Una colorida marea de 50.000 jóvenes, con pancartas, carteles, cánticos y lemas, invadió Milán con motivo de la huelga mundial del clima. El número recuerda a las primeras y multitudinarias manifestaciones, interrumpidas por la pandemia, siendo el tono es aún más combativo. Se reviven viejos lemas – «Otro mundo es posible»-, se canta Bella Ciao, pero las pancartas, casi todas en inglés, hablan de una generación cada vez más internacional, creativa, irónica y consciente de que el momento de actuar es ahora, como se repite por todas partes. Greta Thunberg, Vanessa Nakate y otros jóvenes delegados de Youth4Climate de Argentina, México y países de África se manifiestan entre todos los demás jóvenes.

Se detienen en la Piazza Affari, sede de la Bolsa, con activistas de Justicia Climática vestidos con overoles blancos que gritan: «Somos imparables, otro mundo es posible» y denuncian las flagrantes operaciones de lavado verde, aclarando la responsabilidad de las finanzas en la crisis climática. Las intervenciones de los jóvenes delegados en el acto final realizado en la plaza Damiano Chiesa (no los dejaron entrar a ninguna de las salas de la Cumbre, a pesar de las importantes acciones de desobediencia civil llevadas a cabo por Extinction Rebellion en los alrededores de la sede de la PreCop), nos recuerdan que la justicia climática es justicia para todos y que la riqueza del mundo debe ser redistribuida.

Greta Thunberg saludó a los manifestantes al final de la marcha: «Estamos aquí en las calles porque sabemos que el cambio puede venir de las calles, puede venir de nosotros, ciertamente no viene de estas conferencias. Los ministros del mundo reunidos aquí en Milán creen tener la solución para el mundo con su blablablá y nosotros estamos cansados de todo eso. Nosotros somos la esperanza. Hola Milán, gracias por estar aquí, es increíble ver a tanta gente».

Fotos de Thomas Schmid