El viernes 19 de diciembre de 2025 ante el tribunal de París se inició una investigación contra el Estado de Níger, acusado de vender ilícitamente cantidades de uranio procedentes de la mina nigerina de Arlit, en el norte del país saheliano.

La mina de Arlit fue gestionada durante años por la multinacional de energía nuclear Orano (antes Areva), que se benefició de acuerdos ventajosos con los anteriores gobiernos de Níger.

Durante décadas, Orano ha obtenido enormes cantidades de uranio a precios bajos para revenderlo en todo el mundo a precios de mercado con márgenes de ganancia considerables.

Con el paso de los años se ha puesto de manifiesto una paradoja: mientras que el uranio de Níger ilumina y abastece a numerosas ciudades del mundo, el país sigue siendo pobre y su población sufre la escasez de servicios esenciales como la electricidad, la alimentación, la salud y la educación.

En julio de 2023, manifestaciones populares masivas en Níger derrocaron al expresidente Bazoum y llevaron al poder al Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria.

En septiembre de 2023, Níger fundó, junto con Malí y Burkina Faso, la Alianza de Estados del Sahel (AES), que se transformó en la Confederación del Sahel en julio de 2024.

La Alianza se creó inicialmente para contener las incursiones de Al Qaeda y el Estado Islámico, organizaciones terroristas cuya creación está ahora públicamente relacionada con intereses multinacionales, entre los que se encuentran desestabilizar África y mantener a sus pueblos en el atraso para beneficiarse de sus riquezas a bajo costo.

Desde entonces, Níger ha aplicado diversas medidas para recuperar sus recursos nacionales. Con el apoyo de los socios de la confederación, ha llevado a cabo el cierre pacífico de las bases militares de la OTAN en su territorio y ha restablecido la soberanía del pueblo nigerino sobre los recursos del país.

En junio de 2025, tras una revisión de los contratos, el Estado de Níger nacionalizó la mina de Arlit y anuló los acuerdos estipulados con las autoridades anteriores, al considerarlos «unilaterales y perjudiciales para los intereses del pueblo nigerino».

La multinacional Orano intenta ahora denunciar esta decisión como un robo en su contra por parte de Níger.

Níger responde a través de su presidente, Abdourahmane Tiani: «Hemos recuperado nuestro uranio y lo hemos devuelto a la nación. Ahora pertenece al pueblo nigerino. Esta riqueza es nuestra, no de nadie más, por lo que no pediremos permiso a nadie para venderla».

Tras siglos de expoliación colonial, crece la toma de conciencia de los pueblos emergentes del Sur global, que hoy representan el 85 % de la humanidad.

¿Conseguirán los pueblos de los países de la OTAN emanciparse de sus élites belicistas enloquecidas, aceptar el nuevo mundo multipolar y establecer nuevas relaciones de reciprocidad con los pueblos emergentes?

P.D. El peligro de la energía nuclear civil y militar subrayado por los ecologistas es tan legítimo como la necesidad de orientarse hacia fuentes de energía limpia. En tal caso, la pregunta recae sobre los 430 reactores nucleares ya activos en el mundo y no sobre si Burkina Faso (o cualquier otro país emergente) tiene o no el derecho ético de construir su central para satisfacer las necesidades existenciales de su pueblo.