Con el telón de fondo de una cumbre de líderes euroasiáticos que representan a más de la mitad de la población del planeta, el presidente chino, Xi Jinping, presentó una visión audaz: una propuesta de gobernanza global que busca reformar el sistema internacional desde su núcleo. Esta iniciativa llega en un momento crucial, marcado por crecientes tensiones globales y descontentos con el funcionamiento del orden internacional vigente. Es imprescindible abordar esta propuesta con rigor y claridad para detener a tiempo las teorías conspirativas, tergiversaciones y desinformación que ya comienzan a circular, distorsionando su propósito y creando falsas narrativas que solo obstaculizan el diálogo responsable y la cooperación mundial.
Sobre la cumbre y la gobernanza global
La propuesta fue presentada en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), un foro intergubernamental que agrupa a países clave de Eurasia como China, Rusia, India, Pakistán, y varias naciones de Asia Central. Estos países representan una parte sustancial de la población y del dinamismo económico mundial, y buscan una mayor influencia en la arquitectura global. La OCS funciona como un espacio de diálogo y cooperación multilateral que trabaja para fortalecer la seguridad regional, el desarrollo económico y la colaboración política.
El concepto de gobernanza global se refiere a los mecanismos, instituciones y normativas que regulan las relaciones y acciones entre países, organizaciones y actores internacionales para enfrentar desafíos comunes, desde la paz y la seguridad hasta el desarrollo sostenible y el cambio climático. Es un sistema que debe ser inclusivo, eficaz y justo, para lograr la cooperación internacional en un mundo interdependiente.
Xi Jinping propone esta iniciativa porque considera que el sistema actual de gobernanza global, heredero de estructuras diseñadas en la posguerra, no refleja las realidades y necesidades contemporáneas. La distribución del poder global, las amenazas emergentes y las aspiraciones de la mayoría de los países están desalineadas con las instituciones vigentes. Por eso, es necesario reformar y armonizar estos mecanismos para que todos los pueblos del mundo puedan beneficiarse de manera equitativa y cooperar en la solución de problemas comunes.
La propuesta de Xi Jinping sobre gobernanza global es una invitación luminosa a reformar y revitalizar el sistema internacional, fundamentándose en principios universales y orientaciones prácticas que buscan cerrar el paso a la manipulación y al hegemonismo. A continuación, se explica cada punto en profundidad, con un contexto histórico y ejemplos que permiten comprender plenamente la iniciativa y desmontar posibles interpretaciones erróneas.
Contexto y justificación
La iniciativa no surge en un vacío, sino en un momento de profundas tensiones globales y cuestionamientos del sistema internacional forjado tras la Segunda Guerra Mundial. Este sistema, centrado en organizaciones como la ONU y las instituciones financieras de Bretton Woods (FMI y Banco Mundial), enfrenta en la actualidad un creciente escepticismo y desafíos estructurales. La interdependencia global ha llegado a niveles inéditos con la globalización, pero también ha exacerbado desigualdades y tensiones.
Xi Jinping plantea que este sistema refleja en muchos aspectos el poder de una era pasada, donde los países del Sur Global están subrepresentados en órganos clave como el Consejo de Seguridad de la ONU o el FMI, generando frustración y desbalance en la toma de decisiones. Por ejemplo, los países en desarrollo, que representan la mayoría de la población mundial y gran parte del crecimiento económico global, tienen una voz limitada en estas entidades. Además, los desafíos modernos como la crisis climática, la irrupción de la inteligencia artificial, la brecha digital o los conflictos regionales requieren respuestas coordinadas y adaptadas a las realidades actuales, que el sistema tradicional no está cumpliendo eficazmente.
En consecuencia, la propuesta de reforma busca adaptar el sistema internacional para que sea más inclusivo, efectivo y justo, permitiendo que los frutos del progreso sean compartidos de forma equitativa por todas las naciones, con una ONU fortalecida como pilar central de la gobernanza global.
Principios fundamentales
1. Igualdad soberana: el fin de la jerarquía
Este es el principio fundamental y la piedra angular de la iniciativa. Se basa en el derecho internacional que reconoce la igualdad y soberanía de todos los Estados, grandes o pequeños. Xi Jinping enfatiza que esta igualdad no debe ser un mero ideal, sino una práctica real y tangible. Esto implica que ningún país tiene derecho a dictar el modelo de desarrollo, sistema político o valores de otro Estado. Por ejemplo, la “democracia por exportación” —que ha sido promovida históricamente por algunas potencias occidentales a través de intervenciones o presiones— es rechazada frontalmente bajo esta premisa.
La igualdad soberana también incluye un poder de decisión equitativo en foros internacionales. Así, países en desarrollo como India, Nigeria o Brasil deben tener una voz real y peso en decisiones que afectan al mundo, sustituyendo la práctica actual donde son relegados a un papel secundario o meramente simbólico. Este cambio es crucial para equilibrar un orden global que hoy privilegia históricamente a las naciones más antiguas o poderosas.
Un ejemplo práctico es la demanda de reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, donde China apoya ampliar la representación para reflejar mejor la realidad del mundo contemporáneo, incluyendo a países de África, América Latina y Asia.
