La siguiente entrevista fue realizada por Reiner Braun, director ejecutivo de la Oficina Internacional de la Paz -organización galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1910- por correo electrónico, con el pacifista ruso Oleg Bodrov y el pacifista ucraniano Yurii Sheliakhenko.

Entrevista realizada por Reiner Braun.

¿Puede presentarse brevemente?

Oleg Bodrov: Soy Oleg Bodrov, físico y ecologista ruso y presidente del Consejo Público del Sur del Golfo de Finlandia en San Petersburgo. La protección del medio ambiente, la seguridad nuclear y el fomento de la paz han sido los principales objetivos de mi trabajo en los últimos 40 años. Hoy me siento parte de Ucrania: mi mujer es mitad ucraniana, su padre es de Mariupol. Muchos de mis amigos y colegas son ecologistas de Kiev, Kharkiv, Dnipro, Konotop y Lviv. Soy un escalador, cuando escalaba estaba atado con una cuerda de seguridad con Anna P. de Kharkov. Durante la Segunda Guerra Mundial, mi padre fue herido en enero de 1945 y tratado en un hospital de Dnepropetrovsk.

Yurii Sheliazhenko: Me llamo Yurii Sheliazhenko, soy un investigador de la paz, educador y activista ucraniano. Mis campos de especialización son la gestión de conflictos, la teoría jurídica y política y la historia. Además, soy secretario ejecutivo del Movimiento Pacifista Ucraniano y miembro de la junta directiva de la Oficina Europea de Objeción de Conciencia (EBCO) y de World BEYOND War (WBW).

¿Cómo ve la situación actual?

O.B.: La decisión de la operación militar contra Ucrania fue tomada por el presidente de Rusia. Al mismo tiempo, los ciudadanos rusos, a juzgar por los informes de los medios de comunicación independientes, creían que la guerra con Ucrania era, en principio, imposible.

¿Por qué ha ocurrido esto? Desde hace ocho años, la propaganda antiucraniana se emite a diario en todos los canales de televisión rusos de propiedad estatal. Han hablado de la debilidad e impopularidad de los presidentes ucranianos, de los nacionalistas que bloquean el acercamiento a Rusia, del deseo de Ucrania de entrar en la UE y la OTAN. El presidente de Rusia considera que Ucrania es un territorio que históricamente forma parte del imperio ruso. La invasión de Ucrania, además de causar la muerte de miles de personas, ha aumentado los riesgos globales negativos. Las operaciones militares se realizan en un territorio donde hay centrales nucleares. Una bala disparada accidentalmente en una central nuclear es más peligrosa que el uso de armas atómicas.

Y.S.: La invasión ilegal de Ucrania por parte de Rusia forma parte de una larga historia de relaciones y hostilidad entre ambas naciones y también de un antiguo conflicto mundial entre Occidente y Oriente. Para entenderlo bien, debemos recordar el colonialismo, el imperialismo, la Guerra Fría, la hegemonía «neoliberal» y el ascenso de posibles hegemonías antiliberales.

Hablando del conflicto entre Rusia y Ucrania, en esta obscena lucha entre una potencia imperialista arcaica y un régimen nacionalista igualmente arcaico, es crucial comprender el carácter obsoleto de ambas culturas política y militarista: ambas tienen un servicio militar obligatorio y un sistema de educación militar patriótica en lugar de educación cívica. Por eso los belicistas de ambos bandos se llaman nazis. Mentalmente siguen viviendo en el mundo de la «Gran Guerra Patriótica» de la URSS y del «movimiento de liberación ucraniano» y creen que el pueblo debe unirse en torno a su comandante supremo para aplastar al enemigo existencial, esos hitlerianos o estalinistas, en cuyo papel ven sorprendentemente al pueblo de un país vecino.

¿Existe alguna peculiaridad en esta controversia de la que el público occidental no esté del todo o no esté suficientemente informado?

Y.S.: Sí, por supuesto. La diáspora ucraniana en América aumentó considerablemente después de las dos guerras mundiales. Durante la Guerra Fría, los servicios de inteligencia de Estados Unidos y otros países occidentales reclutaron agentes de esta diáspora utilizando los sentimientos nacionalistas para incitar al separatismo de la URSS, y algunos ucranianos se enriquecieron o hicieron carrera en la política y el ejército de Estados Unidos y Canadá. Así surgió un poderoso lobby con vínculos con Ucrania y ambiciones intervencionistas. Cuando la URSS cayó y Ucrania obtuvo la independencia, la diáspora occidental participó activamente en la construcción de la nación.

¿Hay actividades antibélicas en Rusia y, si es así, cómo son?

