“Hice esta foto para la ceremonia de Graduación, no para un funeral” – Una periodista relata cómo los ucranianos están perdiendo a su juventud. Al comienzo de la invasión a gran escala (así se llama a la guerra iniciada en febrero de 2022 con la Federación Rusa para distinguirla de la guerra civil comenzada en 2014 por el control del Donbas. NdT), los soldados más jóvenes eran los nacidos en 2003. Ahora son los nacidos en 2007. Su historia y su muerte son especialmente desgarradoras, pues sus fotografías más recientes a menudo los muestran como estudiantes y se han convertido ahora en sus retratos sobre las tumbas. La reportera Albina Karman cuenta la pérdida de la juventud ucraniana.

Durante el primer año de guerra a gran escala, trabajé como periodista de investigación y, entre otras cosas, para documentar los crímenes de guerra rusos. Llevo más de dos años trabajando como reportera de guerra. En este tiempo, lo más difícil ha sido ver desaparecer a la generación de mis coetáneos: tengo 21 años.

6 de mayo de 2024. Una anotación en mi teléfono

No, no fue un mal día, pero habría sido mejor si hubiera visto a aquel chico de pelo rizado y alegre con el que iba al instituto sonreír a todos por el pasillo, y si todos le hubieran sonreído mientras iban a clase de física, informática y lengua. El día habría sido mejor si, en cambio, con solo 19 años, su vida no hubiera sido segada cerca de Bakhmut. Volodymyr Shkrynda, 2003 – 2023.

No, la semana no fue mala. Podría haber sido mejor si ahora estuvieras yendo a un refugio fuera de Járkov para grabar una conversación con un chico rubio y sincero que abandonó los territorios ocupados para luchar por la liberación de su hogar. Hablaba con calma de la muerte, hasta que esta segó sus jóvenes 20 años cerca de Bakhmut. La semana habría sido mejor si él hubiera podido decirles a sus amigos: «Estoy en entrenamiento, me gusta todo». Ihor Muzhychenko, 2003–2024.

No, no fue un mal mes. Podría haber sido mejor si hubieras conocido a un viejo conocido que caminó 10 kilómetros con nosotros hasta el club, vio a todos camino a sus casas en los pueblos vecinos, pidió canciones para los amigos al DJ y simplemente pasamos las tardes a la orilla de un afluente del río Pivdennyi Buh (Bug Meridional). Pero Mykolaiv resistió, gracias a muchas muertes, y en alguna parte, entre ellas, se encontraban sus jóvenes 21 años. Vadym Hotsuliak, 2001 – 2022.

(Nota: Mykolaiv es una gran ciudad del sur de Ucrania que sufrió intensos bombardeos en 2022 porque allí se luchaba para bloquear el avance del ejército ruso hacia Odesa).

En primer plano, varias personas abrazan a un soldado, mientras al fondo se ve una tumba y la nieve.

16 de junio de 2024. Otra pérdida

Vuelvo de una misión de trabajo en el sector de Kupiansk, en el óblast de Járkov. Todo mi feed de Instagram está prácticamente en blanco y negro; conocidos y amigos comparten la foto de un joven caído. No lo reconozco al instante: ha crecido desde la última vez que nos vimos en 2023.

Oleksandr (Sasha) Polishchuk era un militar de la 36ª Brigada Autónoma de Marines. Apenas lo conocía. Sasha era compañero de clase de una amiga de la infancia. Cuando celebraron la graduación en 2023, me invitaron como fotógrafa. Así que hice el fotorreportaje a los graduados en la Sala de Juntas del colegio, frente a unas viejas cortinas color oro. No había vuelto a ver esas fotos desde que se las di a los graduados; incluso se me había olvidado.

Una foto de cuatro jóvenes en una fiesta de graduación. Oleksandr Polishchuk (a la derecha) junto a sus amigos, Khmelnytskyi, Ucrania, 20 de enero de 2023.

20 de junio de 2024. Rozsosha, Óblast de Khmelnytskyi

El retrato de Sasha de la Graduación, con aquellas viejas cortinas doradas al fondo, ahora es sale en procesión del patio de su casa y colocado en una furgoneta fúnebre negra. Verlo me deja lívida. A mi lado está mi amiga Maryna, que lleva tres años esperando el regreso de su novio del cautiverio.

—»¿Estás bien?», —pregunta.

—»Sí, es solo que yo hice esta foto para la Graduación, no para un funeral», —respondo. En ese momento, Maryna, Sasha y yo teníamos los tres 20 años.

La despedida al marine de 20 años Oleksandr Polishchuk. 20 de agosto de 2024.

