Este país del sur de América Latina vive hoy la peor sequía de las últimas siete décadas. Montevideo, su capital, está a poquísimos días de quedar sin suministro de agua potable.

Paradójicamente, Uruguay fue el primer país que consagró en su constitución el agua potable como un derecho. Además, cuenta desde el 2009 con una Ley de Política Nacional de Aguas y también con un Plan Nacional, vigente desde 2017. ¿Cuáles son entonces las causas de esta situación?
La causa inmediata se identifica el denominado fenómeno de La Niña, que consiste en el anormal enfriamiento anormal de las aguas del Océano Pacífico Tropical. El fenómeno tiene impacto distinto según las regiones y, al contrario del fenómeno de El Niño, produce sequías intensificadas.

A este factor climático, especialistas y activistas ambientales uruguayos ponen en la mesa otro factor central: la agroindustria. De acuerdo con estas informaciones, en Uruguay hay 400 desvíos de agua dulce de los ríos y fuentes diversas que van a grandes extensiones de cultivos o ganadería.
Marina Meerhoff afirmó, en declaraciones a Télam: «Estamos en una crisis gravísima, la peor de Uruguay en su historia. Se combina la escasez de agua con la mala calidad ya que por la sequía se ha empezado a tomar agua del Río de La Plata que es salobre». Otros especialistas afirman que esta crisis era previsible, considerando las más de dos décadas de saqueo de los recursos hídricos del país por parte de las multinacionales y los agronegocios. Al respecto Carmen Sosa explicó que «la industria del arroz consume cuatro veces más agua que la población, la celulosa 10 veces más, la soja 17 veces más y la ganadería 20 veces más».

Al momento, las dos grandes fuentes de agua potable de Montevideo, Canelón Grande y Paso Severino, se han secado por completo. Las respuestas del gobierno uruguayo son insuficientes y la oposición afirma que ya había información y alternativas propuestas por gobiernos anteriores, que el gobierno actual no tomó en consideración. La decisión de construir un nuevo embalse en un mes es la más cuestionada de todas, por su carácter cortoplacista. El llamado desde los movimientos es por soluciones basadas en la naturaleza y, lógicamente, en cambios profundos al modelo agroindustrial.