O.B.: Las protestas contra la guerra han tenido lugar en San Petersburgo, Moscú y decenas de otras ciudades rusas. Muchos miles de personas, sobre todo jóvenes, salieron a la calle para expresar su desacuerdo. Más de 7.500 estudiantes, personal y graduados firmaron una petición contra la guerra. Los estudiantes quieren sentirse parte de un mundo libre y democrático, del que podrían verse privados por la política aislacionista del presidente. Argumentan que Rusia cuenta con los recursos necesarios para ir por libre y con armas atómicas que la protegerán, incluso en condiciones de separación del resto del mundo. Más de 1.220.000 rusos han firmado la petición «NO A LA GUERRA». Los piquetes individuales «CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES» y «CONTRA LA SANGRIENTA GUERRA» se celebran diariamente en San Petersburgo y otras ciudades rusas. Sin embargo, al mismo tiempo, los empleados del Instituto de Energía Atómica de Moscú que lleva el nombre de Kurchatov «apoyaron plenamente la decisión del Presidente de la Federación Rusa de llevar a cabo una operación militar especial» en el territorio de Ucrania. Y este no es el único ejemplo de apoyo a la agresión. Yo y mis colegas del movimiento ecologista y pacifista estamos convencidos de que nuestro futuro se hizo pedazos en Rusia y Ucrania.

¿Se considera la paz con Rusia una opción en Ucrania en este momento?

Y.S.: Sí, sin duda. El presidente Zelenskyy fue elegido en 2019 por sus promesas de detener la guerra y negociar la paz, pero las incumplió al empezar a reprimir a los medios de comunicación y a la oposición prorrusa en Ucrania y movilizar a toda la población para la guerra contra Rusia. Esto coincidió con la intensificación de la ayuda militar de la OTAN y los ejercicios nucleares. A su vez, Putin lanzó ejercicios nucleares y exigió a Occidente garantías de seguridad, en primer lugar la no alineación de Ucrania. En lugar de dar esas garantías, Occidente apoyó la operación militar ucraniana en el Donbass, donde las violaciones del alto el fuego alcanzaron su punto álgido y en los días previos a la invasión rusa murieron y resultaron heridos civiles casi a diario en ambos bandos, en las zonas controladas por el gobierno y en las no controladas.

¿Cuál es la magnitud de la oposición a las acciones pacifistas y no violentas en su país?

O.B.: En Rusia, todos los medios de comunicación democráticos independientes han sido cerrados y han dejado de funcionar. La propaganda de guerra se transmite en todos los canales de televisión estatales. Facebook e Instagram están apagados. Inmediatamente después del inicio de la guerra, se adoptaron nuevas leyes contra las noticias falsas y «contra el descrédito de las fuerzas armadas rusas que llevan a cabo una operación especial en Ucrania». Todas las opiniones expresadas públicamente que contradigan lo que se dice en los medios de comunicación oficiales se consideran noticias falsas. Se prevén sanciones que van desde una fuerte multa de varias decenas de miles de rublos hasta penas de prisión de hasta 15 años. El presidente ha anunciado una lucha contra los «traidores nacionales» que obstruyen la aplicación de sus planes ucranianos. El Ministerio de Justicia de la Federación Rusa sigue asignando el estatus de «agente extranjero» a las organizaciones medioambientales y de derechos humanos que cooperan con socios de otros países. El miedo a la represión se está convirtiendo en un factor importante de la vida en Rusia.

¿Cómo es la democracia en Ucrania? ¿Existen paralelismos con la situación en Rusia?

Y.S.: El 24 de febrero de 2022, Putin comenzó su brutal e ilegal ofensiva que tiene como objetivo, según él, la desnazificación y desmilitarización de Ucrania. Como resultado, tanto Rusia como Ucrania se ven cada vez más militarizadas y más parecidas a los nazis, y nadie está dispuesto a cambiar este estado de cosas. Los autócratas populistas en el poder y sus equipos en ambos países se benefician de la guerra; su poder se refuerza y hay muchas oportunidades de beneficio personal. Los halcones rusos se benefician del aislamiento internacional del país, ya que esto significa la movilización militar y todos los recursos públicos están ahora en sus manos. En Occidente, el complejo militar-industrial ha corrompido a los gobiernos y a la sociedad civil, y los mercaderes de la muerte han ganado mucho con la ayuda militar a Ucrania: Thales (proveedor de misiles Javelin a Ucrania), Raytheon (proveedor de misiles Stinger) y Lockheed Martin (venta de aviones a reacción) han aumentado enormemente sus beneficios y su valor en la bolsa. Y quieren obtener aún más beneficios de la matanza y la destrucción.

¿Qué espera de los movimientos por la paz en el mundo y de todas las personas amantes de la paz?

O.B.: Es necesario que los pacifistas se unan a los ecologistas, a los activistas de los derechos humanos, a las organizaciones antiguerra y antinucleares y a otras organizaciones que apoyan la paz. Los conflictos deben resolverse mediante negociaciones, no mediante la guerra. ¡La PAZ es buena para todos nosotros!

¿Qué puede hacer un pacifista cuando su país es atacado?

Y.S.: Bueno, en primer lugar un pacifista debe seguir siendo pacifista, seguir respondiendo a la violencia con pensamientos y acciones no violentas. Debe hacer todos los esfuerzos posibles para buscar y apoyar soluciones pacíficas, resistirse a la escalada y preocuparse por la seguridad de los demás y de sí mismo. Queridos amigos, gracias por vuestra preocupación por la situación en Ucrania. Construyamos juntos un mundo mejor, sin ejércitos ni fronteras, para una paz común y la felicidad de la humanidad.

 

Traducida al español por Nira Cabero