«Una convocatoria humanista para trascender los viejos poderes y dejar que una nueva civilización nazca de la cuna de la humanidad».

Las raíces de la crisis

Israel, Palestina, Líbano, Irán… Ni Estados Unidos, ni Europa, ni Qatar pueden resolver la crisis en Medio Oriente por una sencilla razón: son precisamente ellos los poderes que, durante siglos, han alimentado la destrucción de la vida en esta región. Siguen siendo incapaces de trascender sus propias fronteras físicas, mentales, religiosas, raciales y políticas.

El fracaso del antiguo orden

La comunidad internacional acogió con satisfacción el alto el fuego y el regreso de la ayuda humanitaria a Gaza, pero no nos confundamos: esto no es una resolución del conflicto.

El problema más profundo radica en la incapacidad de las instituciones globales —los Estados, los organismos diplomáticos y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas— para evitar que la situación sea dominada por fuerzas militares y milicias deshumanizadas. Este fracaso puede dar la impresión de que nosotros, la gente, hemos perdido el contacto con nuestra profunda humanidad.

La alternativa humana

Las personas tienen derecho a la seguridad y a un buen gobierno, algo que ningún ejército ha sido capaz de proporcionar jamás.

La tragedia actual en Gaza debe ser comprendida por todas las personas de bien del mundo: tenemos que trabajar con otra visión, a otra escala y con un nuevo conjunto de valores.

La conexión global

La crisis de Oriente Medio no es meramente regional; afecta directa o indirectamente a todos los habitantes de todos los continentes. El inicio de un verdadero proceso de paz y reconciliación en la región cambiaría el mundo tal y como lo conocemos.

Este conflicto afecta a las principales religiones, culturas y sistemas económicos. Hemos sido testigos de manifestaciones globales en apoyo a Palestina. La votación más reciente y significativa en la Asamblea General de la ONU sobre el apoyo a un Estado palestino tuvo lugar el 12 de septiembre de 2025, cuando se aprobó una resolución que respaldaba la Declaración de Nueva York sobre la solución pacífica y la aplicación de la solución de dos Estados, con 142 países votando a favor.

El historiador israelí Yuval Noah Harari nos recuerda que el rasgo definitorio de la humanidad es nuestra capacidad para cooperar de manera flexible en grandes grupos, sustentada por mitos e historias compartidos, y es precisamente esa capacidad la que puede transformar a Medio Oriente.

Un nuevo comienzo para la civilización

Compartimos un interés común en humanizar la región, aunando nuestras experiencias colectivas en la construcción de la paz, la reconciliación y la armonía social, guiados por principios de acción válida y por el reconocimiento de la contribución de todos al bien común.

Las estrategias militares y violentas no han logrado traer paz ni seguridad; en cambio, han provocado uno de los mayores desastres humanitarios desde la Segunda Guerra Mundial. Ponen de manifiesto lo absurdo de creer que se puede «resolver el problema por sí solo», en lugar de hacerlo mediante la inteligencia compartida y la colaboración.

Millones de personas ya participan en iniciativas de salud, educación, ayuda humanitaria, servicios sociales e interreligiosas para velar por el bienestar de todos en la región. Organizaciones dedicadas como The Parents Circle – Families Forum (PCFF) y A Land for All son ejemplos convincentes. Esto es lo que hay que reforzar, apoyar y amplificar.

Necesitamos una dirección global con acciones locales. La comunidad internacional debe conectarse con este poder universal, coordinando esfuerzos y fortaleciendo las capacidades humanas locales.

Nuestra conciencia e intención deben centrarse ahora en superar el pasado y construir el futuro, trascendiendo las diferencias. Se lo debemos a las próximas generaciones.

Ahora es el momento de dar a Medio Oriente lo que realmente se merece: la oportunidad de convertirse en la cuna de una nueva sociedad. Es una cuestión de reciprocidad. Durante milenios, Medio Oriente ha dado mucho a la humanidad, desde grandes religiones hasta civilizaciones fundamentales.

Hoy debemos devolver ese regalo apoyando la creación de la primera civilización verdaderamente humana, en la que el ser humano sea el valor central y más importante.

Este artículo forma parte de la campaña de David, «Una convocatoria global para la renovación no violenta en Medio Oriente».

Únanse a nosotros en este esfuerzo internacional.