Stefania Maurizi, John Goetz y Christian Mihr debatieron en la librería Georg Büchner Buchladen de Berlín sobre: «¿Para qué sirve el periodismo si no se permite publicar crímenes de guerra?». Muchos más querían escuchar el evento, pero 80 personas era el límite, lo que la pequeña librería podía dar espacio.

El acto fue organizado por Assange Support Berlin en cooperación con Reporteros sin Fronteras, Georg Büchner Buchladen, Disruption Network Lab y Boiling Head Media.

¿Para qué sirve el periodismo si no se permite publicar crímenes de guerra? Cada vez más secretismo entre los gobernantes, cada vez más vigilancia de los periodistas.

80 organizaciones de defensa de la libertad de prensa y los derechos humanos de toda Europa hacen un llamamiento al Consejo de la Unión Europea en una carta conjunta para que proteja a los periodistas contra los programas informáticos de vigilancia. La tan esperada normativa contra Pegasus y otros spywares similares va a ser suavizada: con la justificación de la «seguridad nacional» como excepción, los troyanos de Estado contra la prensa acabarán siendo legalizados.

La periodista de investigación alemana Gaby Weber lleva años demandando al Servicio Federal de Inteligencia la publicación de los archivos Eichmann: El BND prolongó el periodo de secreto legal primero de 30 a 60 años y después indefinidamente. Se quiere mantener al público y al gremio de historiadores alejados de las verdaderas circunstancias del llamado secuestro de Eichmann.

Al igual que a su colega alemana Gaby Weber, a la periodista de investigación italiana Stefania Maurizi le cuesta mucha energía, tiempo y (donaciones y su propio) dinero demandar a las autoridades documentos secretos con la Ley de Libertad de Información. Gracias a Maurizi sabemos hasta cierto punto qué autoridades mantuvieron la detención de Julian Assange y cómo. Nils Melzer también colaboró en su investigación.

Su libro, publicado ahora en inglés con el título «Secret Power», explica cómo Wikileaks cambió el periodismo y cuál es el estado actual del periodismo, en un momento en que la publicación de crímenes de guerra secretos está criminalizada para todos por la interminable detención de Julian Assange. Maurizi termina su libro con la siguiente conclusión:

«Quiero vivir en una sociedad en la que sea posible revelar crímenes de guerra y torturas sin acabar tres veces en la cárcel y al borde del suicidio, como le ocurrió a Chelsea Manning. Sin verme obligado a vivir en el exilio, como Edward Snowden. Sin perder la libertad durante más de diez años y correr el riesgo de suicidarme, como Julian Assange. Quiero vivir en una sociedad en la que el poder secreto rinda cuentas ante la ley y la opinión pública por sus atrocidades. Donde quienes vayan a la cárcel sean los criminales de guerra, no quienes tengan la conciencia y el valor de desenmascararlos, ni los periodistas que revelen sus crímenes. Hoy en día, esa sociedad auténticamente democrática no existe. Y nadie va a crearla por nosotros. Nos corresponde a nosotros luchar por ella. Por los que están con nosotros, por los que no lo están e incluso por los que están contra nosotros».

Stefania Maurizi, John Goetz y Christian Mihr comentan en este vídeo los pasos que hay que dar para conseguirlo.