Italia vivió una de las jornadas de protesta más intensas de su historia reciente por Palestina. Decenas de miles de manifestantes –incluyendo trabajadores, estudiantes, portuarios, familias y organizaciones sociales– salieron a las calles en más de 80 ciudades, de norte a sur y de mar a mar. Todo el país fue escenario de bloqueos, huelgas y movilizaciones bajo el lema de “bloquearlo todo”, exigiendo el fin de la ofensiva israelí en Gaza, el reconocimiento pleno del Estado palestino y la sanción internacional contra el gobierno de Israel.

En Roma, más de veinte mil personas se concentraron frente a la estación de Termini, cerrando los accesos y provocando cortes masivos de transporte público y circulación urbana. La protesta se extendió a hospitales y liceos, donde médicos, enfermeros y docentes suspendieron actividades. En Bolonia, miles interrumpieron la circulación de la autopista A14 y bloquearon el tráfico ferroviario, mientras que en Turín, Nápoles y Palermo se replicaron marchas con fuerte presencia estudiantil y sindical.

Destacó la acción de los estibadores y trabajadores portuarios en ciudades estratégicas como Génova, Livorno, Trieste, Piombino, Ancona y Ravenna, que bloquearon el acceso a los muelles en rechazo del uso de puertos italianos para la carga de armas destinadas a Israel. En Génova, los trabajadores consolidaron una coordinación directa con movimientos internacionales de solidaridad y sindicatos independientes para impedir la salida de embarques vinculados al conflicto.

En Milán, la protesta fue especialmente tensa: miles de personas irrumpieron en la Galería de las Carrozas, la entrada principal de la estación central, rompiendo el cordón policial, derribando puertas y mobiliario. La policía respondió con fuerzas antidisturbios, porras y gases lacrimógenos. Solo en esa ciudad hubo al menos 60 agentes heridos y 18 detenidos, con movilización de los carabinieri para restablecer el orden.

A escala nacional, la huelga general convocada por el sindicato USB paralizó sectores claves: colegios y universidades cerradas, rutas logísticas interrumpidas y servicios fundamentales deteniéndose. Los organizadores reportan que la movilización tuvo un carácter unitario sin precedentes, rechazando la complicidad del gobierno de Giorgia Meloni con Israel y exigiendo el cese inmediato del apoyo militar italiano al gobierno israelí.

La movilización fue acompañada por un sólido respaldo social: casi dos tercios de los italianos consideran gravísima la crisis humanitaria en Gaza y cerca del 40% exige al Estado italiano reconocer oficialmente a Palestina. Las protestas, una verdadera ola desde el Mediterráneo hasta los Alpes, evidencian el resurgimiento del tejido social y sindical italiano en defensa de la causa palestina y contra la guerra.