Clara intensificación del conflicto: 24 muertos y casi 600 heridos tras oleadas de misiles iraníes

El conflicto entre Irán e Israel ha escalado drásticamente en las últimas 72 horas, con un saldo confirmado de 24 muertos y 592 heridos, según informó este lunes el Ministerio de Salud israelí. El dato marca el punto más álgido desde el inicio de la ofensiva denominada «Promesa Verdadera III», lanzada por Irán en represalia a los recientes bombardeos israelíes sobre instalaciones nucleares en territorio iraní.

Los ataques iraníes, consistentes en tres grandes oleadas de misiles balísticos, alcanzaron al menos 30 localidades en Israel, incluyendo centros urbanos como Tel Aviv, Haifa, Rehovot y Petah Tikva. Las autoridades contabilizaron al menos 370 misiles disparados desde el 13 de junio hasta la madrugada del lunes 16.

El episodio más crítico se registró entre la noche del 15 y la madrugada del 16, cuando 287 personas resultaron heridas por impactos directos o indirectos. Entre ellas, una persona permanece en estado grave.

A pesar del uso de sistemas defensivos avanzados como Arrow 3, David’s Sling e Iron Dome, varios proyectiles superaron las barreras aéreas e impactaron en zonas residenciales, provocando daños materiales significativos y un clima de alta tensión en la población civil.

El Ministerio de Defensa israelí advirtió que la ofensiva iraní representa “una escalada sin precedentes en la guerra indirecta que mantenían ambos países desde hace años”, y confirmó que la aviación israelí ha intensificado sus operaciones sobre objetivos estratégicos iraníes, incluyendo bases del IRGC en Kermanshah y almacenes de misiles en Isfahán.

Por su parte, fuentes iraníes y medios alineados con el gobierno de Teherán han sostenido que la operación «Promesa Verdadera III» tuvo un carácter estrictamente disuasivo y de represalia, dirigida exclusivamente a objetivos militares. Según el portavoz del IRGC, más de 400 misiles y drones fueron lanzados desde territorio iraní entre el 13 y el 16 de junio, alcanzando —según sus cifras— bases aéreas, depósitos de armamento, estaciones de radar y posiciones logísticas del ejército israelí.

Algunas de esas fuentes también aseguran que los impactos más severos se produjeron en infraestructura sensible de defensa en el centro de Israel, aunque hasta ahora no se han aportado pruebas independientes verificables que respalden esa afirmación. Según voceros del IRGC, “la operación cumplió su objetivo” de debilitar la capacidad ofensiva israelí y enviar un mensaje claro de capacidad de respuesta.

Mientras tanto, las diferencias entre los reportes oficiales de cada bando —respecto al número de misiles, blancos alcanzados y víctimas— subrayan una de las características más difíciles de cualquier guerra: la verdad de los hechos se vuelve difusa, estratégica y a menudo irreconciliable.

En conflictos de esta naturaleza, la información misma se convierte en un campo de batalla: para cada bando, el relato es un arma, y los datos, herramientas de propaganda o disuasión. Confirmar los hechos, cotejar daños reales y establecer responsabilidades con precisión, se vuelve una tarea compleja, lenta y muchas veces deliberadamente obstaculizada.

La tensión continúa, mientras el mundo observa, una vez más, cómo la guerra no solo destruye ciudades, sino también certezas.