El 6 de junio, en Pressenza estrenamos nuestro último documental, «El principio del fin de las armas nucleares». Para este largometraje, entrevistamos a 14 personas, expertas en sus campos, que pudieran darnos perspectivas sobre la historia del tema, el proceso que llevó al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares y los esfuerzos actuales para estigmatizarlas y pasar de la prohibición a la erradicación. Como parte de nuestro compromiso de hacer que esta información esté disponible para todo el mundo, publicamos las versiones completas de esas entrevistas, junto con sus transcripciones, con la esperanza de que esta información sea útil para los futuros cineastas de documentales, activistas e historiadores a quienes les podría gustar escuchar los poderosos testimonios grabados en nuestras entrevistas.

Esta entrevista es con Ray Acheson, de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, el 26 de septiembre de 2018, en Bryant Park, Nueva York.

Preguntas: Tony Robinson, Camarógrafo: Álvaro Orús.

Transcripción

¿Cuál fue el proceso desde el 2010 hasta el 2017 para lograr el Tratado de Prohibición?

La conferencia de revisión del TNP de 2010 examinó, por primera vez, el impacto humanitario de las armas nucleares, y esa fue realmente la iniciativa de los gobiernos suizo y noruego que presionaron para que se lo incluyera en la conferencia de revisión, y una vez incluido en el documento que había impactos humanitarios y que todo el mundo se veía obligado a cumplir con el derecho internacional humanitario en este contexto, eso realmente dio cabida nuevamente a un estudio sobre los efectos humanitarios de las armas nucleares.

Así que esto comenzó con una serie de conferencias acogidas por Noruega, México y Austria en 2013 y 2014, y fue utilizado como punto de partida para educar a una nueva generación de diplomáticos y funcionarios gubernamentales, así como a activistas, sobre los costos humanitarios de las armas nucleares.

Por lo tanto, examinando los efectos de una explosión, lo que esto le hace a cuerpos humanos, lo que esto le hace a ciudades, pero también lo que le hace a nuestras economías y a nuestro modo de vida, examinando las conexiones entre los impactos y también los riesgos a los que nos enfrentamos actualmente, no solo en términos de uso intencional de las armas nucleares, sino también riesgo de fallas, estructuras de mando y control, o uso accidental de armas nucleares.

Por ende, fue una manera muy amplia de examinar la cuestión y lo que nos ayudó a hacer fue retomar parte del lenguaje y crear una nueva narrativa sobre las armas nucleares.

En los años sesenta y ochenta nos habíamos centrado mucho, sobre todo por parte de los activistas, en la hambruna nuclear, en el invierno nuclear. Hubo un amplio intercambio de conocimientos entre los ciudadanos del mundo acerca de que las armas nucleares tendrían graves repercusiones en nuestras vidas y mucho de eso ha desaparecido desde el final de la Guerra Fría.

Así que la iniciativa humanitaria fue realmente una manera de retomar el tema y desafiar el discurso de seguridad dominante que trata estas armas como herramientas de seguridad internacional: el lenguaje de la disuasión, tratando estas armas como algo que previene los conflictos, en lugar de examinarlas realmente por lo que son.

Por lo tanto, queríamos darle realismo a esta conversación y volver a considerar las armas nucleares como armas, que causan un daño muy grave.

Y esta es la motivación de fondo para el tratado sobre la prohibición de las armas nucleares.  Esto es lo que revitalizó a tantos gobiernos, particularmente en el Sur global, para retomar este tema: la idea de que las armas nucleares no respetan las fronteras, que incluso una sola detonación afectaría a todos en todas partes, y fue algo que resultó muy significativo para estos países que tienen intereses de seguridad cuando se trata de armas nucleares.

¿Cómo pasamos del compromiso austriaco a las negociaciones del tratado?

