Rosalía acaba de subir al altar de la luz con LUX, un lanzamiento que vuelve a situarla en el centro del debate cultural. Su nuevo álbum propone una mirada hacia la mística femenina, lanza luz para repensar un futuro más crítico, atento a un mundo interior y como espacio de resistencia en un momento marcado por la confusión, el ruido digital y la desinformación.

Las redes no tardaron en incendiarse, igual que ardían los corazones de las místicas en las que Rosalía busca refugio, inspiración, respuestas, sentido, fe y amor… La mañana siguiente al estreno, el algoritmo solo hablaba de mujeres místicas. Las entradas a sus conciertos en España se han vendido en minutos. Para quienes llevaban tiempo estudiando a Hildegarda de Bingen, Santa Teresa de Jesús o Simone Weil desde los márgenes, el fenómeno generó sorpresa —y cierto FOMO— al ver cómo influencers y creadoras de contenido se sumaban al tema como si toda su vida la hubiesen dedicado al estudio de las mismas.

El giro resulta llamativo: de repente, el ecosistema digital se congrega alrededor de figuras históricas cuyas aportaciones han sido tradicionalmente relegadas al ámbito académico o religioso. Un movimiento inesperado, pero prometedor, que abre posibilidades para pensar nuevas formas de espiritualidad, pensamiento crítico y búsqueda interior entre las generaciones más jóvenes.

A pesar de las lecturas apresuradas, LUX no apunta hacia un fanatismo religioso ni hacia un retorno conservador. El álbum, interpretado en 14 idiomas, funciona como una especie de torre de Babel contemporánea donde convergen culturas, tradiciones y sensibilidades. Rosalía propone una aproximación global a la mística, desligada de una única fe y orientada más bien hacia un territorio simbólico y emocional. Sus letras no se parecen a una oración mística: el “sin pecado concebida” acaba siendo sustituido por el “I’ll fuck you till you love me”, como cierre extático y cargado de energía en Berghain, o utiliza vocablos contemporáneos para redefinir la omnipresencia de Dios, como en “Dios es un Stalker”. Encontramos referencias claras a la transformación de lo humano en divino, la búsqueda de lo trascendente y la aniquilación del ego para alcanzar la unión con la luz.

Históricamente, la mística femenina ha sido una forma de reivindicación y autonomía en contextos donde las mujeres tenían un acceso limitado al pensamiento y a la palabra pública. Desde Santa Teresa, que fundó 17 conventos y organizó redes de apoyo femenino, hasta Hildegarda de Bingen (1), que dirigió monasterios y dejó un legado interdisciplinar, estas figuras construyeron comunidades, estructuras y discursos que desbordaron sus propios círculos espirituales. Lo mismo ocurre con Sun Bu’er en el taoísmo (2), Rabi’a al-ʿAdawiyya en el sufismo o Simone Weil en la filosofía y la acción social. La fuerza interior y el sentido guió a estas mujeres.

En este marco, el interés de Rosalía por la mística plantea dudas de fondo: ¿deberíamos preguntarnos por qué una generación joven indaga en preguntas en un acto de búsqueda interna?, o más bien ¿qué nos llevó a desconectarnos de esa búsqueda interna?
Las escuelas místicas, a lo largo de los siglos, han investigado estados internos del ser humano que hoy resuenan con debates sobre el sentido, la conexión con la naturaleza y la relación entre cuerpo, mente y comunidad.

Desde esta perspectiva surge la esperanza de un posible despertar interno en la sociedad, y sobre todo en las nuevas generaciones. Para ello, sería necesario comprender el sentido del disco más allá de la mera estética. Entender que lo que aportaron esas mujeres místicas a su momento social fue gracias a su fuerza interior y anhelo de superación, dejando un legado que perdura hasta nuestros días y que puede reinterpretarse con códigos contemporáneos. Lo meramente superfluo puede transformarse en fuerza creadora y en cambio evolutivo de una sociedad en declive. Los legados sirven para recuperarlos históricamente cuando encajan como respuestas en el momento contemporáneo. Sólo se necesita un nuevo renacimiento de los mismos a manos de alguien que tiene fuerza y posibilidades de relanzarlos. Ahí, Rosalia, sin duda tiene el mango por la sartén.

LUX es un álbum donde se celebra el sentido y la alegría por la vida, con notas de amor y desamor, donde la tensión entre lo espiritual y lo carnal, la libertad y la disciplina, la mística y la materia, el amor divino y el amor humano se superpone. La profundidad y el grito de la voz de la cantante subliman los sentidos.

¿Cómo se puede proyectar el espíritu místico en el momento contemporáneo? ¿Cómo recuperar el trabajo profundo que con tanto esfuerzo realizaron esas mujeres con el afán de arrojar luz sobre las tinieblas? ¿Qué puede aportar Rosalía a todo este acontecimiento? ¿Cómo continuará esta “película” cultural que ella misma ha puesto en movimiento?

(1)- Sobre Santa Teresa de Jesus y Hildegarda Von Bigen, podemos encontrar un estudio en el libro: LAS MÍSTICAS. OTRO ESTADO DE CONCIENCIA. Ed. León Alado.

(2)- En la monografía «El secreto de La flor de Oro», podemos encontrar un estudio sobre el taoósmo así como algunas de las mujeres místicas más representativas.