En primer lugar, surge preguntas por qué los socios regionales de Rusia están accediendo a ello.

El Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Lavrov, advirtió la semana pasada que «la OTAN y la UE están construyendo sus propios diálogos y marcos de interacción con Asia Central y el Cáucaso Sur. No creo que nadie pueda ver agendas ocultas en eso, excepto cuando, como estamos presenciando ahora, Occidente busca utilizar estos vínculos para alejar a estos países de la Federación Rusa en lugar de establecer una cooperación mutuamente beneficiosa». Esto ocurre antes de la reunión de Trump con los líderes de Asia Central en Washington DC la próxima semana.

El contexto más amplio se refiere a la «Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad Internacional» (TRIPP), que Estados Unidos mediara entre Armenia y Azerbaiyán en agosto, y que se espera que resulte en que Turquía, miembro de la OTAN, inyecte más influencia occidental en todos los estados a lo largo de la periferia sur de Rusia. Incluso aunque el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, acuerde no permitir que TRIPP se utilice con fines militares en medio de su incipiente acercamiento con Putin, aun así, vinculará mucho más estrechamente a esas dos regiones con Occidente.

Estas observaciones plantean la pregunta de por qué los socios regionales de Rusia están accediendo a todo ello. Después de todo, tienen agencia propia y, por lo tanto, podrían rechazar las propuestas de Occidente, pero lo cierto es que ninguno de ellos lo ha hecho. Por el contrario, los líderes armenio y azerbaiyano permitieron que Estados Unidos mediara un acuerdo, del que podría decirse que cambia las reglas del juego entre ellos, mientras que sus homólogos de Asia Central están a punto de peregrinar A Washington DC. Timofei Bordachev, Director del Programa del Club Valdai, intentó responder a esta pregunta para RT a principios de julio:

«Rusia sabe que resolver disputas regionales por la fuerza suele ir en contra de sus propios intereses. Pero no puede asumir que los vecinos ven a Moscú de la misma manera. Otros estados inevitablemente juzgan a Rusia por su historia, su escala y su poder, y una gran potencia siempre puede verse tentada por soluciones simples… Los vecinos de Rusia tienen fronteras abiertas en muchas direcciones y oportunidades constantes para proteger sus posiciones. Es natural que busquen amigos en otros lugares para calmar sus temores.

[…]

Las grandes potencias deben entender los temores de sus vecinos, pero no rendirse ante ellos. Rusia no debe abandonar su influencia ni esperar ser amada por ella. En cambio, debe gestionar las consecuencias de su tamaño y poder, y tratar el temor vecinal como parte del precio de ser un gigante. Esa es la tarea que tiene ante sí la diplomacia rusa, y una prueba de su capacidad para equilibrar la fuerza con la responsabilidad en un mundo cada vez más inestable».

Bordachev básicamente está reconociendo los límites de la influencia de Rusia a lo largo de toda su periferia sur, lo cual se debe no sólo al temor percibido hacia ella que mencionó, haciendo un guiño a la escuela constructivista de Relaciones Internacionales, sino que también está conectado con las percepciones de la operación especial (en Ucrania). Si bien es verdaderamente impresionante que Rusia se mantenga firme en una guerra de desgaste improvisada durante más de 3,5 años con Occidente, sus socios regionales aún podrían percibirla como relativamente debilitada y recientemente distraída.

En consecuencia, impulsados en parte por el mencionado temor que dichos países limítrofes le tienen a Rusia, es concebible que hayan evaluado, ya sea por su cuenta, mediante consultas entre ellos y/o con la asistencia de Occidente, que se ha abierto una ventana de oportunidad para «proteger sus posiciones» al máximo. TRIPP es el medio logístico para hacerlo, lo cual se complementaría con el ferrocarril PAKAFUZ planeado entre Pakistán, «Aliado importante no perteneciente a la OTAN», y Asia Central, en el caso de que las relaciones afgano-pakistaníes mejoran tal como Trump desea.

El desarrollo conjunto que Putin propuso durante la Segunda Cumbre Rusia-Asia Central a principios de octubre muestra que su país reconoce estos nuevos desafíos y está listo para competir con Occidente. Sin embargo, podría no ser suficiente para evitar de manera preventiva las amenazas de seguridad que podrían materializarse como resultado de que Turquía lidere la propagación de la influencia militar Occidental en esta región. Por lo tanto, las mentes más brillantes de Rusia, como Bordachev, deberían priorizar la formulación de una política suplementaria.