De nuevo esta mañana Praga se ha despertado conmocionada por el terrible suceso de violencia que sacudió el país en la tarde del 21 de diciembre.

Un joven de 24 años irrumpió en la Facultad de Filosofía de la Universidad Carolina, situada en el centro de la ciudad, y abrió fuego contra estudiantes y profesores, matando a quince personas e hiriendo gravemente a muchas otras.

Tras matar a su padre, el joven se dirigió a la universidad, donde intentó cobrarse el mayor número posible de víctimas, llegando a disparar a mansalva desde una ventana que daba a una concurrida calle del centro.

A la población le cuesta creer que un suceso semejante, que recuerda a la matanza de Columbine High School en Estados Unidos, haya podido ocurrir en un país tan aparentemente pacífico y, a pesar del gran revuelo que han montado los creadores de opinión, es difícil entender la conexión entre la situación actual y la masacre que tuvo lugar.

Uno se pregunta cómo es posible que algo similar pueda ocurrir en la pacífica República Checa… Los políticos nacionales e internacionales compiten por declararse conmocionados por lo ocurrido, pero parece existir una especie de amnesia colectiva que les impide comprender la conexión entre los hechos.

De hecho, en el debate público se están pasando por alto algunos factores que podrían ayudar a interpretar mejor tanto los orígenes de lo ocurrido como los peligros futuros.

En primer lugar, decir que la República Checa es un «país tranquilo» es bastante cuestionable, dado que es uno de los países más activos en la venta (legal e ilegal) de armas «ligeras». Es difícil encontrar un conflicto, un golpe de Estado, un atentado en los últimos años en el que la República Checa no haya participado activamente en la venta de armas. Conviene, pues, reevaluar este aspecto.

Otro aspecto llamativo es que la República Checa ha modificado recientemente su Constitución y sus leyes para facilitar la posesión y el uso de armas de fuego por parte de la población, invocando una supuesta necesidad de defensa en caso de atentado terrorista. En resumen, los checos desafiaron las normas europeas que limitan la posesión de armas semiautomáticas por civiles. El ex ministro del Interior, Milan Chovanec, declaró: «No queremos desarmar a nuestros ciudadanos en un momento en que la situación de la seguridad en Europa empeora». Hoy tendrá algo en lo que pensar.

Otro aspecto sobre el que merece la pena reflexionar es la fortísima campaña de terror e inseguridad que se ha llevado a cabo en los últimos quince años, intentando convencer a la población del «peligro de invasión» y de la absoluta necesidad de defenderse. Se ha pasado de la propaganda sobre la necesidad de defenderse del peligro islámico a la de defenderse del peligro ruso. Obviamente, estas afirmaciones no tienen ninguna base real, pero tras un cuidadoso martilleo esto tiene poca importancia. El hecho es que la población ha sido fuertemente influenciada en este sentido. El proyecto de «militarización» de este país lleva años en marcha.

Un ejemplo casi patológico de esta tendencia ha sido la campaña del ejército (que dura ya años) en las escuelas primarias y secundarias, con soldados que muestran a los niños las armas y cómo utilizarlas, les hacen probarlas y les explican la necesidad de defender el país y la importancia del papel del ejército y de las armas para este fin.

Con motivo del paso del ejercicio estadounidense Dragoon Ride (que pasó por Praga en 2015, cuando los tanques estadounidenses recorrieron libremente la ciudad) se abrieron las puertas de los colegios al ejército estadounidense y los niños pudieron visitar los tanques, ver de cerca las armas más modernas, etc. En definitiva, una verdadera domesticación a la guerra desde hace quince años. El chico que ayer abrió fuego contra sus compañeros de universidad quizás había manejado su primera arma semiautomática entre las paredes de su aula.

La exaltación de la defensa armada se aceleró con el conflicto de Ucrania. La República Checa ha sido uno de los mayores defensores de la necesidad de armar a Ucrania.

En la República Checa, hay sitios donde uno puede ir y comprar legalmente armas para donar a Ucrania. Uno puede entrar en Internet y comprar una granada o una ametralladora para regalar. Resulta paradójico que el símbolo de la paz aparezca a menudo en estos sitios. El mensaje, sin ambages, es: «La paz se hace con armas».

Todo esto tiene lugar paralelamente a una especie de demonización y ridiculización del pacifismo, en un debate que también acabó determinando las últimas elecciones presidenciales, que dieron como resultado la elección de un antiguo general de la OTAN. Esto parece ser la coronación de una política que se viene aplicando desde hace años. Finalmente, el pueblo checo, que suele ser un pueblo pacífico y muy moderado, decidió ser dirigido por un militar.

Teniendo en cuenta la situación actual y las presiones existentes, el acontecimiento de ayer podría suscitar alguna reflexión más. Desgraciadamente, el resumen que se hará se centrará en la necesidad de aumentar la seguridad, sugiriendo detectores de metales fuera de las escuelas o incluso la posibilidad de que los alumnos lleven armas en las aulas para defenderse en caso de ataque. Así pues, este sangriento acontecimiento terminará con funerales de Estado y un fuerte aumento del gasto en defensa.

Una defensa que, hasta ahora, sólo ha servido para hacer de este país un lugar más temeroso y más inseguro.