El contexto en el que se desarrolla esta III Cumbre CELAC-UE es complejo, debido a la crisis civilizatoria que estamos viviendo globalmente. Pero la CELAC llega a Bruselas como un socio de diálogo fortalecido, con posiciones comunes en varios temas de la agenda internacional.

Esta III Cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea se está celebrando los días 17 y 18 de julio en Bruselas para retomar el funcionamiento -luego de ocho años de pausa- de este foro de diálogo entre las dos regiones, cuyo origen se remonta a hechos que ocurrieron hace más de 30 años, cuando los países de la entonces Comunidad Europea y el Grupo de Río (que luego se ampliaría conformando la CELAC) se reunieron por primera vez en Roma tratando de establecer un espacio de diálogo estructurado entre ambas regiones.

El propósito de la reunión en Roma fue establecer un intercambio entre las dos regiones que, aunque tienen diferentes niveles de desarrollo, comparten vínculos históricos y culturales.

Luego, en 1999, se celebró en Río de Janeiro la I Cumbre UE-ALC, cuyo principal resultado fue la voluntad de avanzar en el establecimiento de una asociación estratégica birregional que fuera mutuamente beneficiosa. A raíz de esto, desde el 2002 hasta el 2010 se produjeron varias cumbres en el formato UE-ALC.

Una vez fundada la CELAC, en Caracas en el 2011, se establece una especie de diálogo institucionalizado entre los dos mecanismos integracionistas representativos de ambas regiones.

La primera cumbre en el formato CELAC-UE tuvo lugar en Santiago de Chile en 2013 y la segunda en el 2015 en Bruselas. En ambos espacios hubo un diálogo de alto nivel entre los Jefes de Estado y Gobierno donde se abordaron cuestiones urgentes y de interés para ambas regiones. En esas citas quedó demostrado que el relacionamiento entre ambas regiones debía basarse en el intercambio respetuoso y en tener en cuenta los intereses y prioridades de cada uno.

Sin embargo, la tercera cumbre CELAC-UE, que debió celebrarse en 2017 en El Salvador, no pudo realizarse. La Unión Europea no fue capaz de entender algunos procesos políticos que estaban teniendo lugar en Latino América, negándose a reconocer a gobiernos y líderes popularmente electos en algunos de sus países.

Comenzó entonces un periodo de desconexión entre América Latina y el Caribe por una parte y Europa por la otra.

A partir del 2022 se observa nuevamente un cambio. En octubre de ese año se produce en Buenos Aires una reunión de cancilleres de ambas regiones, en la que se expresa la voluntad de restablecer los vínculos entre ambas partes. Se acuerda también la celebración de esta cumbre en Bruselas.

Todo esto ocurre en medio de un proceso de fortalecimiento y consolidación de la CELAC, con la llegada al poder en los últimos años de varios gobiernos progresistas y líderes de izquierda con voluntad integracionista.

El contexto en el que se desarrolla la III Cumbre CELAC-UE es complejo, como consecuencia de la crisis civilizatoria que vivimos globalmente. Pero la CELAC llega a Bruselas como un socio de diálogo más fuerte, con posiciones comunes en varios temas de la agenda internacional.

La CELAC que llega ahora a Bruselas no puede ser tratada como socio minoritario, sino como la voz legítima, y la más representativa, de todas las naciones de América Latina y el Caribe.

El mecanismo integracionista de la región le ha dado la bienvenida a esta cumbre con la UE, que es el socio extrarregional más antiguo, con el cual se han tenido importantes relaciones en el pasado.

No obstante, la CELAC ha dicho que aspira que esta Cumbre sea un espacio para que puedan establecerse relaciones equilibradas, solidarias y cooperativas con la Unión Europea. Una cumbre en la que se aborden temas claves para nuestros pueblos como el financiamiento al desarrollo, la seguridad alimentaria, las energías renovables, las inversiones, el comercio, la ciencia, la tecnología y la innovación. Asimismo, la recuperación pospandemia y el cambio climático.

La CELAC aspira igualmente a que esta sea una cumbre en la que se puedan llegar a consensos en diversos temas, sin imposiciones. Que sea una cumbre constructiva, en la que se reafirme que las relaciones entre ambas regiones están basadas en el respeto a la diversidad, al Derecho Internacional, a la Carta de las Naciones Unidas, y la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.

La aspiración de América Latina y el Caribe es que sea una cumbre en la que se puedan acercar posiciones, en la que se trasciendan los pronunciamientos y adopten acciones concretas que beneficien a los pueblos.

Para todos los miembros de CELAC es importante que el espacio de diálogo que se desarrolle en Bruselas sea serio, participativo, plural. Que se tomen debidamente en cuenta los criterios de la CELAC y los foros paralelos no se conviertan en un espacio de singularización contra países de la región o que en ellos se cree un ambiente que enturbie los resultados de la Cumbre. Se aspira a una Cumbre que construya desde el consenso y que pueda tender puentes.

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