La masacre de Casalecchio di Reno
Hace exactamente 35 años, el 6 de diciembre de 1990, un Aermacchi MB-326 de la Aeronáutica Militar italiana, fuera de control, se estrelló e impactó contra el Instituto Salvemini de Casalecchio di Reno (Bolonia), causando la muerte de 12 jóvenes y heridas a otras 88 personas, entre estudiantes y personal escolar.
La aeronave había sufrido una avería. Tras unos diez minutos de vuelo fue abandonada por el piloto, que se lanzó en paracaídas, resultando herido. A las 10:33 el avión ya sin nadie a bordo impactó contra el aula de la clase 2ª A. En ese momento dentro del edificio había 285 estudiantes y 32 entre docentes y personal no-docente.
En el aula impactada se encontraban dieciséis alumnos, doce de los cuales murieron en el acto; otros cuatro resultaron gravemente heridos, al igual que la profesora que estaba dando clase en ese momento.
La Fiscalía de la República de Bolonia inició un proceso contra el piloto, el comandante del 3º Escuadrón y el oficial de la torre de control del aeropuerto de Verona-Villafranca, acusados de homicidio involuntario múltiple y desastre aéreo.
En el proceso de primera instancia, la acusación había sostenido que el piloto, tan pronto constató la avería del motor cerca de Ferrara, debería haber dirigido el avión hacia el este, hacia el mar Adriático, antes de lanzarse con el paracaídas, en lugar de dirigirse hacia una zona densamente poblada como la de los alrededores de Bolonia, de modo que la aeronave, una vez abandonada a su suerte, pudiera estrellarse en el mar, evitando causar víctimas y otros daños.
Según la fiscalía, los otros dos oficiales, que durante el vuelo estaban en contacto por radio con el piloto desde la torre de control de Villafranca, habrían proporcionado al piloto instrucciones erróneas acerca de cómo gestionar la emergencia.
Los tres militares fueron defendidos por la Abogacía del Estado, lo que justamente suscitó polémica por constituir una evidente quiebra de la tutela judicial efectiva: las víctimas, que se encontraban en una escuela estatal, no contaron con una defensa del mismo rango, teniendo que enfrentar, con sus abogados particulares, a nada menos que un Abogado del Estado.
Los tres militares fueron defendidos por la Abogacía del Estado, lo que justamente suscitó polémica por constituir una evidente quiebra de la tutela judicial efectiva: las víctimas, que se encontraban en una escuela estatal, no contaron con una defensa del mismo rango, teniendo que enfrentar, con sus abogados particulares, a nada menos que un Abogado del Estado.
En febrero de 1995, los tres acusados fueron declarados culpables y condenados en primera instancia a dos años y seis meses de prisión, mientras que al Ministerio de Defensa se le imputaron los daños por responsabilidad civil. Sin embargo, la sentencia en apelación ante la Corte de Asís de Bolonia, del 22 de enero de 1997, revocó de manera inusual el fallo condenatorio y absolvió a los militares, argumentando que «el hecho no constituye delito».
El 26 de enero de 1998, la 4ª Sección de la Corte de Casación de Roma rechazó los últimos recursos de los familiares de las víctimas y confirmó la absolución. La masacre fue así oficialmente reclasificada como una trágica fatalidad inevitable.
Las doce víctimas, once chicas y un chico, todos de entre 14 y 15 años, fueron:
- Deborah Alutto, de Zola Predosa
- Laura Armaroli, de Sasso Marconi
- Sara Baroncini, de Casalecchio di Reno
- Laura Corazza, de Sasso Marconi
- Tiziana de Leo, de Casalecchio di Reno
- Antonella Ferrari, de Zola Predosa
- Alessandra Gennari, de Zola Predosa
- Dario Lucchini, de Bolonia
- Elisabetta Patrizi, de Casalecchio di Reno
- Elena Righetti, de Sasso Marconi
- Carmen Schirinzi, de Sasso Marconi
- Alessandra Venturi, de Monteveglio
Los 88 heridos fueron hospitalizados y 72 de ellos sufrieron discapacidades permanentes de diversa consideración o gravedad. Muchos de los ocupantes de los pisos superiores resultaron de hecho heridos al saltar por las ventanas para escapar del humo tóxico que se desprendió en el incendio.
La masacre del Cermis
El 3 de febrero de 1998 un caza militar estadounidense EA-6B Prowler («Predator») cortó un cable del teleférico del Cermis, en Val di Fiemme, en Trentino. Murieron 20 personas, 19 turistas y el operador. Sin embargo, no fue posible procesar a los militares en Italia.

