El 6 de febrero el Reino Unido celebra cien años desde que la Ley de Representación de los Pueblos de 1918 otorgó el voto a (algunas) mujeres en Gran Bretaña, aquellas que tenían más de 30 años y cumplían con ciertos requisitos de propiedad. También otorgó el derecho al voto a todos los hombres mayores de 21 años. En 1928, el sufragio se extendió a todas las mujeres mayores de 21 años.

Las activistas fueron principalmente suffragettes (la Unión Social y Política de Mujeres liderada por la suffragette militante Emmeline Pankhurst, su hija Christabel y Emily Davidson, quien fue asesinada durante una carrera de caballos mientras llevaba un estandarte de votos para mujeres en el hipódromo). Se involucraron en actos de sabotaje, huelgas de hambre (sufriendo alimentaciones forzosas), destrucción de ventanas e incendio a propiedades. Durante la Primera Guerra Mundial detuvieron la campaña para contribuir al esfuerzo de la guerra.

Las sufragistas, en cambio, emprendieron acciones más puramente en el ámbito de la no violencia bajo el liderazgo de la Federación de Sufragio Femenino de Millicent Fawcett (con la participación de Sylvia Pankhurst, también hija de Emmeline, que luego se convirtió en activista socialista en la lucha contra el fascismo y el colonialismo). Continuó la lucha hasta el final de la guerra. Se opusieron a la guerra y apoyaron a los objetores de conciencia.

Entre los hombres que se hicieron partidarios del sufragio de las mujeres podemos mencionar a Henry Hunt MP y John Stuart Mill, quien también se convirtió en diputado del Partido Liberal. En los Estados Unidos, Parker Pillsbury y otros hombres abolicionistas también defendieron el sufragio universal.

Gran Bretaña llegó relativamente tarde al sufragio de las mujeres. En 1881, Nueva Zelanda fue el primer país en otorgar a todas las mujeres el derecho al voto. En 1893, las mujeres de Australia Meridional lograron el mismo derecho y se convirtieron en las primeras en obtener el derecho a presentarse al parlamento en 1895. En los Estados Unidos, las mujeres blancas de más de 21 años pudieron votar en los territorios occidentales de Wyoming desde 1869 y en Utah desde 1870. Las mujeres obtuvieron derechos de voto limitados en Finlandia, Islandia y Suecia en el siglo XIX. Siguió Noruega, otorgando el sufragio femenino completo en 1913. Dinamarca lo hizo en 1915. Canadá en 1917, Austria, Alemania, Polonia en 1918, los Países Bajos en 1919 y los Estados Unidos en 1920.

Les siguió España en 1933, Francia en 1944, Italia en 1946, Argentina en 1947, Grecia en 1952, San Marino en 1959, Mónaco en 1962, Andorra en 1970, Suiza en 1971 a nivel federal y en el cantón local entre 1959 en los cantones de Vaud y Neuchâtel y 1991 en el cantón de Appenzell Innerrhoden y Liechtenstein en 1984. Wikipedia

En 1948, las Naciones Unidas adoptaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el Artículo 21 decía: «Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes elegidos libremente. La voluntad del pueblo será la base de la autoridad del gobierno; esta voluntad se expresará en elecciones periódicas y auténticas, que se celebrarán por sufragio universal e igual y se celebrarán por voto secreto o por procedimientos de votación libre equivalentes”.

La votación ha ayudado a las mujeres a obtener algunos derechos, pero ha quedado muy claro que todavía hay un largo camino por recorrer. La explotación sexual y el hostigamiento, el «techo de cristal», la falta de un pago igualitario por el mismo trabajo que hace un hombre, la carga del cuidado a familiares cuando cada vez se financia menos los trabajos de cuidados y el número bastante inferior de mujeres en puestos superiores y puestos políticos muestran todo el trabajo que falta por hacer. Pero hay modelos a seguir para las mujeres jóvenes y eso abre muchas posibilidades.

Para las mujeres negras las cosas han sido aún más difíciles. Según su autobiografía, Martin Luther King le dijo a Nichelle Nichols (Teniente Uhura en Star Trek) que «no podía irse [del programa] porque era un modelo a seguir para millones de niñas y mujeres: la única afroamericana en televisión en un papel que vale la pena tener”. The Guardian. Y se necesitó de un tiempo para que Rosa Parks obtuviera el reconocimiento que merecía.

Además de votar para promover los derechos de las mujeres hoy, es emergente usar nuestro voto por la Paz y la No Violencia, contra las armas nucleares, contra la desigualdad, por el desarme y la inversión en energías limpias, tanto por el cambio climático como por la salud. Somos afortunados de que las mujeres en el pasado hayan luchado para darnos el derecho al voto, pero si no lo usamos para apoyar firmemente los esfuerzos de aquellos que trabajan para humanizar este mundo, no estamos honrando su trabajo.

Traducido del inglés por Valeria Torres