En Chile, la derecha no es una sola masa. Es una selva con jerarquías. Arriba de todo está Tarzán, la élite exportadora que mueve el cobre, la celulosa, el vino y los bosques. En el medio saltan los monos, los de Renovación Nacional (RN): comerciantes, ferreteros, medianos empresarios que calculan y sobreviven siguiendo al más fuerte. Y abajo, con velas y rosarios, están los idiotas con fundo: la Unión Demócrata Independiente (UDI), fundada por el ideólogo de Pinochet, Jaime Guzmán, devotos de misa en Apoquindo y guardianes de la mística dictatorial.

El negocio–país es de Tarzán. No necesitan robarse -necesariamente-, las pensiones de las AFP para hacer negocio. Lo suyo son las grandes ligas: Codelco y la minería, las forestales y la celulosa, las viñas y la agroindustria, amén de mercado accionario y bonos en el extranjero. Y RN se acomoda a ese poder, la UDI lo justifica con dogma, pero incluso la élite UDI de arriba arriba – la que vive del mismo circuito exportador-, aunque sean Udis, termina siendo tan pragmática como los ferreteros de RN: cuando se trata de negocios, la mística se evapora y todos son amigos de China y ¡hasta van allá de vacaciones! Tarzán financia a todos con un solo mandato: “el modelo no se toca” y “que no baje el riesgo país”. Esto último implica muchas garantías en los complejos engranajes de la economía.

En este contexto se instala la candidatura de Jeannette Jara, comunista, profesional, ex ministra, mujer culta y pragmática. Una mujer con la que se puede conversar y entenderse. La encuesta de Alberto Mayol —una de las pocas que mide con nombres propios— le da ventaja en primera vuelta, pero desventaja en segunda frente a José Antonio Kast, el ultraderechista del Partido Republicano, y frente aç Evelyn Matthei, alcaldesa de Providencia y carta presidencial de la UDI. Sin embargo, la diferencia con Kast respecto de con Matthei es mucho menor. ¿Qué les dice eso? Aun así el dilema es simple: Jara entusiasma a la izquierda, pero Kast y Matthei tienen piso en la derecha.

El problema para la élite exportadora es Kast. Un Milei chileno, un salto al vacío, un riesgo que dispara el crédito y hunde la estabilidad. Tarzán no arriesga su negocio con un autoritario que no controla ni su propio partido y hace gala de una ignorancia supina. Prefiere el statu quo: continuidad y calma para que el cobre y el Litio sigan fluyendo a China y el vino a Europa.

La ventana de Jara es ésa: mostrar que su gobierno sería socialdemocracia en clave nórdica, no revolución ni tampoco el chanterío español. La tabla del uno:

  • A mayor equidad, mayor poder adquisitivo parejo.
  • A mayor poder adquisitivo, mayor tranquilidad social.
  • A mayor tranquilidad, mayor consumo.
  • A mayor consumo, mayor crecimiento.
  • Con inflación controlada, el IMACEC sube y todos ganan.

No es comunismo, es pragmatismo. Y lo que a la izquierda le puede sonar tibieza, a Tarzán le suena garantía: paz social como condición para que el negocio florezca.

A mí me suena a que nos salvamos de un desastre suculento, como en Argentina, y de retroceder 30 años en garantías sociales.

En segunda vuelta, la ecuación se juega así: la UDI no razona, seguirá a sus santos y a sus fantasmas. RN puede dividirse, con un sector empresarial mediano a grande dispuesto a apostar por la estabilidad. Pero la orden final la dará Tarzán. Cuando Tarzán entienda que con Jara el modelo sigue estable, que tendrá que repartir un poquito, pero sólo un poco, y que a cambio tendrá un país controlable, y que con Kast se tambalea, entonces caerá la teja. Y cuando Tarzán da la orden, los monos obedecen.

La victoria de Jeannette Jara no dependerá de consignas ni de épicas rojas: definitivamente ella es una excelente y la única opción para dirigir el buque de forma ordenada. Dependerá de que la élite comprenda que con más equidad hay más consumo, y con más consumo, más negocio. Lo demás es historia larga: el próximo gran paso de la revolución dependerá de la educación de masas, más lectura, menos pantallas, más proteínas que carbohidratos. Pero en la inmediatez, la política chilena se decide en esa selva donde Tarzán, los monos y los idiotas con fundo miden quién mantiene la rama más firme. Ahí están los votos que faltan. Valga la redundancia, ya veremos si lo ven. Porque si no lo ven…