Tras la ceremonia tradicional de despedida con la vesilna rizka —una vara o varita ceremonial nupcial— y el korovai —el pan nupcial ceremonial—, (pues en la región de Khmelnytskyi es costumbre utilizar simbología nupcial en los funerales de los hombres solteros), una vez que todos los familiares y los adultos se han marchado, solo los jóvenes nos quedamos con Sasha. Somos quince, y cantamos el himno ucraniano junto a su tumba hasta que cae la noche. Por alguna razón, después de eso, el aire se vuelve más ligero y surge una sensación de euforia, como si todo lo que antes no era posible ahora estuviera definitivamente al alcance. Es como si alguien nos hubiera enviado la inspiración que nos faltaba. Como si ahora tuviéramos que ser capaces de hacer aún más, por aquellos que, desde el cielo, nos han dado su fuerza.

19 de noviembre de 2024. Una nueva anotación

Voy al Óblast de Rivne para contar la historia de un chico de 13 años que toca la trompeta en una banda fúnebre que acompaña a los soldados caídos. Además de él, otros dos menores de 16 y 17 años tocan en la banda. Les acompaño a un funeral —son los protagonistas de mi reportaje. Pero por un momento me distraigo cuando llegamos al patio de la casa del soldado caído Denys Pereta, nacido en el 2000. Intento recordar si he visto a personas mayores en un ataúd durante los años de guerra, pero no consigo recordar ni una. Y entonces, llorando por primera vez, me paro a pensar y escribo en una nota: «Estoy documentando la pérdida de mi generación».

Me dirijo al Óblast de Rivne para un reportaje sobre un chico de 13 años que toca la trompeta en una banda fúnebre que acompaña y despide a los soldados caídos. Además de él, otros dos menores de 16 y 17 años tocan en la banda. Acompaño a ellos a un funeral — son los sujetos principales de mi trabajo. Pero por un momento me pierdo en mis pensamientos, cuando llegamos al patio de la casa de Denys Pereta, un soldado caído nacido en el 2000. En realidad intentaba recordar si he visto a personas mayores en ataúdes durante todos estos años de guerra, pero no logro recordar ninguna. Y entonces, entre lágrimas, por primera vez formulo y escribo en una nota: ‘Estoy documentando la pérdida de mi generación’.»

Una orquesta fúnebre, seguida de un coche con el féretro y soldados caminando al lado.

Un resultado inevitable

Participo en una reunión de trabajo online con el equipo de Frontliner. Espero tranquila mi turno para hablar de los reportajes terminados y, en medio, decido enviar un mensaje a mi amigo «Chuha» alistado en la Brigada Azov. Es un poco mayor que yo, tiene 22 años. Hace mucho que no hablamos y estoy preocupada, porque el sector del frente cerca de Toretsk, donde está combatiendo, es muy durol.

—»¿Hay novedades?», —pregunto.

—»Hemos enterrado a mi hermano menor de 18 años. Ahora estoy intentando aprender a vivir con esto», —contesta Chuha.

A mi amigo le importaba mucho que su hermano menor se decidiera a prestar el servicio militar justo después de cumplir los 18 años; no le dio tregua desde el primer día después de su cumpleaños. Pero «Chuha» creía que él y su hermano sobrevivirían juntos a esta guerra. Durante un tiempo, el joven Arsen Derkach fue dado por desaparecido, pero no sucedió ese milagro.

Vuelvo a conectarme a la reunión de redacción, les cuento a los editores un poco distraídamente cómo están las cosas, me pongo la gorra y salgo al campo. Se acerca una tormenta. Una nube oscura y enorme se recorta en el cielo, sobre los campos infinitos, pero de repente se abre una grieta y irrumpen los rayos del sol abrasador de la tarde. Pesadas gotas de lluvia me empiezan a caer sobre el rostro pero no me cubro; dejo que la lluvia lave las marcas de esta carga inevitable. Aquí, en medio del campo, resulta más fácil respirar: se inhala dolor, se exhala vida. Porque alguien desde el cielo nos da realmente la fuerza para lograr dar vida a lo que ellos ya no pueden hacer.

Ucrania, 9 de septiembre, 2025
Fotoreportaje de Albina Karman de Frontliner (medio ucraniano independiente)

Adaptación: Jared Goyette

(No siempre, ni necesariamente, las opiniones de los reporteros de Frontliner coinciden con las nuestras, pero sus reportajes relatan con intensa participación la guerra tal como la vive la gente común, en la dramática cotidianidad, que ve desaparecer gradualmente a una generación de jóvenes vidas truncadas antes de tiempo. Como en un famoso canto de nuestros soldados de infantería compuesto durante la Primera Guerra Mundial, «La mejor juventud va bajo tierra». Mauro Carlo Zanella)