pasado como alumnos.

**¿Por qué la escuela ha perdido mucho de su potencia reproductora-disciplinadora?**

JLL. Hay muchas evidencias e indicios para suponer que los medios de comunicación masivos son los principales instrumentos para lograr la reproducción y promoción de los intereses de los sectores dominantes. Por otro lado, la información que antaño nos proporcionaba la escuela, hoy está en Internet, creciendo exponencialmente día a día. La escuela y sus docentes hace rato ya que han dejado de ser las principales fuentes de distribución de los conocimientos.

**¿Son tan poderosos los medios?**

JLL. Sí, lo son. Son increíblemente poderosos, especialmente porque se han corporativizado, se han fusionado con las grandes empresas y ya no se distinguen de ellas. Los medios forman hoy un único cuerpo con las grandes transnacionales, por lo que se transformaron en holdings mediáticos globales con una capacidad de influencia en la opinión de la gente que es inédita Por eso, hablar de periodismo independientes es una enorme ingenuidad. La cultura mediática ha invadido todos los ámbitos del planeta y parece irresistible. La comunicación mediática es básicamente manipuladora de las conciencias, instrumentalizadora y cosificadora de las personas, con lo cual mejora y actualiza de una manera espectacular y nunca vista antes la función reproductora y disciplinadora que antaño realizaba la escuela. Por eso, es necesario preguntarnos ¿para que sirve hoy la escuela?

**¿Y para qué sirve?**

Más allá de su utilidad para contener y dar de comer a miles de niños de las familias destrozadas por las políticas neoliberales de los noventa, en esta coyuntura creo que el papel de la escuela y de los educadores y educadoras debe reformularse, la escuela tiene que convertirse en una institución opuesta a los medios. Si los medios manipulan y cosifican, la escuela debe promover el pensamiento autónomo, debe estimular y facilitar la criticidad, la autonomía del ser de los alumnos.

**¿Pero la escuela puede competir con los medios?**

En realidad no podemos hablar de competencia porque hay una gran asimetría de poder entre ambos. No obstante, debemos comenzar a reformular el papel del sistema educativo, pero sin esperar a que se lo haga desde arriba.

**Sí, pero aquí observo un problema: ¿cómo lograremos reformular una institución que tiene una impronta tan reproductora y autoritaria y tan fuertemente enraizada en su cultura y sus agentes?**

JLL. En verdad, este no es el único problema que nos desafía, hay más. Pero lo primero que tenemos que aprender los educadores y educadoras es a no esperar que las reformas educativas progresistas vengan desde el gobierno, desde las esferas oficiales y los sectores dominantes del campo privado, sería una enorme ingenuidad pensar esto, ya que, como decía Freire, los sectores dominantes no se suicidan, y es sabido que los gobiernos que administran el Estado están condicionados por estos sectores.

**Entonces, ¿el cambio de dónde debe provenir?**

JLL. No hay otra forma de pensar en cambios y transformaciones verdaderas que no provengan y se disparen desde abajo, desde la ciudadanía, desde el pueblo y, en nuestro caso, desde las instituciones y bases docentes. Pero no quiero decir con esto que debamos soslayar las estrategias políticas, ya que tenemos que imaginar alternativas. Pero si no hay cambios en nosotros los ciudadanos comunes, en este caso los educadores y educadoras, si nosotros no hacemos nuestra opción ético-política personal, nada podrá comenzar.

**No me queda claro lo da la opción personal, ¿con cambios a nivel individual podremos llegar a transformaciones generales?**

JLL. No hay otra forma de lograrlo. Escuchemos a uno de los grandes transformadores sociales que tuvo la humanidad, un luchador de la no violencia como Gandhi, quien tenía una idea muy propia y especial del socialismo. Sostenía que no debemos decir que no tenemos necesidad de dar ningún paso hasta que todos se hayan convertido al socialismo. Sin cambiar nuestra vida podemos ir por ahí, decía, haciendo discursos, formando partidos y apoderándonos de la presa –como los halcones- cuando se atraviesa en nuestro camino. Eso no es socialismo. Mientras más lo tratemos como presa de la que podemos apoderarnos, más se alejará de nosotros. El socialismo comienza con el primer converso. Si hay uno, se pueden agregar ceros al uno y el primer cero formará el diez y cada agregado valdrá diez veces el número anterior. No obstante, si el que comienza es cero, si nadie se atreve a empezar, la multiplicidad de ceros producirá igualmente un valor de cero. El tiempo y el papel empleados en escribir ceros serán tan sólo pura pérdida. Es para pensar, ¿no?

**Es cierto, si nadie empieza, nada podrá comenzar.**

JLL. Así como una verdadera transformación social y política sólo podrá comenzar si la ciudadanía empieza a transformarse; una verdadera transformación educativa sólo podrá comenzar si empezamos a transformarnos nosotros los educadores y educadoras, los que, en definitiva, somos primero ciudadanos que docentes.

**¿En qué se tendrían que transformar y qué tendrían que cambiar los educadores y educadoras?**

JLL. Si realmente deseamos transformar la educación y, a partir de allí, colaborar efectivamente con la trasformación de la sociedad y el mundo, los educadores y educadoras progresistas debemos resignificar y transformar nuestras prácticas pedagógicas.

**¿Y cómo sería posible hacerlo?**

JLL. El camino es difícil, pero las alternativas no son muchas, ya que el sistema de vida que hemos adoptado nos lleva a la catástrofe, al colapso de la humanidad como especie. Y no digo esto desde una posición apocalíptica ni tremendista, sino desde el más crudo análisis racional y una posición esperanzada, porque es totalmente posible cambiar nuestro destino. El destino está en nuestras manos.

