En 2023 (para 2024 no hay cifras confiables disponibles), el gasto militar de los estados reunidos en la OTAN fue unas 13 veces mayor que el de Rusia. Si sólo nos fijamos en los Estados miembros europeos de la OTAN, su gasto era todavía cuatro veces mayor que los de Rusia.

Sin embargo, se nos informa repetidamente de que es necesario gastar mucho más para garantizar la seguridad. En realidad, esto no es más que propaganda y una estrategia de marketing de la industria armamentista, una mirada a sus sitios web es suficiente para reconocer esto. Incluso el término «inversión en defensa» es engañoso.

La idea de que más armas traen seguridad no es sostenible, especialmente dado el fracaso de la política de entrega de armas a Ucrania. Esta estrategia vertió parafina al fuego, no se aferró al atacante, extendió la guerra, contribuyó a la destrucción de un pueblo y la debilitó, y dividió a Europa.

Más armas y fuerzas armadas fuertes no garantizan la seguridad, sino todo lo contrario, crean inestabilidad e incertidumbre y favorecen los conflictos armados.

Por otro lado, cómo podríamos olvidar la resistencia no violenta de Dinamarca contra el nacionalsocialismo. Una resistencia que cobró pocas víctimas y salvó a la mayoría de los judíos en comparación con otros países europeos.

Más armas no traen paz, sino que conducen a la guerra. La afirmación de que la guerra lleva a la paz es una de las mentiras más grandes de la historia.