Los restos de la cabina del teleférico después del impacto
Al año siguiente, el 5 de marzo de 1999, la Corte Marcial de Camp Lejeune, en Estados Unidos, declaró no culpables al capitán y a su navegante por la masacre, pese a que, según las reconstrucciones, la aeronave se encontraba a una altura claramente inferior a la permitida, lo que infringía las normas.
El video grabado a bordo fue destruido por uno de los acusados: al parecer, estaban apostando un par de cervezas, entre grandes risas, sobre las habilidades acrobáticas del piloto, que competía con otra aeronave.
En 1999 se siguió un nuevo proceso, nuevamente en Estados Unidos, esta vez por obstrucción a la justicia, contra los dos aviadores, acusados de haber destruido el “video fantasma”. Ambos marines fueron expulsados del ejército y uno de ellos fue condenado a seis meses de prisión, aunque finalmente solo cumplió cuatro.
La masacre de Ustica

¿Qué decir de la masacre de Ustica, el 27 de junio de 1980, cuando los cielos de nuestro país se convirtieron en un verdadero teatro de guerra entre la OTAN y la Libia de Gadafi?
La víctima fue un DC 9 de Itavia, alcanzado por un misil disparado por un caza francés (según las declaraciones de Francesco Cossiga y, más recientemente, de Giuliano Amato). El resultado fueron, ochenta y un muertos, más una infinidad de pistas falsas, varias muertes sospechosas y los altos mandos de la Aeronáutica Militar Italiana, que primero fueron acusados y luego, como suele ocurrir, absueltos de la imputación por desviar las investigaciones… En definitiva, ningún culpable.
La estrategia de la tensión

Piazza della Loggia en Brescia, en mayo de 1974, pocos instantes después de la explosión
Quiero recordar el papel oscuro (aunque no se quiera ver) que tuvieron los Servicios Secretos de EE.UU., también a través del apoyo logístico de las bases de la OTAN, en lo que podemos llamar guerra de baja intensidad contra el movimiento obrero italiano: la llamada estrategia de la tensión, con su larga secuencia de masacres impunes y el “tintineo de sables” denunciado por el secretario del Partido Socialista, Pietro Nenni, por parte de sectores potencialmente golpistas de las Fuerzas Armadas.
La masacre de Otranto

Los restos del Katër i Radës en el memorial L’Approdo. Obra de Costas Varotsos «A la Humanidad Migrante» (puerto de Otranto)
Finalmente, la Masacre de Otranto del Viernes Santo de 1997. Era 28 de marzo, cuando la corbeta Sibilla de la Marina Militar Italiana embistió a la lancha rápida albanesa Katër i Radës sobrecargada de migrantes para ejecutar las órdenes de un bloqueo naval por todos los medios necesarios, provocando la muerte de más de cien personas (81 cadáveres recuperados y entre 24 y 27 desaparecidos).
Hagamos desaparecer las Fuerzas Armadas y abandonemos la OTAN
Para nuestra seguridad no se necesitan ni las políticas de rearme europeo ni la reintroducción del servicio militar obligatorio.
Al contrario, como movimiento por la paz, que se está reanimando en Italia, deberíamos tener el coraje profético de pedir la disolución de las Fuerzas Armadas, aunque sea gradual, como ya hizo Costa Rica.
También deberíamos exigir la salida de nuestro país de la OTAN y el cierre de las bases militares de Estados Unidos. Estas bases, lejos de protegernos, convierten nuestras ciudades en blancos de posibles ataques por parte de la Federación Rusa, Irán o China.
En lugar de provocarlos, los europeos deberíamos impulsar negociaciones que permitan alcanzar una verdadera paz mediante una nueva política de distensión y desarme.
La única seguridad hoy es el pleno respeto a nuestra amada Constitución, que repudia la guerra.
Esto implica la neutralidad de nuestro país frente a los conflictos en curso y una política exterior dirigida a favorecer el diálogo y la paz.
También incluye un Servicio Civil, ofrecido a chicas y chicos, porque hoy “la defensa de la Patria es sagrado deber del ciudadano” (art. 52 de la Constitución).
Pero la tierra de nuestros padres y nuestras madres se defiende únicamente con el repudio absoluto de la guerra y con la construcción de una verdadera paz, basada en el respeto de los derechos fundamentales de cada ser humano.
* Fuentes: diversas entradas de Wikipedia













