Domingo, 26 de octubre de 2025: La noche ha caído lentamente. Llevamos horas sentados en las frías gradas del Forest Hills Stadium, y el aire se ha vuelto cortante. Todos estamos entumecidos, pero no nuestros corazones, que, llenos de pasión, nos impulsan a gritar y aplaudir cada vez con más fuerza. Todos estamos esperando a Zohran Mamdani.

Para aquellos que, como yo, somos nuevos en la política estadounidense, es importante saber que durante un «raduno» (término de origen italiano significa ‘concentración’ o ‘encuentro’ y ya incorporado para lo que aquí llaman rally o mitin, reunión política o electoral), los simpatizantes del candidato desfilan por el escenario uno a uno para explicar con vigor y pasión las razones que los llevaron a apoyarle.

Los oradores son numerosos. Primero hablan representantes de varios grupos de trabajadores: médicos, enfermeras, investigadores, profesores, educadores, taxistas y otros. Todos luchan por llegar a fin de mes. Luego llegan los representantes de las tres principales religiones de la ciudad: un rabino, un imán y un pastor; los tres ansiosos por construir una comunidad donde haya espacio para cada fe y donde cada una no solo respete a las demás, sino que busque el diálogo y la amistad. Les siguen figuras prominentes del sindicalismo y de la organización política Socialistas Democráticos de América (DSA), incluyendo a Alexandria Ocasio-Cortez, representante de Nueva York en el Congreso y la miembro más joven jamás elegida (nacida en 1989), y a Bernie Sanders, uno de los senadores demócratas más veteranos y combativos de la política estadounidense.

Mitin de Zohran Mamdani mitin para Elecciones Asamblea Estatal NY Distrito 36

Mitin de Zohran Mamdani para las Elecciones Asamblea Estatal NY Distrito 36

Finalmente, entre una explosión de aplausos y vítores que duraron unos buenos minutos, le llegó el turno de salir al escenario al candidato, a Zohran Mamdani; había llegado el momento de entregarse a su público. No creo exagerar si digo que el encuentro de Zohran con las 15.000 personas reunidas a su alrededor esta noche tuvo algo que ver con el amor. Él lo reconoce todo: sin ellos, habría seguido siendo una «anomalía estadística» (como bromea sobre cómo lo definieron las primeras encuestas). Ellos, los trabajadores, le agradecen que los escuche. Y es que hace tiempo que este país, y no solo este, no escucha a la gente; en la ciudad de Nueva York, Zohran parece ser el primer político en reabrir el diálogo interrumpido entre la institución y el pueblo.

Durante años, las necesidades de la ciudad se han analizado y planificado utilizando modelos teóricos cada vez más desconectados de la realidad, que ya no atienden a las necesidades de los ciudadanos, sino a las de las grandes corporaciones y los millonarios. De este reconocimiento y denuncia surge el nombre del mitin: La ciudad de Nueva York no está en venta. Gritamos el lema tantas veces que parece que toda la ciudad, desde Harlem hasta Staten Island, pueda oírnos. ¡El propio Zohran nos invita a alzar aún más la voz, para que Cuomo (su rival) nos oiga desde su apartamento de 8.000 dólares al mes y para que también nos oigan los multimillonarios atrincherados en la Casa Blanca!

Aunque está viviendo un momento de gran fuerza y creatividad, el movimiento DSA no ha salido de la nada (la referencia es al paciente trabajo de sembrar semillas hecho por nuestro amigo Bernie Sanders), y el camino será largo y cuesta arriba. Ganar el 4 de noviembre no será suficiente, una meta a la que debemos dedicarnos sin descanso, suponiendo que vamos cinco puntos por detrás de nuestro oponente (no por delante, como indican las encuestas); a partir de entonces, cada trabajador debe ser consciente de sus derechos y estar preparado para luchar por ellos cada día; hay que devolver a la vida en este estado a unos valores humanos e igualitarios. Porque no es «radical» (extremista) querer vivir en una vivienda digna a un precio asequible; lo radical es que te acusen de tener tales demandas. En realidad, la congelación del alquiler a nivel estatal solo afecta a un tipo concreto de contrato, el «estabilizado» (de renta fija), que no obstante afecta a más de dos millones de familias en la ciudad de NY. El cuidado infantil gratuito para todo el Estado de NY para niños de hasta seis años podría tener un impacto social aún mayor. Pero incluso en este caso, no es radical desear una familia; lo radical es verse forzado a elegir entre una carrera profesional y los seres queridos. Estas cosas parecen obvias, sin embargo, por la excitación que detecto a mi alrededor, parece que estos deseos elementales han sido sofocados, quizás bajo el peso de sobrevivir en una realidad que se ha vuelto hostil.