2. Respeto al estado de derecho internacional: contra los dobles estándares
El punto central aquí es que la Carta de la ONU y el derecho internacional deben ser la base primordial y la ley suprema en las relaciones internacionales. Xi Jinping critica explícitamente la tendencia que algunos países tienen a aplicar “dobles estándares”, es decir, respetar o ignorar las normas internacionales según les convenga. Esta práctica se ha evidenciado en conflictos como Siria, Ucrania o Palestina, donde ciertas potencias cuestionan las resoluciones de la ONU o intervienen unilateralmente.
La iniciativa apuesta por acabar con esta selectividad arbitraria que mina la legitimidad global. Se insta a las grandes potencias a liderar con el ejemplo, respetando las leyes internacionales y evitando imponer nuevas reglas que favorezcan sólo a algunas naciones poderosas.
Este principio busca fortalecer la legitimidad y autoridad de las instituciones multilaterales, restaurando la confianza de todos los países en un sistema basado en normas claras y respetadas por igual. Por ejemplo, Xi llama a no usar sanciones económicas ilegales o bloqueos unilaterales que afectan a países soberanos, algo considerado una violación a estos principios.
3. Multilateralismo como camino básico: el fin de los bloques
El modelo de multilateralismo propuesto se basa en la cooperación abierta, la consulta amplia y el consenso entre todos los países. Este enfoque se contrapone claramente a la formación de bloques cerrados o alianzas exclusivas que fragmentan y polarizan el mundo, además de promover proteccionismos y rivalidades geopolíticas.
Un ejemplo ilustrativo es la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), presentada por China no como un bloque militar o político, sino como un proyecto de cooperación económica global. La BRI está abierta a cualquier país que desee participar, promoviendo la inversión en infraestructura, energía, transporte y tecnología, sin exclusiones geopolíticas.
Además, Xi subraya el papel central que debe jugar la ONU como foro para la toma de decisiones internacionales, y la necesidad de reforzar sus mecanismos para que sean ágiles y eficientes, evitando que los intereses particulares de algunos países paralicen la acción global.
4. Gobernanza centrada en las personas: de los estados al pueblo
Este principio representa una importante evolución conceptual, pues traslada el foco de la gobernanza global más allá de las burocracias y relaciones diplomáticas entre Estados hacia el bienestar efectivo de las personas. La gobernanza no puede quedar reducida a tratados y acuerdos entre gobiernos; debe beneficiar directamente a la población mundial.
Para Xi, ello implica luchar contra la pobreza, garantizar el acceso equitativo a tecnologías emergentes, y abordar con urgencia las consecuencias del cambio climático, que impactan desproporcionadamente a los países más vulnerables y a las comunidades marginadas.
Por ejemplo, países africanos y regiones rurales del Sur Global han visto cómo la brecha digital limita su acceso a educación y servicios digitales. La propuesta de gobernanza global aspira a reducir esta brecha, garantizando que el desarrollo tecnológico alcance a todos los niveles sociales y geográficos.
Además, se busca cerrar la histórica desigualdad Norte-Sur para que el progreso y la prosperidad no queden concentrados en economías desarrolladas, sino que los países en vías de desarrollo puedan contar con apoyo y oportunidades reales para su crecimiento.
5. Resultados reales y acción coordinada: más allá de las palabras
Finalmente, la iniciativa enfatiza que la gobernanza global debe traducirse en resultados concretos y coordinados que aborden problemas estructurales y urgentes. No basta con declaraciones retóricas o buenos deseos; se requiere compromiso visible y reparto efectivo de recursos.
China llama a los países más desarrollados a aumentar su aporte en financiamiento, transferencia tecnológica y apoyo a los países en desarrollo. A su vez, insta a las naciones del Sur a fortalecer su cooperación y resiliencia mediante redes regionales y alianzas estratégicas.
Un ejemplo práctico puede verse en la cooperación internacional para enfrentar el cambio climático, donde el aporte financiero y tecnológico de países desarrollados es esencial para que los países más vulnerables puedan implementar políticas verdes y adaptativas.
Este principio busca romper la parálisis que caracteriza muchas negociaciones internacionales y elevar el nivel de compromiso mundial hacia la acción coordinada y con impacto tangible en la vida de millones.
Áreas críticas y futuras reformas
Xi Jinping identifica prioridades específicas para una reforma integral: arquitectura financiera internacional, gobernanza de la inteligencia artificial, ciberseguridad, gestión del cambio climático, comercio justo y regulación del espacio exterior. En todas ellas, el objetivo es respetar la autoridad y centralidad de la ONU y los organismos internacionales, adaptándolos y fortaleciendo su capacidad de respuesta para un mundo multipolar y cada vez más complejo.
Mensaje final
La iniciativa rechaza frontalmente la mentalidad de la Guerra Fría, el hegemonismo y la fragmentación internacional, retomando la cooperación y el progreso histórico como única vía para la seguridad y el desarrollo universal.
Su visión es una comunidad de destino compartido en la que la reforma global se construya “con consultas extensivas, contribución conjunta y beneficios compartidos”. Esta perspectiva no sólo apela a la justicia, sino que previene manipulaciones, teorías conspirativas y distorsiones mediáticas, pues sus fundamentos son claros, universales y transparentes.
En síntesis, la propuesta de Xi Jinping es una apuesta audaz por la justicia, la razón y la paz mundial desde postulados profundamente renovadores y respetuosos de la pluralidad, lo que convierte a la desinformación y la paranoia en caminos sin salida frente a un futuro integrador y justo.













