Tras semanas de una campaña de constante martilleo por parte de los medios de comunicación y los políticos alemanes contra una reunión calificada de «intolerable» por el alcalde de Berlín, el congreso de tres días organizado para debatir la masacre en curso en Gaza y el papel de Alemania en su apoyo fue interrumpido y prohibido por la policía a los pocos minutos de comenzar la segunda intervención. Udi Raz, judío alemán y portavoz de Jewish Voice for Peace en Alemania, fue detenido.

La policía cortó la electricidad de la sala y advirtió a los participantes, organizadores y oradores de que serían procesados. Calificados de «odiadores de Israel», los participantes no eran ciertamente alborotadores ni antisemitas, sino conocidos profesores universitarios, políticos, médicos, escritores e investigadores.

A dos de ellos ni siquiera se les permitió entrar en el país: el gobierno alemán prohibió a Yanis Varoufakis entrar en Alemania e incluso hablar con relación al suceso. El cirujano palestino y rector de la Universidad de Glasgow Ghassan Abu Sitta, que durante 43 días prestó ayuda en Gaza con Médicos Sin Fronteras, fue detenido en el aeropuerto de Berlín y literalmente deportado. La policía también detuvo a ciudadanos que protestaban por el trato recibido y les prohibió volver al aeropuerto durante un año.

La culpa por la Shoah y la defensa ciega de Israel están llevando a Alemania a niveles de intolerancia indignos de un Estado supuestamente democrático.