Para evitar malentendidos, ya que en la Italia soberana podrían haberse difundido confusiones similares, quiero recordar que los «números arábigos» son, en orden, 1234567890.

Se desconocen los «números judeo-cristianos».

«Civic Science» es una plataforma estadounidense con sede en Pittsburgh que proporciona servicios a ejecutivos empresariales.

El 22 de mayo del 2019, publicó los resultados de su encuesta compuesta de 3.624 entrevistas realizadas a  ciudadanos estadounidenses. Como resultado, el 59% de los encuestados considera que los números arábigos no deben ser estudiados en la escuela. Los consideran «dañino para sus hijos» y temen «ser contaminados por una enfermedad incurable, una especie de fiebre violenta y atávica».

De los votantes republicanos, el 72% está en contra de los números árabes. Entre los votantes demócratas, el 40% está en contra. «Entre los dos grupos de votantes no hay diferencias en cuanto al nivel de educación formal». Por el contrario, el 29% del grupo de muestra opina que los números arábigos debían incluirse en los planes de estudio y el 15% manifestó estar perplejo.

Para John Dick, director ejecutivo de «Civic Science», «estos resultados son el testimonio más triste y divertido del fanatismo americano… » [1].

Tratando de hacer una pequeña contribución, añado que también deberíamos eliminar el término algoritmo, que tiene como referencia al sabio persa al-Khwārizmī de Bagdad [2] (Corasmia, alrededor de 780 d.C. y 850 d.C.), autor de los términos álgebra y trigonometría. Y si queremos ser consecuentes, deberíamos eliminar muchos conceptos de astronomía/astrología, geografía y cartografía del mismo sabio zoroástrico.

Su culpa es evidente en el caso del vocablo «álgebra» que, de hecho, se deriva del nombre de su libro al-Kitāb al-mukhtaṣar fī ḥisāb al-jabr wa l-muqābala, escrito alrededor del año 825 d.C. y traducido al latín en el siglo XII bajo el título « Algoritmi de numero Indorum» [3].

Para mejorar mi contribución, sugiero entonces desechar al menos «La Alhambra» de Granada, «El Alcázar» de Sevilla, «La Gran Mezquita» de Córdoba, la Mezquita del Cristo de la Luz y la Mezquita de las Tornerías de Toledo, el «Palacio de la Aljafería» de Zaragoza, el «Castillo de Gormaz» de Soria, la «Giralda» de Sevilla…, y alejar a los que utilizan el desodorante y/o comen arroz, caña de azúcar, espárragos, azafrán, moras y albaricoques.

Entre otros.

Además del racismo, los números y las letras son los hilos que forman el tejido de las sociedades, pero las cifras son una abstracción cuyo uso propagandístico debería ser un poco menos rudo.

La concepción lineal del tiempo y su carácter progresivamente pobre son expresiones típicas de la «supremacía blanca», nacida en los Estados Unidos antes de la guerra civil con movimientos como el «Ku Klux Klan». El «White Power» ignora muchas cosas. Por ejemplo, siglos antes del Renacimiento Ibn Firnas había intentado volar a Córdoba (810 d.C.), o que los persas Al Biruni habían calculado el radio de la esfera terrestre (973 d.C.).

En los Estados Unidos, pero como muestra la experiencia italiana actual, la enfermedad es contagiosa, se cree que el conocimiento es una criatura autónoma desembarcada con los padres peregrinos del Mayflower en 1620.

No es casualidad que, según la mayoría de los participantes en la encuesta, la expresión números arábigos contradiga a las cifras judeocristianas.

En numerosos videos que se encuentran en el Internet, evangélicos e incluso los pastores y sus numerosos genios rechazan estas cifras. Ellos afirman que son únicos, originales y sin contaminación intelectual.

¡Y luego está quien se siente maravillado por Bolsonaro o Meloni!


[1] https://stepfeed.com/most-americans-reject-arabic-numerals-but-do-they-know-what-they-are?-3696

[2] https://it.wikipedia.org/wiki/Muḥammad_ibn_Mūsā_al-Khwārizmī

[3] https://www.ebooksdownloads.xyz/search/algoritmi-de-numero-indorum


Traducción: Ana Gabriela Velásquez Proaño