En medio de la polarización electoral, sectores más reaccionarios de la derecha tradicional y la ultraderecha, acusan al gobierno de Gabriel Boric de haber «robado a manos llenas», dejado al país al borde de la quiebra por un uso irresponsable de bonos soberanos y no haber construido «nada» en infraestructura, con una deuda «lejana al PIB» que hipoteca el futuro. Estas afirmaciones, repetidas en redes y medios opositores, simplifican realidades complejas y exageran cifras para generar pánico.

Sin embargo, los datos oficiales del Ministerio de Hacienda, Dipres y organismos internacionales como la OCDE y FMI muestran una gestión fiscal disciplinada: deuda pública bruta en 43,2% del PIB al fin de 2025 (la menor alza en 17 años), ejecución récord de inversión pública y calificaciones soberanas estables (A/A2). No hay crisis inminente ni desvío masivo; el gasto social aumentó responsablemente post-pandemia, sin comprometer la sostenibilidad.

Ahora hablaremos de los famosos bonos soberanos de que hablan sectores de la ultraderecha, los vamos a definir propiamente, pero no se desesperen, luego explicaremos con ejemplos para comprensión de todos. Primero, los bonos soberanos son instrumentos de deuda emitidos por el gobierno para financiarse, como un préstamo colectivo de inversores (bancos, fondos) que se devuelve con intereses. No son exclusivos para infraestructura: sirven para cualquier gasto público autorizado por ley, como salarios administrativos, programas sociales o inversión productiva, siempre bajo reglas fiscales como la del Balance Estructural en Chile.

Técnicamente, Chile emitió bonos en UF (unidades de fomento, ajustadas por inflación), dólares y euros; por ejemplo, US$1.600 millones en enero 2025 (bono 5,65% al 2037), dentro de un plan anual ajustado. No son «para pagar cuentas» vs. «infraestructura» en blanco y negro: la ley presupuestaria asigna fondos por categorías, y bajo Boric (2022-2025) el 68,3% de la inversión capital se ejecutó (récord histórico), financiada en parte por estos bonos. Imagina al vecino rico (gobierno): pide 100 pesos prestados (bono) para arreglar techo (infra) y pagar luz (sociales); si solo hiciera uno, colapsaría igual. Boric usó bonos para ambos: Plan Nacional de Infraestructura (22.000 proyectos, US$366 billones a 2055) y PGU/pensiones, sin quiebra porque ingresos tributarios crecieron 7,5%.

¿Sigue siendo complejo de entender? Repasaré el ejemplo del vecino en base a bonos soberanos para inversión. Ejemplo del vecino, así funciona en la vida real: imagina que tu vecino rico (gobierno de Chile) necesita plata para arreglar su casa (infra) y pagar cuentas (sociales). Te pide 100 pesos prestados vía un papelito (bono soberano), promete devolver 105 en un año. Tú compras en subasta primaria; si quieres venderlo antes, lo haces en el mercado secundario (como la bolsa para acciones). Boric emitió bonos para todo: usó parte en obras reales (68% ejecución récord, no cero), y social sin quiebra porque creció ingresos tributarios 7,5%. No desesperes: opositores dicen «extremadamente endeudado» o «no construyó nada», pero cifras muestran control fiscal (déficit bajando a 1,1%) y obras en marcha. Es como el vecino que arregló techo y pagó luz, sin dejar deudas locas.

Al inicio del mandato (2022), Boric heredó el país con una deuda al 36% del PIB post-COVID; emisiones subieron moderadamente (total ~US$30.000 millones netos en 4 años), pero ejecución de inversión pasó de baja (2022-2023, por herencia y pandemia) a récord (91% identificada en 2025). Las críticas de «no construyó nada» ignoran obras del MOP como el Puente Chacao o la cartera Biobío (1.890 en proyectos, US$15 mil millones). Con el ejemplo del vecino: empezó pidiendo poco para emergencias (social post-estallido), luego amplió para remodelar la casa (infra 2025), pagando intereses bajos (5,32% bono 10 años) gracias a la confianza internacional en Chile. Análisis: no ideal (crecimiento PIB ~2%), pero controlado, no un «robo».

Evolución: 2022-2023 priorizó gasto corriente (básicamente salud y subsidios) en razón de la crisis heredada del gobierno de Piñera, elevando la deuda a 39%; 2024-2025 giró todo a inversión (MOP +32% ejecución mayo 2025), recortando 14 programas sociales para disciplina fiscal. Los Bonos no «causaron quiebra»: las amortizaciones cubiertas, déficit bajando a 1,1% PIB 2026. Volvamos con el vecino analógico: al principio prestó para comida (social), luego para garage (infra); hoy vende activos viejos para pagar, sin vender la casa. La oposición deliberadamente exagera al comparar con pre-pandemia, olvidando shock global. El gobierno de Gabriel Boric ha obrado financieramente de forma responsable en el marco del contexto mundial y coyuntural.

La tesis se sostiene con hechos: Chile no está en quiebra ni fuera de norma. Una deuda del 43,2% del PIB es baja vs. la OCDE (86% promedio; EE.UU. mantiene una deuda del 1.08%, y Japón de 200%); en LATAM, Chile lidera en sostenibilidad (Perú 32%, Chile 43%, Ecuador 53%; vs. Brasil 90%, y Argentina 77%). La calificación estable del país evita tasas de interés altas; el mismo FMI proyecta una senda descendente post-2027. El «Robo a manos llenas» carece base: auditorías de la Dipres confirman ejecución legal, sin desvíos masivos. El vecino no quebró: prestó de forma responsable, construyó y paga.

Boric entrega a fin de este 2025 al país con una deuda bruta de US$148.000 millones (43,2% PIB proyectado), una posición financiera neta de -39%, y déficit estructural camino a cero (meta 2029). Contraste con OCDE: muy bajo vs. los países pares con PIB similar (España 110%, Italia 140%). En LATAM, somos los top 2 más bajos (Perú, Chile); estamos bajo Brasil, México y Argentina, los gigantes de la región. Mientras hoy la ciudadanía chilena vota por el próximo gobierno en segunda vuelta, puede sufragar tranquila, porque hereda estabilidad fiscal, planes infra largos y confianza de los mercados, no una bomba.