Todo está cambiando muy rápido en las últimas semanas, de manera económica, ecológica, tecnológica y social. A diferencia de otros problemas a gran escala, ésta no tiene un final a la vista. Los huracanes, terremotos y apagones tienen una vida corta; todos esperan a que el problema pase y luego comienzan la reconstrucción y un rápido retorno a la vida cotidiana como de costumbre.

El coronavirus es muy diferente. La mayoría de la gente está trabajando en la búsqueda de nuevas soluciones; nadie espera que este problema simplemente pase. Por ejemplo, durante muchos años las empresas de tecnología han estado experimentando con que el personal trabaje desde casa, pero este método nunca se ha abordado y aplicado realmente a gran escala. Seattle, una de las ciudades de los EE.UU. más afectadas por el virus, es la sede de algunas de las mayores empresas tecnológicas del mundo, incluyendo Microsoft y Amazon. En la última semana, la mayoría de estas empresas han solicitado a su personal que trabaje desde casa, y algunas de ellas lo han hecho de manera obligatoria («Microsoft, Amazon y otras firmas tecnológicas instan a sus empleados a trabajar desde casa para frenar la propagación del coronavirus» Seattle Times 3/4/20). Esto por sí solo podría transformar el trabajo y los estilos de vida para siempre. No más viajes al trabajo, edificios de oficinas, atascos, estacionamientos, etc.

Hace unos días, una imagen satelital comenzó a circular comparando Beijing antes del virus y después del cierre de China («Coronavirus: NASA revela cómo el bloqueo de China redujo drásticamente la contaminación», Forbes 3/3/20). La imagen mostraba nubes de contaminación en un lado y esas nubes desapareciendo en el otro. La desaceleración de la producción ha llevado a reducciones en el tráfico aéreo, gente trabajando desde casa, etc. Esto podría ayudarnos a alcanzar el objetivo de temperatura a largo plazo establecido en del Acuerdo de París («El Coronavirus podría causar una caída en las emisiones globales de CO2» The Guardian, 3/10/20)

Cada país está tratando de lidiar con el virus a su manera, pero el virus no respeta ninguna frontera nacional, y con el ritmo actual de un millón de personas que viajan cada día, es casi imposible controlarlo a largo plazo. Italia es un buen ejemplo; poner al país en aislamiento va a tener otro tipo de consecuencias, quizás tan dañinas como el virus mismo («Italia acaba de bloquear a la octava potencia económica más grande del mundo. Se avecina una profunda recesión», CNN International 3/11/20). La economía de Italia depende en gran medida del turismo, y el bloqueo podría poner a miles de empresas y trabajadores en dificultades económicas inmediatas y podría afectar a instituciones como bancos, promotores inmobiliarios y agricultores, que podrían ir más allá del turismo.

Esta emergencia es un problema global, ya que nuestros sistemas económicos, ecológicos, medioambientales, energéticos, de producción de alimentos, de comunicación y tecnológicos funcionan todos en estructura.

TODOS estamos viviendo en el mismo planeta conectado y necesitaremos un nuevo nivel de comprensión, desarrollo y tipo de proyecto para el futuro. Tenemos que dejar de pensar sólo en nosotros mismos, en nuestra familia, en nuestro vecindario, en nuestro país. Este virus va directamente en contra de la forma en que estructuramos nuestros sistemas de salud. Tener a todo el mundo pagando su propio seguro médico que cubre sus propios gastos es ridículo. Un virus no funciona así. El problema no es sólo si se contrae el virus, sino lo que le sucede a la gente que se puede contaminar, ya que no existe un seguro social de salud.

Las desastrosas consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, que asoló gran parte de Europa y causó millones de muertes, dieron origen a las Naciones Unidas. La ONU fue fundada para salvaguardar la democracia, la libertad y la paz tras el nazismo y la Segunda Guerra Mundial. Y el predecesor de la ONU, la Liga de las Naciones, fue creada como resultado directo de la Primera Guerra Mundial.

Como John Lennon canta en «Imagine», esperamos que, tras el coronavirus, el mundo se una para dejar atrás todas las creencias anteriores, priorizar la vida y el bienestar de todos los seres humanos en el planeta y que se comprometa a utilizar las herramientas y la metodología de la no violencia para avanzar en la construcción de una Nación Humana Universal.


Traducción del inglés por Armando Yánez