Así pues, tras el compromiso austríaco anunciado en diciembre de 2014, el siguiente paso fue la siguiente conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación, que tuvo lugar en 2015.  Entre estas dos cosas, el compromiso austríaco se transformó en lo que vino a conocerse como el compromiso humanitario, ya que los austríacos lo pusieron a disposición para que otros países lo aprobaran, de modo que todos compartieran el objetivo de trabajar a favor de la prohibición y la eliminación de las armas nucleares a través de una nueva ley.

Y no se había especificado realmente en ese momento cómo sería esa nueva ley, sino solo el entendimiento de que necesitábamos llenar la brecha legal a fin de poder lidiar con esas armas. Y así, durante esa fase, más de 100 países firmaron incluso antes de la conferencia de revisión del TNP. Y cuando esa conferencia no logró producir un documento final, eso inspiró a más países a respaldar el compromiso humanitario que llevó, entonces, a los países de las Naciones Unidas, en octubre siguiente, a adoptar una resolución para iniciar un proceso internacional con el objetivo de examinar qué tipo de ley necesitaríamos para tratar el tema de las armas nucleares a través de un tratado jurídicamente vinculante.

Y entonces, eso condujo al establecimiento de un grupo de trabajo de composición abierta sobre desarme nuclear, que se reunió en Ginebra en 2016, y es ahí donde por primera vez los países dijeron públicamente que querían negociar un tratado que prohibiera las armas nucleares, incluso si eso significaba que los estados poseedores de armas nucleares no se sumasen a dicho tratado.

Y los países poseedores de armamento nuclear boicotearon esa reunión en Ginebra, aunque vinieron muchos de sus aliados, por ejemplo, los Estados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Australia, Japón, Corea del Sur; todos ellos son países que dicen depender de las armas nucleares de Estados Unidos para su seguridad, pero que sí participaron en estas conversaciones.

No apoyaban un enfoque de tratado de prohibición, pero la inmensa mayoría de los países sí lo hacía, por lo que al final de esta reunión en 2016 había más de cien países declarando públicamente que querían que la Asamblea General negociara un tratado para prohibir las armas nucleares.

¿Cómo aprendió ICAN de las iniciativas humanitarias en torno a las minas terrestres y las municiones en racimo?

Aprendimos mucho de las campañas para prohibir las minas terrestres y las municiones en racimo. En primer lugar, aprendimos mucho sobre el proceso, para que los gobiernos con ideas afines puedan trabajar estrechamente con activistas de la sociedad civil y militantes para llevar a cabo un proceso, incluso cuando algunos de los estados más poderosos del mundo se oponen a ello, estados que están usando o produciendo estas armas, y sobre cómo podemos progresar en estos temas trabajando realmente juntos, elaborando estrategias en conjunto acerca de la forma de hacer que esto funcione.

También aprendimos lecciones sobre el impacto de la estigmatización de los sistemas de armas y los efectos normativos que pueden tener. Así que eso fue realmente útil cuando se trató de armas nucleares en el contexto de los efectos humanitarios, porque pudimos ver cómo estas armas son indiscriminadas, cómo causan daño a los civiles, cómo deberían volverse ilegales sobre la base de su impacto humanitario, y también aprendimos que el efecto estigmatizador va más allá de la ley, por lo que nos ayuda a plantear un proceso para establecer una nueva ley sobre estas armas, pero que también puede tener impactos económicos extremadamente poderosos cuando se trata de la producción y la venta de sistemas de armamento.

Y así, en el contexto de las municiones en racimo, por ejemplo, su proceso de prohibición también inspiró un mecanismo de desinversión económica en el que los bancos y los fondos de pensiones retiraban dinero de las empresas que producían bombas en racimo, y vimos que tuvo impacto incluso en los países que no apoyaban el tratado.

Así, por ejemplo, en los Estados Unidos, la última empresa que producía municiones en racimo anunció, en 2016, que ya no continuaría haciéndolo, a falta de un incentivo económico debido al proceso de desinversión y, por supuesto, cuando se trata de armas nucleares, siendo manufacturadas, diseñadas por corporaciones -los laboratorios de armas nucleares de los Estados Unidos están todos dirigidos por empresas privadas-, podemos observar cómo podría darse un efecto similar.

