Es nuestra responsabilidad intervenir en la sociedad apoyando también aquellas realidades que contribuyen para el cambio que queremos. Los miembros del consorcio siciliano «Le Galline Felici» están convencidos de ello y en su último boletín informativo nos actualizan sobre los proyectos que apoyan: baluartes de la belleza contra la fealdad y las injusticias de la humanidad.

Como ustedes saben, estamos totalmente convencidos de que la acción del Consorcio es comparable a la de la abeja, que, impulsada por su necesidad de alimento, obtiene beneficios para sí misma, para las flores y para el medio ambiente (¡aquí para recordarnos por qué!). Pero, ¿qué hacer entonces con el pequeño exceso de miel que a veces podemos producir? Dado el papel que nos encontramos desempeñando en el mundo y las altas metas que, junto con ustedes nos hemos fijado, ciertamente no podemos aspirar a que se nos hinche la barriga (siempre al límite del sobrepeso, a decir verdad…).

Extender a otros, merecedores, el modelo económico que creemos que es exitoso, ¡por supuesto! Ya es un resultado excelente, para ser sinceros. Pero incluso esto puede no ser suficiente para nuestra coherencia. Si nuestro objetivo es realmente cambiar la economía y las relaciones entre los seres humanos, nuestro crecimiento debe significar un aumento en los beneficios sociales y en las conexiones para hacer que el sistema que queremos cambiar sea eficaz y eficiente.

Es, por tanto, nuestra responsabilidad intervenir también en la sociedad con acciones que son ligeramente distintas de nuestra actividad económica cotidiana, con el apoyo a realidades cercanas, que por diversas razones se cruzan en nuestro camino y cuya existencia, aunque aparentemente lejos de la venta de nuestras naranjas, es fundamental para crear ese tejido multidimensional y colorido, gracias al cual podemos esperar construir un mundo mejor.

A menudo nuestra intervención responde a emergencias y siempre trata de apoyar a aquellos que demuestran el deseo de reaccionar de forma creativa y positiva ante la fealdad humana, el robo, los incendios, el racismo y los cierres. Porque creemos que esta creatividad positiva es precisamente lo que el nuevo mundo necesita. No todos estos apoyos se los hemos comunicado, a menudo tomados de la rutina diaria de nuestro trabajo. Para muchos de ellos, en cambio, los hemos involucrado a ustedes y siempre han respondido con entusiasmo. Pero, una vez apoyados, ¿qué ha sido de estos proyectos? Preguntamos a los que recibieron nuestro apoyo y los resultados fueron apasionados y gratificantes, que consideramos estupendo compartir con ustedes.

Para empezar, ¿cómo se han utilizado las donaciones (muchas provenían de nuestra comunidad, pero también muchas de otros países cercanos y lejanos) que han hecho que los Briganti di Librino no se sientan «solos en un callejón oscuro» sino que tengan el apoyo necesario para empezar de nuevo, aún más fuertes, después del devastador incendio de hace un año?

Gracias a las numerosas donaciones y al trabajo de muchos voluntarios, la casa club destruida ha sido reconstruida en otro espacio, «más bello que antes», como lo prefigura una profecía que ahora se ha convertido en leyenda. Y así, San Teodoro sigue siendo un lugar donde, «como alternativa a la degradación, se hace: el huerto, las tareas, la lectura, el ajedrez, los tackleos duros pero regulares, las fiestas, los desfiles de moda, las pesas, las patadas, el papel maché». Es un lugar donde la belleza ha echado raíces. Es una trinchera. Es un baluarte. Mario, un pollo de la brigada, nos lo cuenta en este apasionado relato.

¿Y qué frutos ha aportado nuestro apoyo al proyecto FIERi (Fábrica Intercultural Eco-sostenible de Reutilización)? Otro rincón de belleza surgió, esta vez en el centro de Catania, en un espacio público que antes había sido abandonado. Y sobre todo, ha surgido una cooperativa mixta de inmigrantes e italianos, que está intentando crear trabajo en sectores artesanales sostenibles. Aquí puedes encontrar algunas palabras más, escritas por Antonio D’Amico.

Además, el año pasado, quizás algunos de ustedes no hayan recibido las uvas de mesa que amablemente solicitaron. Y tal vez alguien por lo tanto sabe que a nuestro pollo Vincenzo Di Dio (aquí está su presentación) le robaron los frutos de dos filas, sólo unos días después de la entrega. Dada la precariedad de su situación, el Consorcio decidió pagarle de todas maneras una buena parte de lo que podría haber entregado, siempre y cuando el dinero se destinara a ayudar a reavivar su campaña, que aún se encontraba en un estado de semi-abandono.

Y así Vincenzo, además de reorganizar los viñedos, decidió iniciar una huerta para abastecer a su área (Caltagirone) y no solo…que invirtió en semillas, sistema de irrigación y fertilizante orgánico sino que ahora trabaja con entusiasmo, junto con su padre y dos jóvenes que antes trabajaban, super explotados, en los viñedos intensivos.

Cada día en el campo y en las entregas, cuidando su territorio y creando otro «baluarte de la belleza». Aquí encontrarás un correo electrónico que Michele Russo, socio de la infancia y amigo de Vincenzo, nos envió del Consorcio y nos conmovió hasta el punto de querer compartirlo con ustedes tal como está.

Del «pizzino» de abril de 2019 de Le Galline Felici


Traducido del italiano por Estefany Zaldumbide

El artículo original se puede leer aquí