**¿La cosa da para ser tan tremendistas?**

JLL. No se trata de ser tremendistas ni pesimistas, sino realistas. Los arsenales nucleares existentes hoy en el mundo podrían volar en pedazos el planeta y acabar con la especie humana. Si analizamos este simple hecho con espíritu filosófico, es decir, desnaturalizando la situación, sólo nos queda pensar que no hemos vuelto locos. Sólo una especie que ha perdido el rumbo puede haber llegado a una situación tan descabellada y absurda como esta. Y hay más. La miseria de miles de millones de personas contrastando con la abundancia escandalosa e insultante de aquellos sectores en los que se concentra cada vez más la riqueza. La glorificación del egoísmo, porque este es un mundo terriblemente egoísta, que lo promueve a través del culto al individualismo, al dinero, al exitoso, al ganador, al consumo. Su principal estrategia manipuladora esta en su capacidad fragmentadota convirtiéndonos en átomos egoístas que sólo piensan en sí mismos, anulando, así, toda posibilidad de lograr un mundo más solidario, más humano, más digno de ser vivido por todos y no sólo por unos pocos.

**Pero ¿la educación puede cambiar este designio?**

JLL. La educación es, como vimos, un factor interviniente y no determinante del cambio, pero un instrumento importante. El tipo de educación que realicemos depende de los valores que adoptemos, por eso, es necesaria la *“concientización”*, que comienza por la *“desnaturalización”* del mundo.

**¿Qué es la desnaturalización del mundo?**

JLL. Es comenzar a mirarlo y entenderlo de otra manera a como lo estamos haciendo. Es comenzar a *“admirarnos”* a *“sorprendernos”*, como lo hacían los antiguos filósofos griegos, ya que la verdadera filosofía comienza por la *“admiración”*. Y cómo no admirarnos de las cosas que ocurren. ¿Acaso la pobreza de miles de millones de personas en el mundo es un hecho natural como el sol, el viento y la lluvia? ¿Acaso la destrucción de los recursos no renovables del planeta y el desequilibrio mediombiental es algo natural como los amaneceres y atardeceres? Si no somos capaces de quebrar esa naturalización y comenzar a ver estos hechos y fenómenos como algo provocado por nosotros mismos en el marco de un sistema de vida regido por valores perversos y destructivos, habremos perdido nuestra orientación en el mundo y nuestro destino se nos escapará de las manos. Ahora quizás ya estemos en mejores condiciones para volver a una pregunta que nos quedó pendiente: ¿En qué se tendrían que transformar y qué tendrían que cambiar los educadores y educadoras?

**Es verdad, creo que ahora tenemos más elementos para resignificar la pregunta**.

JLL. Sin sentarnos a esperar por los cambios, políticas y reformas educativas que puedan provenir desde arriba, que ya sabemos no cambiarán lo que a nosotros nos interesa cambiar, los educadores y educadoras progresistas debemos: 1) Tomar conciencia de la realidad en la que vivimos para recuperar el sentido humano y sustantivamente democrático de la educación; 2) Realizar nuestra opción ético-política personal; 3) Reflexionar sobre nuestras propia prácticas pedagógicas a los efectos de resignificar y transformarlas desde valores realmente humanistas y democráticos; 4) Comprometernos y participar, desde la educación, en la creación y construcción de una alternativa socio-política a este sistema perverso en el que vivimos; para lo cual los cambios individuales deben convertirse en transformaciones generales. Ese es nuestro desafío, que no es otro que el de todos aquellos que desean construir un mundo más humano.

**Es cierto, la educación se basa en valores, por eso si no somos capaces de reformularlos será imposible pensar e intentar cualquier cambio**.

JLL. Es así. En definitiva, el objetivo final de la educación es ayudar a crear las condiciones para conseguir un mundo mejor que el que tenemos, un mundo más humano y solidario, un mundo, como decía Paulo Freire, *“donde sea posible amar”*. Y en esta tarea los educadores y educadoras progresistas tenemos una gran responsabilidad.

**Todavía tengo una pregunta que me parece muy inquietante: ¿podemos quedarnos, es decir, sirve, mantener una oposición permanente aunque no vislumbremos el horizonte organizativo y político de una verdadera transformación?**

JLL. Estoy convencido de que aunque no percibamos que la oposición sirve para algo, aún así debemos seguir oponiéndonos si es que queremos trabajar y ser felices como seres humanos. Precisamente, oponernos a este sistema de vida tan manipulador, oprobioso y que lastima y destruye diariamente a tantos personas en el planeta es la primera tarea para poner en acto nuestra esencia humana.

**En este sentido, ¿qué valor le debemos asignar a la Marcha Mundial en la tarea descrita?**

JLL. Claro que hay muchas maneras de plantearlo, pero la idea de la Marcha, que me parece magnífica, es vincular la «resistencia» con la «conciencia noviolenta». De esta manera, entonces, nos encaminamos realmente a un mundo en el cual, como decía, Freire, “sea posible amar”.

*José Luis Lens es Dr. en Ciencias de la Educación (Universidad Nacional de Educación a Distancia -UNED- España). Profesor Titular (Carrera de Ciencias de la Educación- Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires). Coordinador de la Licenciatura de Articulación a distancia en Ciencias de la Educación – Facultad de Ciencias Humanas – Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Co-director del Instituto Paulo Freire de Argentina-Tandil (IPF-AT).*

Esta entrevista fue realizada en el marco del *“Congreso Nacional de Filosofía y Educación”, realizado recientemente en la ciudad de Mendoza.