Y cuando hablamos con nuestros bancos y fondos de pensiones, incluso con aquellos que habían desinvertido en minas terrestres o bombas de racimo, les preguntamos por qué todavía no habían desinvertido en las armas nucleares, esto fue hace unos años, y dijeron: «Bueno, las armas nucleares no son ilegales». Y así pudimos ver la conexión directa entre tener un tratado que prohíba estas armas y alentar a las instituciones financieras a retirar su dinero. Y ya estamos empezando a ver los impactos de eso.

El rol de las mujeres en la paz y los efectos desproporcionados de las armas nucleares en las mujeres.

Así pues, las mujeres siempre han estado a la vanguardia del activismo contra la guerra y la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad fue fundada en 1915 durante una guerra, durante la Primera Guerra Mundial, y fue fundada por mujeres de todo el mundo; en países que estaban en guerra entre sí, en países neutrales, se las arreglaron para organizarse, antes de que existiera Internet, para reunirse en La Haya, en los Países Bajos, y desarrollaron un plan de paz para poner fin a la Primera Guerra Mundial, y de hecho, varios puntos de ese plan fueron utilizados, al final, en el plan de paz entre las naciones en guerra.

Y la Liga ha sido una firme defensora de la paz, la no violencia, el desarme, los derechos civiles, los derechos de la mujer, entre ellos el derecho al voto, a lo largo de toda nuestra historia, y siempre hemos combinado los objetivos de la paz y la reconciliación, los enfoques de la no violencia en los conflictos, junto con nuestra labor de lucha contra el racismo, el trabajo en defensa de los derechos de las mujeres y nuestra labor en defensa de la justicia ambiental.

Así que, viendo una interconexión entre todas estas facetas de la justicia social, también hemos sido parte del movimiento antinuclear desde que comenzó la Era Atómica y las mujeres, en general, también han estado a la vanguardia del movimiento antinuclear.

Las mujeres desempeñaron un papel decisivo en la campaña de los años sesenta a favor de un tratado de prohibición de los ensayos de armas nucleares, recolectando dientes de leche para mostrar los efectos que los ensayos nucleares atmosféricos estaban teniendo en el medio ambiente, en los niños y en los ciudadanos de todo el mundo.

Las mujeres también estuvieron a la vanguardia del movimiento de congelación nuclear en la década de 1980. Uno de los líderes de ese movimiento fue la doctora Randy Forsberg, quien redactó el llamado a la congelación nuclear entre la Unión Soviética y los Estados Unidos.

Y esto no fue un congelamiento en el sentido de congelar los armamentos donde están, porque en ese momento había alrededor de 70000 armas nucleares en el mundo, sino que fue un llamado a detener la carrera armamentista, a dejar de construir estas armas y luego a desarmarse conjuntamente, y a abolir las armas nucleares por completo.

Y parte de esa visión era realmente para ella sobre la abolición de la guerra y de cómo la reducción de armamentos, la estigmatización de este tipo de violencia, de la violencia nuclear masiva, podría ayudarnos también a criticar la guerra en general.  Y así, una vez más, las mujeres muestran el panorama completo para influir en el tema de las armas nucleares.

En el curso de la iniciativa humanitaria y del tratado sobre la prohibición de las armas nucleares, una vez más, las mujeres han desempeñado un papel decisivo. Tuvimos varias mujeres diplomáticas que fueron líderes para sus países.  Algunas delegaciones formadas por mujeres también participaron en las negociaciones.  Tuvimos mujeres muy activas en la campaña internacional para abolir las armas nucleares.