La ciudad misma, la bella Nueva York, es la protagonista esta noche. La siento amada por el candidato y por sus ciudadanos aquí reunidos. Una y otra vez, escuchando el ir y venir —los aplausos, el ondear de las linternas de los móviles, los fuertes abucheos, los gritos y las risas—, tengo la impresión de que los presentes quieren liberarla de los sórdidos empresarios cuya infinita codicia está envenenando su alma. La cuestión es que una ciudad no está hecha solo de ladrillos, acero y hormigón: por sus arterias también fluye algo más, algo que podríamos llamar «amor». Y así como toda criatura se vuelve feliz y acogedora cuando se siente amada, Nueva York también se vuelve amable. El amor es un tema de conversación en el mitin; la palabra está en boca de todos los participantes, y yo quiero entenderla así, en sus 360 grados y sin barreras.

Un multimillonario, viviendo quién sabe dónde, que ofreciera otro trato inmobiliario más tras desalojos de solares enteros en Bed-Stuyvesant (el barrio donde yo vivo en Brooklyn) construiría otro tipo de relación, o más bien, no construiría «ninguna relación». Quizás ni siquiera le importe el nombre del barrio donde invirtió su dinero, y mucho menos su historia, impregnada de vida y de lucha ciudadana y el batallar por los Derechos Civiles.

Pero la ciudad pertenece a quienes la habitan, no a quienes la explotan, y en un momento dado, o muere o se rebela. Zohran pregunta en voz alta: «¿Quieren rendirse o luchar?». El coro responde al unísono: «¡Luchar!»

En el mitin de esta noche, están presentes todas las generaciones en distintos grados. Tengo una muestra justo a mi lado. A mi derecha se sienta una mujer mayor, no muy alta y más bien robusta; sus hombros son los de una mexicano-indígena, pero su rostro podría ser de cualquier etnia. Su figura muestra las señales de alguien que ha luchado por vivir. A mi izquierda se sienta un joven con look hippie y modales delicados: lleva chaqueta de cuero, bufanda y gorro de lana, y hasta gafas redondas como las de John Lennon. Él expresa su entusiasmo con vigor, saltando como un grillo y moviéndose con cada broma; ella es mucho más comedida en sus reacciones, no aplaude cada treinta segundos y siempre se pone de pie la última (él siempre es el primero), pero no puede resistir las bromas de Zohran, y finalmente, ahora que estamos en la parte final, la veo reír casi con libertad.

Esta mujer, abrigada como yo para protegerse del frío de la noche, me recuerda a una de las primeras personas que conocí cuando puse un pie en América hace ocho años. Estaba perdida en el laberinto de la Port Authority Station, cuando una empleada me ayudó, dirigiéndome a la plataforma correcta para el autobús que necesitaba tomar, unos pisos más arriba de donde me había perdido. En el ascensor, intercambiamos unas palabras: yo era la turista entusiasta, ella la trabajadora estresada. Sus palabras se me quedaron grabadas: «Esta es la ciudad que nunca duerme; tú piensas que es fascinante, pero nosotros nos estamos volviendo locos. Yo también necesito vacaciones… Italia debe ser preciosa… pero aquí es imposible imaginar tener más de una semana de descanso, y con tan poco tiempo, ¿qué haces? Te quedas en casa, intentas ponerte al día con todo lo que has dejado atrás, porque en Nueva York siempre tienes que correr, si no acabas en problemas, en la calle. No sé dónde acabaremos, no sé cuánto tiempo más podremos aguantar».

Me pregunto si ella estará aquí esta noche. No la reconocería, pero realmente espero que sí.

Fotos de Marina Serina y https://www.facebook.com/32BJSEIU


N.d.T.: Zohran Mamdani es canditato a repetir como Assemblymember (Diputado de la Asamblea Estatal de Nueva York) por el Distrito 36. Es un cargo del Gobierno del Estatal, cuya labor es legislar y gestionar presupuestos para todo el estado desde Albany, no gobernar el municipio de Nueva York (función del alcalde). Distinción útil para los lectores que seguimos esta campaña desde fuera de los Estados Unidos de Norteamérica