El gobierno argentino estaba un poco apabullado por la cantidad de organizaciones, cortes y estamentos internacionales que estaban exigiendo la libertad de Milagro Sala y denunciaban su detención como arbitraria y delictiva.

Desde Buenos Aires le pidieron a Gerardo Morales, el gobernador jujeño, que dejara de hacer papelones internacionales y lograra condenar a “la india” por algo. Morales se puso manos a la obra y revivió una causa que había prescrito y con sus fiscales y jueces adictos, decidió vengar un escrache recibido en el año 2009, cuando un par de huevos estaban destinados a estrellarse contra su anatomía.

Milagro Sala no fue a la Universidad donde el entonces senador de la Alianza fue “agredido”, pero parece ser que alguien la nombró, o pensó en ella, entonces un par de empleados de la gobernación declararon durante el juicio que Milagro había instigado y dirigido a militantes de otras organizaciones, que no eran de la Tupac Amaru, a huevear a Morales.

Los jueces se tomaron una semana para considerar que la palabra de estos dos testigos que cometieron perjurio evidente durante el juicio, eran pruebas concluyentes para condenar a Milagro Sala a tres años de reclusión, más las costas del juicio y trabajo comunitario en Cáritas, por haber puesto los huevos que usarían Graciela López, también condenada a tres años de cárcel y Ricardo Salvatierra a dos, por ejecutar los “daños agravados”.

“Siento mucho dolor interno por la injusticia que estamos viviendo porque no hemos robado nada, hemos trabajado, hemos dignificado a miles y miles de compañeros”, dijo la líder de la Tupac Amaru antes de escuchar la sentencia y agregó: “Dignificar a los que menos tienen me significó estar sentada en este sillón”.

Este cronista escuchó el fallo en la vigilia que instaló el Comité por la Libertad de Milagro Sala frente al edificio de Tribunales de la Ciudad de Buenos Aires. Tras la lectura del fallo, el ambiente era desolador. Si bien casi no se albergaban esperanzas de que los jueces pudieran hacer justicia, la estatura de la infamia era tan inconmensurable, que el grotesco anudó las gargantas de todos los presentes.

Alejandro “Coco” Garfagnini, el secretario nacional de la Tupac, tuvo que sacar su mayor temple para hacer un rápido comentario tras el fallo frente a quienes lo acompañábamos y los medios de prensa que acercaban sus micrófonos. “No necesitan a las fuerzas armadas, ahora tienen al Partido Judicial” se envalentonó, mientras la gente coreaba “Morales basura, vos sos la dictadura”.

Afirmó que las organizaciones sociales tienen que seguir resistiendo y luchando para que vuelva la verdadera democracia en la Argentina. E indicó que el camino debía ser noviolento, “como nos enseñaron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”. También vaticinó que el presidente Mauricio Macri terminará encerrado en la cárcel “por todas las barbaridades que están haciendo”.

Llamó a mantener la calma y tener paciencia, sabiendo que hay compañeros que deben hacer un esfuerzo mayor, al estar detenidos, pero dijo que “el rol histórico de los movimientos sociales ha sido resistir” y llamó a pelear para que “vuelva a existir democracia, que es lo que perdimos el pasado 10 de diciembre”.

Para concluir se mostró escéptico sobre el resto de causas que “se colocaron consecutivamente para mantener a los compañeros presos” y lamentó que el gobierno nacional insista en estigmatizar a los movimientos sociales y los acuse de estar organizando saqueos.

Si mis crónicas desde Argengüenza les parecen poco serias, los invito a que lean la sentencia dictada hoy por el Tribunal Oral nº 1 de Jujuy, que es verdadero surrealismo mágico.