También tuvimos mucha representación queer en este proceso y un interés renovado también por parte de las personas de color, del Sur global y de los jóvenes. Así que considero que el punto en el que hemos crecido como movimiento antinuclear es en realidad el de prestar atención a las cuestiones relacionadas con la interseccionalidad de la identidad, la importancia de la diversidad y la importancia de hacer que la cuestión antinuclear sea realmente relevante para la vida de las personas, y otros intereses en los que están trabajando, en el contexto de la justicia social.

Por lo tanto, las formas en que las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas por los conflictos no necesariamente significa que las mujeres sean las principales víctimas, víctimas directas de la violencia relacionada con los conflictos. De hecho, los hombres son los que se matan entre sí con más frecuencia, sino que esto se manifiesta de varias maneras que afectan a las mujeres.

Así que, por un lado, el conflicto y la violencia no sólo tienen lugar en un campo de batalla en una situación de conflicto, si hay guerra. Si hay conflicto, por lo general, se devuelve a los hogares, donde las mujeres pueden sufrir una cantidad desproporcionada de violencia, especialmente cuando hay un acceso generalizado a las armas pequeñas y ligeras.

También vemos las formas en que el desplazamiento puede afectar a las mujeres de manera diferente en términos del riesgo de violencia sexual, la trata forzada y las formas en que la sociedad en general se ve reestructurada por los conflictos. La violencia que se manifiesta, la discriminación que se manifiesta en las sociedades se ve afectada en general por los conflictos.

En el contexto de las armas nucleares, las mujeres se ven afectadas físicamente por las mismas de manera diferente. Nuestros cuerpos son más susceptibles a la radiación ionizante de las armas nucleares, lo que significa que en los casos en que se están probando o utilizando armas nucleares y después de ello, las mujeres se enfrentan a un daño desproporcionado, incluso cuando se trata de la salud materna y, una vez más, en términos de conflicto en general, el desplazamiento que causaría el uso de armas nucleares y los efectos intergeneracionales a largo plazo de la radiación tendrían un impacto en las mujeres que es diferente al de los hombres.

¿Cuál es la importancia del Tratado de Prohibición?

La importancia de este tratado realmente radica en el efecto normativo que ya se ha dado en la forma en que hablamos de las armas nucleares. Así que realmente hemos sido capaces de desafiar la teoría de disuasión dominante, esta idea de que las armas nucleares crean seguridad, estabilidad y previenen la guerra.

Muchos gobiernos y activistas y la comunidad internacional de la Cruz Roja se han pronunciado en contra de esta narrativa y han resaltado cómo las armas nucleares en realidad socavan la seguridad, creando un riesgo para todos nosotros. Así que creo que ese es uno de los principales impactos normativos que esto ha tenido.

También creo que se ha demostrado realmente el poder de la sociedad civil y de los gobiernos que trabajan juntos. Nos enfrentamos a algunos de los países más poderosos y más militarizados del planeta, e hicimos algo que nos prohibieron hacer.

Durante más de 70 años han mantenido el control sobre la narrativa en torno a este tema, sobre la política en torno a este tema, y realmente han impedido cualquier acción progresiva.  Han creado este espacio en el que pueden invertir miles de millones de dólares en armas nucleares. No han cumplido con su obligación legal de eliminar estas armas y, al mismo tiempo, culpan a otros países por no crear las condiciones para que ellos se desarmen.

Han culpado a los países que no tienen armas nucleares de que aún conserven armas nucleares. Así que ha sido un entorno muy frustrante en el cual trabajar, en varios niveles; y se sintió como un verdadero avance el hecho de que fuimos capaces de hacer frente colectivamente a eso y de montar un desafío muy eficaz utilizando el derecho internacional, pero también confiando en nosotros mismos y en los argumentos morales para presentarle un caso diferente al mundo, la idea de que hay una manera de tratar con estas armas, de que podamos hacer frente a estos países.

¿Qué puede hacer la gente común para ayudar a eliminar las armas nucleares?

