El 22 de julio, el Gobernador de la provincia de Estambul anunció que todos los sirios presentes en territorio que no disponga de la protección temporal registrada en Estambul serán enviados de vuelta a las provincias turcas en las que están inscritas, y todos aquellos que sean sorprendidos sin documentos serán expulsados del país. Así comenzó oficialmente la persecución de los sirios en Estambul, después de que el ministro turco del Interior, Süleyman Soylu, llevara meses proclamando una verdadera lucha contra los inmigrantes irregulares en Turquía, con el objetivo establecido en más de una ocasión de expulsar al menos a 80.000 personas antes de que finalice el año.

El resultado combinado del plan puesto en marcha por el ministerio y la gobernación de Estambul fue una verdadera persecución por parte de las fuerzas del orden, desencadenado en los distritos y lugares de trabajo con la mayor concentración de refugiados sirios. Cualquiera que sea encontrado sin documentos, aunque los poseyera pero no los tuviera consigo en el momento de la detención, es trasladado por la fuerza, esposado y transportado forzadamente, primero a los centros de identificación y deportación, y luego devuelta a Idlib, un bastión yihadista sirio dirigido por las fuerzas de oposición islamista relacionados con Turquía.

La arbitrariedad de las detenciones policiales y la inconstitucionalidad de los retornos forzosos que se están produciendo en los últimos días han sido denunciadas no solo por la gran comunidad siria de Estambul, sino también por diversas asociaciones de solidaridad con los migrantes y en defensa de los derechos humanos. En muchos casos, los abusos fueron filmados con videos y fotos, convirtiéndose en virales en los medios sociales y captando la atención de los principales periódicos independientes del país. Este es el caso de Amjad Tablieh, un joven sirio, debidamente registrado en la provincia de Estambul pero sin documentos, cuando fue detenido por la policía e identificado mientras viajaba por el distrito de Aksaray.

Siguiendo órdenes del gobernador de la provincia de Estambul, Amjad fue trasladado a un centro de identificación de migrantes y luego expulsado a Idlib. La historia de Amjad tuvo una gran resonancia, gracias también y sobre todo a la denuncia de su hermano, quien, en una entrevista concedida a Euronews, dijo que había llegado al centro de identificación donde su hermano había sido llevado para mostrar a la policía los documentos de Amjad y que, sin embargo, su hermano no había sido liberado, sino que, por el contrario, el procedimiento de expulsión siguió adelante rápidamente, con el epílogo de la repatriación forzada a Idlib.

En el orden del día están también testimonios de actos de intimidación y violencia por parte de las fuerzas del orden contra refugiados sirios, obligados, por ejemplo, a firmar un documento enteramente escrito en turco, con el que «auto» certifican su decisión «autónoma» de repatriación voluntaria a Siria. Esta situación ha llevado a la comunidad siria y a las asociaciones de solidaridad a alzar la voz para denunciar los abusos en curso, con la intención de convocar huelgas y manifestaciones que, sin embargo, como informó directamente el ministro del interior Soylu, no serán autorizadas y toleradas por las autoridades competentes. El activismo del ministro en este momento es particularmente evidente si pensamos también en la orden dada a los comerciantes sirios, presentes en gran número en diferentes ciudades del país, de eliminar las referencias en árabe de los rótulos de sus propios negocios. La policía ya está interviniendo en una de las ciudades sirias más pobladas del país, Gaziantep, para retirarlas por la fuerza, colocando, o en lugar de rótulos en árabe, una bandera turca.

Estos son síntomas de un clima de tensión, que ya es muy alto, y que sin duda está destinado a aumentar en torno a la cuestión de los inmigrantes en Turquía, desencadenada, según muchos, con arte por el gobierno turco tras la reciente derrota electoral en las elecciones municipales de Estambul. El 24 de junio, la urna decretó una rotunda derrota del partido de Erdoğan, que fue superada por el candidato del CHP Ekrem İmamoğlu, que recibió el 54% de los votos. Varias asociaciones han señalado que la factura de la derrota está siendo pagada por los refugiados, cuya acogida en el país fue claramente vista por el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) como uno de los puntos dolorosos que causaron el debacle sin precedentes los administrativos.

El desencadenamiento de la «persecución siria» se produce, entre otras cosas, en los mismos días en que la Unión Europea paga un nuevo tramo multimillonario de los fondos establecidos por los acuerdos firmados para «gestionar» la llamada crisis de los refugiados sirios. Este último, después de haber sido utilizado por Turquía como instrumento de presión contra Europa, así como un factor para aumentar su influencia en el tablero de ajedrez sirio, se convirtió en un campo de propaganda también en la política interna.

Cosimo Pica


Traducción: Ana Gabriela Velásquez Proaño