La lucha ‘NO TAV’ (TAV quiere decir ‘Tren de Alta Velocidad’) existe en Italia desde hace 30 años, cuando se puso en marcha un proyecto absurdo: tender las vías para un tren de alta velocidad que debía unir Rusia y Portugal. Los tiempos cambiaron y muchos tramos de este trayecto no avanzaron, pero en Italia los partidos políticos, la mafias y las multinacionales insisten en el emprendimiento porque siguen chupando dinero como si fuera un cajero automático. Solo la resistencia de la población ha impedido, hasta ahora, la destrucción del valle y la locura de construir un túnel de 52 kilómetros entre Francia y Italia, para una línea de tren que ya existe pero que quieren hacer un poco más rápida con el costo de un gran impacto ecológico. Una lucha ejemplar para todo el mundo.

Domingo 8 de diciembre –aniversario de la toma de Venaus–, parece el aniversario del Resurgimiento. “En 2005 –me cuentan–, pasamos por aquí, nos detuvimos allí, allí nos golpearon duro, nos rompieron la nariz, nos hirieron, pero al final la victoria fue nuestra y cada año la recordamos”.

Son siempre ellos. Golpeados por el abandono del partido 5stelle, se levantan y al levantarse se ríen, se ríen porque saben que al final van a ganar. Saben que durante 30 años han visto pasar gobiernos, ministros, campañas electorales… y ellos reciben golpes o palmadas en la espalda, pero no se separan, siguen adelante.

El 8 de diciembre, con un sol fantástico, nueve mil personas desfilaron en medio de las casas de Susa sonriendo frente a quienes los venían viendo desde hace 30 años, sonriendo frente a las banderas y pancartas del camino, detrás de un tractor con remolque que ha pegado en los postes de la carreta una docena de pancartas de los municipios, detrás de sus respectivos alcaldes con bandas tricolores. Detrás, muchos jóvenes hermosos y hermosas, mochileros y luego las familias con niños, los ancianos, los que conocen la historia desde hace 30 años y están dispuestos a contarla.

Nos dicen que desde hace dos años se detuvo el trabajo. No hay operarios, sólo turnos de 70 hombres de la policía cada 8 horas, “así que 210 hombres son pagos con nuestros impuestos, para vigilar un agujero que no avanza”. Intentan castigarlos con denuncias, algunos están bajo arresto domiciliario, y una vecina luminosa, Nicoletta Dosio, está en la plaza como siempre, entrevistada por la radio y la televisión: ella también sonríe y presiona a los periodistas que hacen señales de corte. No hay nada que cortar, hay que decirlo todo.

Encuentro a Guido Fissore. La última vez iba con un palo y cojeando, porque le habían roto una pierna en los llamados «choques». Ahora camina y me dice: “Se han puesto a denunciarnos, a algunos de nosotros nos han quitado la licencia de conducir durante tres años, ¿cómo puedes vivir aquí sin licencia?” Me imagino su solidaridad en esos casos. Son personas  ariscas y dulces al mismo tiempo.

Encuentro a Nicola. Lo había visto un verano, en huelga de hambre, bajo una tienda de campaña. Eran tres, con el gran Turi Vaccaro que –me dicen–, está preso en Sicilia por otra protesta contra el Muos ((Mobile User Objective System, un moderno sistema de telecomunicaciones por satélite de la Marina de los EE.UU, N.d.T.). Hombres fantásticos.

También hay franceses que dicen: «En el lado francés no hay un movimiento tan fuerte. Bien por ustedes que se mantienen firmes. Los apoyamos siempre que podemos». Y cantan en francés, con sus chalecos amarillos.

Una manifestación que comienza a las 12 del mediodía bajo el sol tibio y termina a las 6, con el frío de las tardes de montaña. Autobuses y coches te llevan de vuelta abajo. Hay gran satisfacción.

Al final, las «Cocinas en lucha» prepararon una sopa caliente y unos buñuelos fantásticos: de hecho, los niños con un megáfono, gritaban a lo largo de la marcha: NON VOGLIAMO LE TRIVELLE, VOGLIAMO LE FRITTELLE!! (No queremos las perforadoras, queremos los buñuelos!) ¡Cómo no complacerlos! ¡Son lindísimos!

El eslogan es gritado también en los bosques por donde caminamos: «Sí –dice alguien en el megáfono– porque cuando en 200 años la raza humana haya desaparecido, los árboles se acordarán y comentarán «Aquellos eran geniales, ¿recuerdas? ¡Lo intentaron!».

La gente del Valle de Susa no será suficiente para salvar el planeta, pero para salvar el Valle ya han tenido éxito. Tomémoslos como ejemplo.

Traducción del italiano por Jordi Oriola