Creo que una de las posiciones que resultaría muy importante para que la gente común participe en el desarme nuclear es desde el ángulo de la desinversión económica. Todos pueden llamar a su banco para preguntar si está invirtiendo en armas nucleares, por qué está haciéndolo y pedirles que paren. O si tienes un fondo de pensiones, también puedes hacer lo mismo. Si tienes inversiones en una institución financiera, puedes hacer lo mismo.

Podemos retirar nuestro dinero, incluso si no es mucho, podemos retirarlo, y podemos plantear ante nuestra institución financiera por qué lo estamos haciendo. Hay un montón de buenas opciones en las cuales depositar tu dinero. Don’tBankOnTheBomb.com tiene todos esos recursos que puedes utilizar. Y creo que es una gran manera de hacer público el caso del desarme nuclear, de mantener la conversación en marcha.

También creo que para cualquiera que piense que no puede marcar la diferencia, este tratado es un gran ejemplo de cómo la gente común y corriente se une para hacerlo. Ya sabes, éramos activistas y teníamos la capacidad de involucrarnos con los gobiernos de la ONU, pero gran parte de la campaña ha sido con respaldo del público a nivel nacional, a nivel local, trabajando con los concejales de las ciudades, por ejemplo, para crear resoluciones que animen al gobierno federal a apoyar el tratado, y ahora que ya lo tenemos, a formar parte de él.

Así que hay mucho trabajo local que se puede hacer. Simplemente se trata de hablar de las armas nucleares como armas que nos perjudican, armas que socavan nuestra seguridad y armas que malgastan nuestros recursos. Tenemos tantas grandes luchas que enfrentar: el cambio climático, la pobreza, la desigualdad. No podemos desperdiciar miles de millones de dólares en armas nucleares.  Es inconcebible y es inmoral, y creo que esa es realmente una conversación que puede resonar en todas las comunidades y en tantos temas diferentes en los que se podría estar trabajando.

Y sólo hace falta que unas pocas personas se organicen con el Ayuntamiento. Basta con que unas pocas personas organicen un evento en su biblioteca local, o en una iglesia, o en una escuela para tener una conversación y marcar una diferencia en la política, porque todo esto traza un camino hacia la formulación de políticas.

¿Por qué trabajar en el desarme nuclear?

Trabajar en el desarme nuclear es definitivamente una pasión para mí. Es mi corazón y mi alma, creo. Bueno, todo el proyecto de abolir la guerra, de desafiar la violencia.

Y esto realmente proviene de un lugar donde se cree que es posible cambiar el mundo en el que vivimos, y recuerdo que desde joven me sentí muy frustrada por esta visión que fue perpetuada en gran medida por una perspectiva muy elitista, blanca, heterosexual y masculina de la clase alta, de que el mundo es así y de que el mundo tiene que ser así.

Y yo no estaba de acuerdo con eso. Vi que había gente en muchos otros contextos alrededor del mundo organizándose por algo diferente y haciendo cambios. A lo largo de la historia hemos visto que hacer cambios ha sido el resultado de que la gente se haya reunido colectivamente para desafiar el statu quo con el fin de desafiar las narrativas dominantes, ya sea con el movimiento de derechos civiles o el derecho al voto de las mujeres, o el fin de la esclavitud, o el fin del apartheid, la acción colectiva de la gente ha sido todo lo que ha cambiado el mundo.

Y realmente creo que ahí es donde mi energía está mejor situada para ayudar en todo lo que pueda, y he sido muy afortunada de que la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad sea un hogar para ello.

Es difícil encontrar siquiera un empleo mal pagado que te sostenga en este tipo de trabajo, así que es realmente increíble que haya habido estas oportunidades y estas campañas, como la campaña internacional para abolir las armas nucleares, la campaña para detener a los robots asesinos o la Red de Acción Internacional sobre armas pequeñas. Estas son coaliciones de diferentes grupos de personas que provienen de toda clase de orígenes para trabajar realmente en algo juntos, y creo que ese es el papel más importante para mí, así que voy a seguir con ello siempre que pueda.


Traducción del inglés por Melina Miketta