El viernes en Moscú me reuní junto a un grupo de personas de Estados Unidos con el expresidente de la Unión Soviética Mijail Gorbachov. Él dijo que lo alarmaba la relación actual entre Washington y Moscú, pero que era posible reconstruir la confianza. “Estuvimos en una situación aún peor y fuimos capaces de reconstruir la confianza. Los contactos personales fueron una ayuda”.

La primera vez que Gorbachov y el presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan se reunieron habían pasado seis años desde la última reunión entre presidentes de ambos países. Los miembros del gabinete de Reagan se oponían a la reunión. Gorbachov salió de la reunión diciendo que Reagan “no es un halcón, es un dinosaurio”. Reagan salió tachando a Gorbachov de ser “un comunista acérrimo”.

Pero siguieron reuniéndose. Eventualmente, Reagan preguntó qué harían los soviéticos si Estados Unidos fuera atacado por un meteorito o por extraterrestres. Ambos presidentes dijeron que sus países se ayudarían entre sí. Sin embargo, Reagan era fanático de Star Wars, tanto de su exagerada cantidad de armas como de la historia en sí. Gorbachov y Reagan lograron avanzar enormemente en el desarme, sin mencionar que Gorbachov logró diluir sin violencia un imperio. Pero no pudieron librarse de todas las armas nucleares. No pudieron avanzar seriamente en esa dirección porque Reagan, y el gobierno de Estados Unidos en general, no estaban dispuestos a hacerlo.

Es posible que el ambiente cultural del momento que habían creado los activistas, periodistas, ciudadanos, diplomáticos y cientos de otros actores haya sido más importante para los logros de desarme que las palabras que dijeron las figuras en la sala de negociaciones. Pero es muy probable que los intereses creados en Washington por la guerra hayan sido los que más definieron sus fracasos.

“Cuando la Unión Soviética se desarmó”, dijo Gorbachov el viernes, “muchos occidentales se flotaron las manos de alegría. Eso fue inmoral. Nuestro país sufría una crisis severa, y fue tratado como un enemigo”.

El viernes, Gorbachov mencionó que en ambos bandos existe el mismo factor responsable: “ambos países tenemos el complejo militar industrial”. “Ellos quieren guerra, pero nosotros queremos paz”. Luego, citó al presidente estadounidense John F. Kennedy, diciendo que la paz que necesitamos no es una “Pax Americana impuesta a todo el mundo por las armas de guerra estadounidenses”. Gorbachov recordó que le dijo a Reagan las mismas palabras que, según se ha informado, el ministro de exterior de Rusia Sergey Lavrov dijo esta semana: “la era de la relación maestro-estudiante terminó hace mucho tiempo”. Los rusos queremos paz, pero paz entre iguales, no una paz bajo la bota de alguien más.

Cuando Gorbachov intentó lograr la paz, si hubiera tenido la cooperación total Estados Unidos probablemente las armas de guerra de hoy en día estarían prohibidas. Ese intento de Gorbachov no es tan apreciado en su país como sí lo es en el resto del mundo. Y, para nuestra vergüenza, Estados Unidos es el país que menos se arrepiente de haberse negado a aceptar la paz y la amistad.

Traducido del inglés por Emilio Stanton

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