El pasado 15 de septiembre de 2025, México vivió una noche histórica con el primer Grito de Independencia presidido por Claudia Sheinbaum, un discurso que no solo resonó por la solemnidad del acto protocolario sino también por su clara impronta feminista que redefine el papel de la mujer en la historia y el presente nacional.

El Grito de Independencia, ese emblemático ritual que rememora el llamado a la lucha contra el dominio colonial español inaugurado en 1810 por Miguel Hidalgo, cobra cada año un sitial central en la memoria y la identidad mexicana. Se celebra la gesta heroica que culminaría en la formación de la nación libre y soberana, un momento emblemático de reafirmación patriótica. Tradicionalmente, el discurso lo ha pronunciado el presidente o la presidenta, marcando un acto de conexión directa con el pueblo y la historia.

Este 2025, Sheinbaum rompió un techo al convertirse en la primera mujer en dar el Grito, un gesto que ella misma calificó como un “símbolo de inclusión, igualdad y justicia”. En su discurso, la presidenta reivindicó la dignidad y el valor de todas las mexicanas, enfocándose especialmente en las mujeres indígenas y las heroínas de la independencia. Mencionó con especial reverencia a figuras icónicas como Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario y Gertrudis Bocanegra, quienes en las sombras y frentes de batalla tejieron la resistencia que llevó a México a la libertad.

Sheinbaum expresó textualmente: “Damos homenaje a las mujeres que hicieron posible nuestra independencia, mujeres valientes que fueron doblando la historia con su presencia, compromiso y ejemplo. Mujeres indígenas, nuestras primeras cuidadoras de la tierra, guardianas de la lengua y la cultura, pilar indispensable en la construcción de México”. Este reconocimiento significó un sitial de honor para las mujeres tradicionalmente silenciadas en los relatos patrióticos, releva su protagonismo y reivindica su legado inmarcesible.

Además, el protocolo acompañó el momento con símbolos feministas: el vestido morado que vistió la presidenta y la guardia de honor frente al retrato de Leona Vicario, primera mujer dentro del panteón nacional de héroes, brindaron en conjunto una lectura política que subrayó la urgencia de abrir caminos para la igualdad y el respeto de los derechos de la mujer en México.

Este acto no solo fue un ejercicio de memoria histórica, sino una declaración contemporánea: en tiempos de feminicidio y lucha por los derechos de las mujeres, el Grito de Sheinbaum representa un llamado a la justicia y a la reparación del tejido social desde la perspectiva de género, otorgando esa dimensión inclusiva a uno de los mayores símbolos nacionales.

Así, el discurso y el acto protocolario de 2025 constituyen un hito que enmarca a México en un tránsito hacia la igualdad, haciendo visible a las mujeres como agentes activos de la historia y no solo como testigos. Este compromiso explícito de la presidenta abre puertas para la reconstrucción de un relato nacional más plural y justo, donde la soberanía también se ejerce desde la igualdad de género y el respeto a la diversidad cultural e histórica del país.