África está trazando una nueva ruta hacia el desarrollo económico, apostando por el valor agregado, la innovación sostenible y la soberanía sobre sus recursos naturales. Desde los yacimientos de cobalto en la República Democrática del Congo, pasando por la biotecnología en Túnez, hasta la transformación agrícola en todo el continente, gobiernos y empresas emergentes están enviando un mensaje claro: el continente no quiere ser solo un proveedor de materias primas, sino un actor clave en las cadenas globales de valor.
La República Democrática del Congo, que alberga las mayores reservas de cobalto del mundo —mineral esencial para baterías de vehículos eléctricos y tecnologías limpias—, ha decidido replantear su papel en el mercado global. El gobierno del presidente Félix Tshisekedi está presionando para que los acuerdos mineros incluyan beneficios concretos como la industrialización local, la generación de empleo y una participación más justa en las ganancias.
“Congo debe priorizar cláusulas que garanticen la creación de industrias locales y oportunidades laborales”, aseguró desde Kinshasa Djimpe Landry, socio en Innogence Consulting. Este enfoque, aunque fortalece la posición negociadora del país frente a potencias como China y Estados Unidos, también presenta desafíos en términos de atracción de inversión sin ceder soberanía sobre sus recursos.
En la costa mediterránea de Túnez, un emprendimiento biotecnológico ha logrado convertir una amenaza ecológica en una oportunidad. El cangrejo azul, una especie invasora que afectaba a las comunidades pesqueras locales, ahora es materia prima para la producción de quitina y quitosano de grado farmacéutico, materiales biodegradables con aplicaciones en medicina, agricultura y sustitutos del plástico.
La startup tunecina, que procesa más de 5.000 toneladas de residuos de cangrejo al año, está utilizando “química verde” para impulsar una economía circular. Este modelo no solo ofrece una solución ambiental, sino que posiciona a Túnez como un centro emergente de innovación sostenible en el Sur Global.
A lo largo del continente, África también está apostando por una transformación agrícola basada en fertilizantes sostenibles. Durante décadas, la baja fertilidad del suelo y el acceso limitado a insumos impidieron que el sector agrícola alcanzara su potencial. Hoy, gobiernos e inversores están promoviendo soluciones agroecológicas que enriquecen naturalmente los suelos, reduciendo la necesidad de fertilizantes químicos importados.
“El potencial es enorme”, afirma Wlodek Bogucki, inversor en tecnologías agrícolas. “Si se escala, esta estrategia no solo podría alimentar a África, sino convertirla en un proveedor clave de alimentos para el mundo”.
Lo que une a estos tres casos es una visión compartida: África ya no acepta un rol pasivo en la economía global. Desde la minería hasta la biotecnología y la agricultura, el continente está apostando por modelos más sostenibles, inclusivos y rentables. La competencia por sus recursos sigue siendo intensa, pero con una postura más firme y estratégica, África busca asegurar que su riqueza también beneficie a su gente.













